Psicología, migración y mujeres en Canarias

Se sienta al otro lado de la mesa, le pregunto cómo se siente hoy y responde: “Ça va, Alhamdulillah”. 

Hace tiempo que la atiendo, casi desde mi llegada a Canarias. Tengo muy buena sintonía con ella. Creo que ambas sentimos que nos estamos acompañando de diferentes maneras en esta etapa de su vida. Aprendo muchísimo de ella.

La primera vez que habló sobre su historia en Guinea hice un gran ejercicio de contención emocional, dejo aquí el hilo temporal de los múltiples acontecimientos traumáticos por los que ha pasado: mutilación genital femenina, matrimonio forzoso siendo menor, violencia física, sexual y psicológica dentro del matrimonio, dos embarazos fruto de las violaciones, rapto de sus dos hijos (hija e hijo) por parte del hombre con la que la obligan a casarse, familia en su contra por querer separarse de él, posterior víctima de trata con fines de explotación laboral en otro país diferente durante cuatro años y trayecto en cayuco por ruta canaria huyendo de la red de trata.

Hace meses que trabajamos desde el punto de vista psicoeducativo sobre la comprensión de aspectos relevantes del sistema sexo-género, estereotipos, roles y mandatos, conceptos básicos sobre feminismo, empoderamiento, etcétera.

Además, intentamos identificar juntas distorsiones cognitivas, creencias irracionales y sesgos sobre ser mujer, sobre sí misma ligados al contexto sociocultural y religioso del que procede. 

Trabajamos habilidades sociales, autoestima, autoconcepto, educación emocional, manejo de la frustración, establecimiento de límites...

Intentamos acercarnos y permanecer juntas en cada paso que ella da, ya que cada pequeño avance supone un desequilibrio enorme, toda una base que tiembla y se resquebraja dejando a la vista cada vez mayor vulnerabilidad y herida.

Hace poco se atrevió a decirme algo que quizá me duela incluso más que toda la violencia por razón de sexo que ha sufrido antes de llegar a El Hierro.

Que Canarias forma parte de España y que España es el TOP 1 de la prostitución en Europa ya lo sabía, ella no me estaba revelando nada nuevo. Aquí también encuentra con facilidad esta forma de violencia y explotación en la que, a través del consentimiento viciado, el miedo y la necesidad, es equiparada a un objeto sexual, negándosele el reconocimiento como sujeto político con plenos derechos.

Pero no ha sido esta revelación solo lo que me ha atravesado el pecho con fiereza, sino que directamente nos responsabilice como país que no es capaz de ver el hambre de derechos, recursos y libertades con las que llegan. 

Un país que, en su mitad, pareciera castrado afectivamente y escindido de la capacidad de concebir como seres humanos a las mujeres.

A pesar de ser conocedora de que los datos reflejan que no somos nosotras las mujeres las que pagamos dinero a cambio de violar (derechos humanos), sé que una tajante verdad habita su afirmación: a este país le urge una ley abolicionista de la prostitución.