Rivero lanza señales de humo
La hoguera de la crisis social y económica que vive Canarias, con el 32% de desempleo (el 70% de parados menos de 25 años) y unos índice de pobreza alarmantes ha obligado al presidente Paulino Rivero a usar esas llamas en el Debate sobre el estado de Canarias para emitir señales de humo de esperanza y recuperación a una sociedad arrasada y ya desencantada.
Las diez medidas sociales y económicas presentadas por Rivero tienen la clara finalidad de ilusionar a unas Islas desesperanzadas y hacer comprender a los canarios que su Gobierno de CC-PSC, con él al frente, va a arremangarse para garantizar la cohesión social, dinamizar la actividad económica y, sobre todo, combatir el estrangulamiento de la financiación por parte del Estado.
Sin embargo, como el humo, son etéreas, pues casi ninguna de ellas, sobre todo la considerada 'estrella' (la Estrategia de crecimiento 2014-2020) tienen comprometida una ficha financiera firme para convertirlas en verdaderos instrumentos de cambio.
A menos que en la sesión de tarde, durante el combate dialéctico con Australia Navarro (PP), Román Rodríguez (NC) y Fabián Martín (PIL) el presidente Rivero no detalle pormenorizadamente de dónde va a sacar tanto dinero, el debate sobre política general de 2013 será otro más para engrosar la lista de promesas y deseos incumplidos.
Mea culpa
Con todo, el discurso de Rivero ha tenido algo de novedoso y, quizá por ello, ha pasado desapercibido por los partidos de la oposición.
La existencia de esas diez medidas es una autocrítica hacia una gestión de su gabinete en el ecuador de la legislatura. Una crítica a las políticas sanitarias de Brígida Mendoza, incapaz de atajar hasta ahora las listas de espera, o de Inés Rojas, a la que Rivero ha 'censurado' con el Plan de Empleo Social y el de alquileres sociales.
Es entonar un mea culpa por decenios de gabinetes de CC que han sido incapaces de conseguir que los canarios practicaran la inmersión lingüística con la misma pasión que la inversión para pescar pulpos, sobre todo porque las Islas viven de los turistas anglos y sajones que nos visitan y a los que hay que servir.
O porque se ha sido incapaz de apostar en el último cuarto de siglo por la I+D+i más allá de la teoría con el fin de que la economía del conocimiento formara parte del tejido industrial y empresarial de unas Islas que apostaron por el ladrillo y unos gobiernos que favorecieron que la RIC se reinvirtiera en activos inmobiliarios.
Por supuesto, también ha habido 'pescozones' al Ejecutivo central, cuyas agresiones buscan ser paliadas con el Fondo de Desarrollo de Vuelos, Plan de Desarrollo de Infraestructuras, créditos y microcréditos para modernizar el sector turístico.
Descruzar los brazos
Pero, sobre todo, es el reconocimiento de que se ha acabado la época del lloriqueo, como dirían los dirigentes del Partido Popular, y de que Canarias, por fin, “no se va a quedar de brazos cruzados” esperando a que actúe un Gobierno central que está practicando una política a las antípodas de la que defienden nacionalistas y socialistas.
¿Cómo? Habrá que esperar a que lo desvele esta tarde, pero como ha dicho la presidenta del Grupo Socialista, Dolores Padrón, “no se puede ser optimista, pero si realista, y aunque queda camino por recorrer, se han puesto en marcha medidas para suavizar la situación y fomentar algo de generación económica”.
Lo demás, claro está, depende de que Angela Merkel sea flexible con Mariano Rajoy y éste, a su vez, empiece a ser menos rígido y más comprensivo con el Archipiélago.
Lo dijo el propio Rivero: “Canarias no puede ir bien si no le va bien a España”.
Y no va bien.