El artefacto atribuido a la 'kale borroka' causa cuantiosos daños

La explosión la madrugada de este lunes de un artefacto casero, atribuido por la consejería vasca de Interior a la kale borroka y no a ETA, ha causado cuantiosos daños materiales en la estación de Renfe de Lutxana, en Barakaldo (Vizcaya).

El artefacto explotó sobre las 00.30 horas y originó un incendio que tuvo que ser sofocado por los bomberos y que llegó a quemar una tercera parte del tejado del inmueble, según informaron fuentes de la compañía ferroviaria.

Además, la deflagración, que no causó daños personales, afectó a una máquina expendedora de billetes, dos canceladoras, toda la zona de taquillas, ocho puertas metálicas y de madera, una cristalera, así como diverso mobiliario.

También resultó dañada la instalación eléctrica de megafonía y de telecomunicaciones, lo que afectó al funcionamiento de las dos líneas de Cercanías que circulan por la estación de Lutxana: la C-1, que une Bilbao con Santurce y la C-2, que comunica Bilbao con Muskiz.

Ambas líneas son utilizadas en hora punta por alrededor de 2.000 personas y trasladan a una media de 39.000 usuarios cada día.

El servicio ferroviario comenzó a su hora habitual, las cinco de la mañana, aunque ha funcionado con retrasos de entre cinco y quince minutos a lo largo de toda la jornada. Los técnicos de Renfe confían en recuperar la normalidad para las siete y media de la tarde.

La explosión causó, además, el ennegrecimiento de la fachada del inmueble, así como de los suelos y paredes interiores de la primera y segunda planta.

Dada la magnitud de los daños ocasionados, la Ertzaintza investigó la posibilidad de que se tratase de un atentado de ETA, por lo que buscó en el lugar de la explosión restos de materiales explosivos, que finalmente no aparecieron.

Por ello, atribuyó este atentado a un episodio de kale borroka, ya que, además, se encontraron restos de una garrafa que supuestamente habría contenido líquido inflamable y a la que los autores del ataque habrían prendido fuego tras forzar la puerta de acceso a la instalación.

Así, la Ertzaintza concluyó que el artefacto utilizado en el sabotaje era “de fabricación casera, de los que habitualmente utilizan en kale borroka”.

Tras tener conocimiento de la explosión, el Delegado del Gobierno en el País Vasco, Paulino Luesma, lo consideró como “un atentado que va directamente contra cientos de trabajadores vascos que utilizan el ferrocarril para desplazarse a sus centros de trabajo”.

Además, Luesma emplazó a “quien calla ante la violencia” a “demostrar que es sincera su apuesta por las vías políticas” y a “condenar sin paliativos estos actos de chantaje, de terror, de asumir que la violencia es radicalmente incompatible con el diálogo y con la paz”.

El Gobierno vasco expresó su “más absoluta condena” a una explosión que “ha sembrado la alarma entre la población” y alertó de que “con bombas no hay distensión ni proceso de paz alguno”.

El Ejecutivo autonómico recordó el “hartazgo, el cansancio y la indignación” que estos hechos “provocan en la ciudadanía”, y se preguntó, “si este es el camino mediante el cual se generan nuevas oportunidades para la paz, tal y como afirman día tras día portavoces de la izquierda abertzale”.

La Junta de Portavoces del Ayuntamiento de Barakaldo aprobó un texto de condena del “ataque terrorista” y solicitó “la colaboración activa” de los ciudadanos “para el descubrimiento de los autores y su puesta a disposición judicial” para que “paguen en la cárcel por lo que han hecho”.

El PNV de esta localidad vizcaína condenó “el atentado” y advirtió de que sucesos como éste “obstaculizan el proceso de resolución del conflicto y retrasan la llegada de la ansiada paz”.

Desde el PSE-EE, el secretario de Organización, Rodolfo Ares, mostró su convicción de que los autores “serán perseguidos y puestos a disposición de la Justicia” y advirtió de que “si los dirigentes de la izquierda abertzale no condenan actos como el perpetrado en Barakaldo, se pondrá una vez más de manifiesto que siguen amparando y justificando la violencia”.

El presidente del PP en Vizcaya, Antonio Basagoiti, aseguró que se ha dado “un paso atrás” en la erradicación de la violencia callejera y pidió al Gobierno central que “vuelva a la firmeza y a la mano dura que había conseguido acabar con las bombas en estaciones y en todos los lugares del País Vasco”.

Eusko Alkartasuna mostró “su más absoluto desprecio” hacia los “actos violentos” y consideró que la explosión de Lutxana “atenta contra los principios elementales de la democracia” y es “un claro impedimento para un proceso de normalización política”.

Ezker Batua condenó el ataque y reclamó a la izquierda abertzale que, “si de verdad apuesta por un proceso de paz, sea capaz de pedir el cese definitivo de todo tipo de expresiones violentas”.

Aralar consideró que los actos violentos “no hacen más que dificultar la convivencia y poner obstáculos a un posible escenario de paz” y “van en contra de la normalización política”.

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