Cruz Roja, sobre un presunto “efecto llamada” de inmigrantes: “Lo que hay es efecto expulsión”

Migrantes llegado al puerto de La Restinga, en El Hierro

Efe

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Cruz Roja atiende en estos momentos en Canarias a alrededor de 9.000 inmigrantes llegados a las islas en pateras y cayucos y conoce de primera mano el perfil de quienes arriesgan su vida para huir de un conflicto armado o, simplemente, sobrevivir.

“No sabemos si hay fundamento para hablar de un efecto llamada, pero lo que sí hay y ha habido siempre es un efecto expulsión”, asegura en una entrevista con Efe el portavoz de Cruz Roja y subdirector de Inclusión Social, José Javier Sánchez Espinosa.

A pesar de la saturación de las islas, a cuyas costas han llegado cerca de 20.000 inmigrantes este año, el Gobierno ha decidido no hacer derivaciones masivas a la península para evitar dar nuevos alicientes a las mafias, pero Sánchez Espinosa cree que para hablar de ese efecto llamada habría que hacer un estudio en profundidad de los distintos trayectos y flujos.

Antes de arriesgar su vida a bordo de una patera, en algunos casos hasta diez días, muchos de estos inmigrantes han pasado dos o tres años desde que salieron de su lugar de origen, “años muy duros de explotación y violación de derechos humanos”.

“Una persona que hace eso para llegar a un sitio donde espera que pueda mejorar su vida y la de su familia no sé si tiene en su mente el cálculo de si se va a pasar tres meses en Canarias o va a ir directamente a la península”, apunta.

Ante esta nueva crisis migratoria, Sánchez Espinosa pide “humanizar” a las personas migrantes, empatizar con ellas y analizar por qué se mueven y qué les empuja a poner en riesgo su vida, desde la falta de recursos a un conflicto armado.

Derivaciones a la Península

No hace comentarios sobre la polémica surgida en los últimos días por la llegada de numerosos inmigrantes a varias ciudades de la península procedentes de Canarias porque, asegura, no tienen información al respecto, pero deja claro que ellos no consiguen tantas plazas en un avión como las que parece que se están moviendo en las últimas semanas, de acuerdo con algunas de las informaciones publicadas.

“Desde luego nosotros no conseguimos ese número de plazas. No sé si han viajado por su cuenta, no se si pueden ser vuelos individuales, que se hayan unido... Las personas con las que trabajamos, fundamentalmente de origen marroquí, suelen tener su pasaporte, o se lo envía su familia. Y con pasaporte puedes viajar”, recuerda.

Cruz Roja, explica, traslada de forma regular a los perfiles más vulnerables a la península y de acuerdo con la Secretaría de Estado de Migraciones, pero no pueden retener “absolutamente a nadie”. “Ha ocurrido siempre. Están en un centro y se van. No es una cosa nueva”, asegura.

Como ejemplo del volumen de traslados que organiza Cruz Roja, la principal ONG atendiendo en estos momentos a los inmigrantes llegados en los últimos meses a Canarias, apunta que desde el 25 de noviembre han reservado plazas en seis vuelos a la península y en un barco: unas 140 personas en total.

Sánchez Espinosa insiste en que los movimientos de extranjeros en situación irregular y sin posibilidad de repatriación inmediata siempre han ocurrido.

“Mucha de la gente que viene tiene sus redes sociales, tienen familia, gente que conocen, normalmente todos tienen una persona que les puede ayudar, dar acogida, orientar. Algunos pueden tenerla en Canarias y otros en otros sitios”, explica.

“Hay que gente que estaba y que se va. Con algunos hemos podido tener algún contacto porque nos hayan pedido algún apoyo estando en península y de otros no hemos sabido más”, continúa.

Cambian las cifras, pero, destaca Sánchez Espinosa, el protocolo de acogida de Cruz Roja es el mismo sea el puerto de Arguineguín (Gran Canaria) o Escombreras (Murcia).

Tras las 72 horas de custodia policial y la prueba PCR, la ONG acoge en las plazas disponibles a los inmigrantes e identifica los perfiles de especial vulnerabilidad que pueden ser trasladados a otros centros con características más adecuadas.

Mujeres embarazadas, madres o padres con hijos menores, gente muy joven que huye, por ejemplo, del conflicto en Mali, un país que normalmente no acepta las devoluciones, y que son potenciales solicitantes de asilo.

Con autorización por escrito de la Secretaría de Estado de Migraciones organizan su traslado, para lo que la Policía debe facilitar un salvoconducto a estas personas; les espera un equipo en el aeropuerto de llegada y les gestiona el transporte hasta el centro donde ya tienen una plaza asignada. 

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