El Supremo pone orden en Siete Palmas

“Es la mayor cagada que he visto en mi vida”. Con esta frase tan elocuente resume un alto funcionario del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria el expediente por el que hace más de siete años se trata de desbloquear una pequeña pieza de suelo que impide conectar la avenida del Pintor Felo Monzón con la de Juan Carlos I, entre los barrios de Siete Palmas y Las Torres. Una sentencia del Tribunal Supremo ha ordenado reiniciar un expediente de expropiación para que se dé audiencia a la esposa separada de uno de los propietarios.

Nadie se pudo imaginar hace sólo unas décadas que el desarrollo urbanístico de Las Palmas de Gran Canaria iba a pasar por unos solares utilizados de cocheras, para chatarrerías o sencillamente para guardar cabras o en apariencia inútiles. Pero el urbanismo es así y, gracias a él, algunos propietarios han podido amasar importantes fortunas. Es el caso de muchas parcelas situadas en la zona de Las Torres-La Minilla-Los Betancores.

Unas piezas de suelo que no suman en total ni siquiera 12.000 metros cuadrados y que forman parte de una junta de compensación muy polémica son las culpables de que no esté rematada la avenida del Pintor Felo Monzón en su enlace con la de Juan Carlos I. Pero, para ser más precisos, todo el problema se sitúa en unos 75 metros cuadrados, que es la alícuota parte que teóricamente le corresponde a Flora de la Fe, separada de Fortunato Tovar, un veterano empresario que antaño regentó Transportes Tovar, que tenía allí las cocheras para sus guaguas.

La Junta de Compensación no tuvo éxito en su proceso legal de urbanización de esas parcelas al negarse los hermanos Fortunato y Pedro Tovar a incorporarse a ella al no aceptar la calificación de urbanizables de los suelos y pretender que fueran directamente urbanos. Ninguna instancia administrativa ni judicial les dio jamás la razón, pero con su actitud impidieron poder desarrollar esa unidad de actuación, lo que obligó al Ayuntamiento a acudir a la expropiación forzosa de los solares que impedían las actuaciones públicas, particularmente el viario.

Nadie se pudo imaginar entonces que Fortunato Tovar y su esposa, Flora de la Fe, se habían separado judicialmente, y que por lo tanto ella se convertía también en copropietaria de los suelos, en concreto de 75 metros cuadrados situados en lo que antaño fuera un estanque, cuyas ruinas bloquean precisamente el desarrollo de las avenidas.

El correspondiente recurso contencioso-administrativo complicó todavía más las cosas al aceptar la Sala la media cautelar de suspensión del expediente y la consecuente paralización de las obras de urbanización.

El Tribunal Supremo ha venido a reconocer la conveniencia de que se le dé audiencia a la ex esposa de Fortunato Tovar y que se reinicie el expediente urbanístico, tarea a la que ya se ha puesto el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, no sin ciertas dificultades.

Los Tovar vuelven a evitar la notificación municipal y han tenido que ser informados de que deben incorporarse a la junta de compensación a través del Boletín Oficial de la Provincia, pero aún no han cumplido con ese trámite. Si en un mes no dan señales de vida, se iniciará el expediente expropiatorio, pero esta vez dando entrada a la ex esposa de Tovar.

En el Ayuntamiento temen que la discusión vuelva a centrarse en la calificación del suelo, pero ya hay sentencias firmes de piezas en iguales circunstancias que han dado la razón al consistorio. Luego se plantearán las dudas acerca del valor de los terrenos a expropiar o si verdaderamente la sentencia del Supremo es ejecutable porque ahora los Tovar pueden alegar que ya no tienen suelo porque gran parte del mismo se lo quedó Félix Santiago por haber corrido con los gastos de urbanización ejecutados hasta ahora.

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