Las Islas sedientas: agua en las entrañas de la tierra

Fuente en Canarias

Cristóbal D. Peñate

Las Palmas de Gran Canaria —

Los problemas del agua en Canarias están estrechamente relacionados con la escasez de recursos naturales y la elevada densidad de población, además de la peculiar orografía isleña. Por eso el agua ha condicionado el desarrollo y la distribución de sus habitantes. A lo largo de la historia los recursos hídricos han disminuido o simplemente se han contaminado por la acción del hombre en su desarrollo económico.

Ahora, que se habla tanto de los vertidos de aguas residuales al mar, hay que recordar que Canarias se ha abastecido a lo largo de la historia de recursos hídricos subterráneos, especialmente a través de pozos, minas y galerías. Estos aprovechamientos de acuíferos son característicos de islas volcánicas oceánicas como Canarias, pero actualmente solo una de cada cinco minas de aguas en el Archipiélago está en funcionamiento.

De las 106 minas de agua que hay en Gran Canaria, casi todas desde Telde (municipio con mayor cantidad) hasta La Aldea de San Nicolás, sólo un 20% están aún en fase de producción. El profesor Francisco Suárez Moreno alerta de esta situación en su último libro Galerías filtrantes canarias. Minas de Agua en Gran Canaria (1501-1950). Es posible que hubiera algunas más en los barrancos de Tenerife.

El agua ha pasado a ser un recurso estratégico controlado por unos pocos y un bien escaso muy bien pagado que se ha mercantilizado y privatizado cuando siempre había sido público y de interés general. Por eso se han buscado nuevas técnicas para obtener agua de muy variadas maneras. En eso Canarias es pionera, tanto en la localización de minas de agua como en la construcción de pozos y galerías.

Las galerías de aguas canarias, que buscan los acuíferos de montaña y que se generalizan a partir de finales del siglo XIX y sobre todo en la primera mitad del XX, están presentes en todas las Islas Canarias menos en Fuerteventura. Su número supera las 1.572 unidades, aparte de un grupo de unas 200 más que pueden haberse perforado en el interior de los pozos.

En su conjunto pueden sumar más de 2.000 kilómetros de longitud, lo que arroja una media de 1,3 kilómetro por unidad. El 65% se localiza en Tenerife, el 24% en Gran Canaria y el 10% en La Palma. “Constituyen un patrimonio hidráulico histórico desconocido y en peligro”, advierte el historiador Suárez Moreno.

Las aguas subterráneas procedentes de los acuíferos, que no son inagotables, pueden salir al exterior de manera natural o artificial, por galerías y pozos. La sobreexplotación de los acuíferos ha hecho que las reservas de agua en las islas hayan disminuido drásticamente.

Por su parte, las minas que se trazan debajo de los barrancos son de menor número y se localizan mayoritariamente en Gran Canaria, aunque es posible que alguna se trazara en barrancos de Tenerife y de Fuerteventura.

“Hemos localizado y estudiado 106 minas en Gran Canaria aunque puede haber alguna más a pesar de que hemos recorrido, a lo largo de casi diez años, con la ayuda de gente conocedora del tema en cada lugar, los mil y un barrancos y barranqueras de nuestra isla”, señala el estudioso. Casi todas estas minas de agua se localizan en las zonas áridas y semiáridas del Este, Sur y Sureste de la Isla, pero en el Norte también las hay, “casi todas perforadas entre finales del siglo XIX y principios del XX, cuando comenzó el desarrollo económico de las plataneras”.

En Gran Canaria, según apunta Francisco Suárez, se generalizó a partir de principios del siglo XVI y sobre todo después del siglo XVIII la construcción de unas galerías filtrantes denominadas minas para captar las aguas subálveas de los barrancos. “Constituyen, por lo general, unos túneles subterráneos que seccionan el subálveo arenoso de los barrancos, a modo de galerías filtrantes entibadas con muros de piedra y techados en dintel con lajas y, a tramos, con unos respiraderos verticales o pozos de ventilación denominados campanas”.

En el Archipiélago, los acuíferos han estado sobreexplotados, por lo que el nivel freático ha descendido y como consecuencia se han secado numerosos nacientes, por lo que los pozos y galerías se han agrandado, aumentado el peligro de desertización. Se calcula que en las islas hay unos 6.000 pozos. Las desaladoras, que ya son el presente, serán también el futuro al relevar a las cada vez más escasas aguas subterráneas.

Minas y galerías

Las minas se distinguen de las galerías de agua comunes de hoy en Canarias por su naturaleza de construcción y por el acuífero que captan, “ya que las galerías, aunque son también túneles filtrantes, están trazadas en los riscos, buscan el acuífero colgado de las montañas y conllevan una tipología minera del agua distinta, no tienen respiraderos, ni obras de fábrica, salvo en tramos de materiales sueltos y son de construcción más reciente”.

El pozo constituye la estrategia hidráulica más antigua para captar agua subterránea en zonas áridas y semiáridas. “Pero extraerla del mismo era muy costoso, hasta que se descubrió cómo hacer desde su fondo una galería que por gravedad condujera el agua hasta la zona de riego. Y ese fue el fundamento tecnológico de la obra hidráulica del primigenio qanat iraní. La dificultad se presentó cuando, entre el pozo y el lugar adonde llevar su agua, la distancia era kilométrica. Para ello se necesitaba capital, complejos cálculos de niveles y ejecutar a lo largo de la galería de conducción una serie de pozos de ventilación por donde poder acceder a sus obras y conseguir la aireación”.

Por ello la construcción de un qanat (infraestructura para la captación de una capa de agua subterránea y la abducción de agua hacia el exterior) requería una mano de obra muy especializada en localizar el acuífero (conocimientos hidrológicos) y capaz de calcular las distancias y los niveles precisos para que el túnel y sus pozos de ventilación se trazaran adecuadamente, además de conocer la tecnología minera para cada terreno.

Primero se hacía el pozo matriz para buscar el agua; luego por tramos se construían el canal subterráneo de salida del agua y los pozos de acceso y respiración, hasta que conectaban con el pozo principal y se desalojaba toda el agua. El túnel subterráneo de salida del agua era a veces kilométrico (entre cinco y cuarenta kilómetros) y, según el terreno, se reforzaba con maderas o con paredes de piedras y dinteles de lajas o de madera.

Los qanats han dado durante miles de años asombrosos resultados no solo por la cantidad de agua potable captada, sino porque, al ser canales subterráneos, las pérdidas por infiltración y evaporación son menores que en otras vías de agua. “Incluso han servido de espacios refrescantes en climas calurosos como el caso de Irán donde, sobre sus lumbreras, se han acondicionado unas torretas de ventilación que facilitan la circulación del aire caliente por la corriente del agua subterránea, que no es otra cosa que la aplicación del efecto Bernouille por la sabiduría de los maestros de las obras hidráulicas del Oriente”.

En Irán se han construido más de 32.000 qanats; en Afganistán, unos 9.000, y en España, de las 3.000 galerías filtrantes existentes, sólo un 20-30%, aproximadamente, responden a la naturaleza de esta singular obra hidráulica.

Ingenios y maquinarias

La experiencia en tecnología hidráulica española, a partir de la Edad Moderna, tiene una primera referencia documental (aparte de las primeras patentes de invención de artilugios) en la famosa obra manuscrita de Los veintiún libros de los ingenios y de las máquinas, atribuida hoy al erudito aragonés (científico, arquitecto e ingeniero en máquinas y fortificaciones) Pedro Juan de Lastanosa. “El contenido del libro 7 es muy detallista sobre cómo calcular y nivelar adecuadamente las minas empleando artilugios curiosos de niveles, cuadrantes, graduaciones, balizamientos, forrado de galerías con cantería y maderos, acueductos…”.

La obra presta, aparte de otros detalles, minuciosa información técnica ilustrada sobre cómo perforar una mina de conducción de aguas, con lumbreras que denomina respiraderos para dar luz y ventilar el interior, extraer materiales y alinear adecuadamente la dirección de la obra con maderos, a modo de balizas topográficas, extremo que se empleó para construir del túnel de la Mina de Tejeda en Gran Canaria (1514-1526).

En Cataluña, Comunidad de Valencia y Murcia es donde hay mayor número de galerías filtrantes, y en Andalucía donde se descubre la mayor densidad y variedad, aunque Baleares y Canarias no se quedan atrás ni en densidad ni en variedad. Los ambientes geográficos donde estas se excavan se pueden resumir en tres: montaña, laderas-pie de monte y cursos y terrazas fluviales. “Ello determina una variada tipología de galerías filtrantes entre las que se encuentran nuestras galerías y minas canarias”.

Minas en la isla

Las minas de agua en Gran Canaria constituyen unas obras hidráulicas con unas especificidades extraordinarias de la mano de la ingeniería académica canaria, caso de los ingenieros Juan León y Castillo, su hijo Germán, su ayudante en obras públicas Cirilo Moreno, así como el ingeniero herreño-cubano José Ángel Rodrigo-Vallabriga Brito y otros, que firmaron muchos proyectos.

Estos túneles de agua filtrante presentan diferentes longitudes aunque, por lo general, alcanzan entre los 30 y 200 metros, si bien alguno supera el kilómetro. Presentan una sección variable pero con una medida suficientemente grande como para que pueda pasar una persona a hacer las labores de limpieza (0,40-0,60 metros por 1,00-1,60 metros) en la zona entibada. “Estamos pues ante unos túneles filtrantes estrechos y de poca altura que requerían para sus labores de limpieza anual personas delgadas, casi siempre muy jóvenes”.

Las minas de largo trazado, y a veces profundo (15-30 metros de la superficie), llevan varios puntos de ventilación, denominados campanas, que en estos casos son auténticos pozos de gran profundidad. “Su trazado, por lo general, secciona el plano del barranco en diagonales más o menos largas en función de las dimensiones del cauce o, en algún caso, franjas de aluvión litoral entre barrancos por donde discurren aguas ocultas. En barrancos estrechos con acusada disposición en V, el trazado avanza por el lecho para captar mejor todas las aguas subálveas”.

El muro lateral superior del túnel filtrante (aguas arriba) es de mampostería de piedra seca para el buen filtrado de los filetes líquidos y el piso debe ser impermeable. El muro lateral inferior (aguas abajo) también es de mampostería en seco pero enfoscado con argamasa de cal y arena hasta la altura que se desee impermeabilizar, según el nivel del desagüe de la mina. Su techo está cubierto, en dintel, con losas basálticas (lajas), apoyadas en los dos muros laterales con suficiente resistencia para mantener el espesor de las capas de aluviones que tiene encima, a veces de muchos metros de altura (hay algún caso con techo en bóveda de medio punto o apuntada), según explica el autor, que es también cronista oficial de La Aldea.

Cuando la mina se adentra por sedimentos de naturaleza variada más compactados -coluviones y materiales sueltos pero cementados por arcillas y caliches- se prescinde del entibamiento y solo se emplean paredes de refuerzo o tramos entibados. En este caso se permite mayor amplitud del túnel (de 0,8 a 1 metro de ancho por 1 a 1,50 metros de altura) y se deja el techo abovedado, con sillería de piedra noble, para mayor resistencia. Las lumbreras se convierten en profundos pozos de ventilación.

Los tramos de la mina

La mina presenta varios tramos. En primer lugar está la zona de drenaje y el túnel de filtración. Es el tramo principal de mina, situado en el subálveo o depósito aluvial de barrancos del cuaternario reciente, con una parte superior de material de acarreo (arenas, gravas y piedras o cascajos) y en la inferior de los mismos materiales pero cementados por caliches, con un alto parámetro de infiltración.

Luego está la zona subterránea de salida. En algunas minas su boca no sale directamente al exterior porque el nivel de su base, en el lateral del barranco aún debe cruzar terreno para salir fuera por zona de aluviones y coluviones cuaternarios u otros materiales como sedimentos compactos, escorias volcánicas, etcétera.

A continuación está el tramo de la acequia y estanque regulador. El agua drenada es conducida, por regla general, a través de una acequia, cubierta o no, hasta un estanque regulador, en algunos casos a kilométricas distancias y en otros se halla junto a la bocamina. Los estanques reguladores, por lo general, están embutidos en el terreno y son de poca capacidad. Por otro lado, la naturaleza del terreno así como el mayor o menor poder adquisitivo de los propietarios han determinado una variada tipología de minas que no se corresponden con las generalidades técnicas señaladas.

Entre esas singularidades se encuentran los trazados complementarios. Se contemplan en algunas minas del Sureste de Gran Canaria y conforman, a partir de la mina principal, una serie de ramales subterráneos, aguas arribas del barranco, que puede conectar incluso con un pozo.

Las minas sin campanas se dan cuando su túnel de filtración está muy cerca de la superficie del barranco. Las minas con lumbrera lateral son respiraderos horizontales que aparecen cerca de la bocamina, para su desagüe, cuando filtra mucha agua por estar el barranco corriendo. Un ejemplo es la mina de Las Casas de Veneguera.

Las minas a cielo abierto son simples zanjas pero con alguna obra de fábrica; prácticamente coinciden con las llamadas madres de agua o azudes de derivación. Los minotes o minillas constituyen unas minas de corta longitud y poco hueco de filtración en barrancos estrechos.

Las minas de naturaleza mixta son túneles filtrantes que atraviesan tramos rocosos y tramos de aluviones, por lo que tienen una naturaleza mixta al comportarse también como galería de risco en uno o varios tramos. Las minas-presas paralelas a la costa aparecen en los diseños de la ingeniería hidráulica de principios del siglo XX para captar los fluidos que se pierden a nivel del mar por el Norte de Gran Canaria.

A veces tienen un muro, tipo presa subterránea, trazado paralelo a la costa. “Una solución que por ahora no hemos visto en ninguna otra parte del mundo y que necesita de un motor y bombas para elevar el agua filtrada. Un ejemplo es la mina de El Rincón”.

Los pozos con minas es una estrategia muy común en los barrancos del Sur y Suroeste de Gran Canaria, así como de Fuerteventura. “Consiste en trazar desde el interior de la caña de un pozo ya perforado un túnel de filtración en dirección al subálveo del barranco”.

Gracias a la información oral de personas mayores y al estudio de los proyectos de minas de los ingenieros canarios, así como el análisis in situ de las minas que subsisten, “hemos podido acercarnos con cierto detalle a la tecnología minera y de construcción de las minas, un tipo de obra hidráulica ya histórica que dejó de hacerse hace unos sesenta años cuando los pozos sobreexplotaron el acuífero del subálveo de nuestros barrancos”.

Cálculo de nivel

En síntesis, el cálculo de niveles es el primer paso y se hacía desde la zona de filtración en el cauce del barranco hacia el punto calculado de la salida del agua, la futura bocamina, con unas pendientes muy suaves, entre el 1% y el 2%. En segundo lugar se procedía a la apertura de la zanja. Se ejecutaba por tramos transversales al plano del barranco, dirección aguas arriba, a cielo abierto (en las minas más comunes), previniendo el drenaje adecuado de las aguas subálveas que van aflorando.

En tercer lugar estaba el entibamiento. Abiertos los tramos de zanjas comenzaba el entibamiento, a cielo abierto por maestros pedreros y mamposteros, desde la zona de drenaje hasta el punto de la bocamina. Para ello, primero se realizaba el piso, la base o canalización a modo de tajea, con piedras, ripios y mortero de cal hidráulica. Se calculaba una pendiente suave del 1% al 2%, la suficiente para que el agua saliera tranquila.

Sobre dicha base-canalización se levantaban las dos paredes laterales: la de aguas arriba de piedra seca, para favorecer la filtración de las aguas subálveas, y la de abajo, con piedras rejuntadas con ripios y argamasa para impermeabilizar bien hasta la altura calculada del nivel de las aguas captadas. Luego se techaba con lajas, a modo de dintel (en algunas aparecen arcos de sillares) y se formaba así un túnel filtrante entibado. Por ello, esta obra de fábrica se iba ejecutando de arriba aguas abajo, hasta terminar en la bocamina donde comenzaba la acequia de conducción.

En cuarto lugar venía la obra de fábrica de los pozos de ventilación o campanas. Al finalizar cada tramo, se hacía la obra del pozo de ventilación, con piedras (o sillares en su caso) y argamasa de cal en caso de alturas acusadas; unos de sección circular y otros cuadrangular, con escalones o no y algunos de forma helicoidal (caracol), tanto embutido en el terreno como con peldaños incrustados en la pared del pozo.

A continuación venía el sepultado de la mina. Una vez terminada la obra de fábrica se enterraba con el mismo material de la zanja y así quedaba hecho un túnel filtrante subterráneo, con sus correspondientes lumbreras de ventilación que asoman como el brocal de un pozo a la superficie del barranco.

Luego estaba la canalización y estanque regulador. Desde la boca de la mina se traza una acequia enterrada o bien a cielo abierto, que conduce el agua alumbrada hasta un estanque regulador. Después venía la ampliación del túnel de la mina. “Un trabajo posterior, si el nivel de las aguas subálveas bajaba con los años, era el de la ampliación del túnel filtrante, con técnica minera común, excavando y reforzando con obra de fábrica, dirección aguas arriba en zona de cascajo, sedimentos, coluviones”.

“Esto suponía un riesgo de desplomes, como también lo era con la apertura de las zanjas, cuyo ejemplo más reciente fue el accidente ocurrido el 11 de julio de 1917 en la Mina de Los Charquillos (Ingenio), cuando al desplomarse el escombro de la zanja sepultó a cuatro mamposteros que entibaban la obra, dos de los cuales murieron por asfixia”, señala Suárez Moreno.

“Nuestras minas de agua, siguiendo el modelo de las lumbreras de ventilación introducido desde la Península Ibérica por los primeros colonizadores europeos, llevan la solución de un registro, como en las redes modernas de saneamiento, en forma de pozo vertical, común en todas las galerías filtrantes y qanats del Oriente Medio.

Es muy curioso que las denominemos campanas, como también lo hacemos con los respiraderos de galerías de pozos de agua ordinarios. Se debe a que en su brocal o cimborio se levantan dos pilares atravesados en la parte superior por una viga de madera, parecido a un campanario, para sostener la polea donde rodaba la soga para extraer a mano o con molinete (torno) los materiales de la excavación inicial de la mina o los de su limpieza anual, y donde además se colgaba una pequeña campana de aviso para los operarios que trabajaban en el túnel de la mina o de la galería del pozo“, añade.

Arquitectura diferentes

Las campanas presentan arquitecturas diferentes: unas, las de poca profundidad, muy sencillas, de piedra seca como ya indicamos, de planta cuadrangular con un lado de unos 0,7 metros y una altura de 1 a 2 metros; y otras, las más profundas, están realizadas con obra de fábrica más compleja de piedra seca o, en su caso, rejuntada con argamasa de cal e incluso enfoscadas, casi siempre de sección circular u oval (algunas cuadrangulares), en anchos de 0,70 a 2 metros y profundidad de 3 a 30 metros.

Algunas, las situadas dentro del barranco, disponen hacia la corriente del agua una forma de punta como el tajamar de los puentes, que hacen de cuña para desviar la presión del agua hacia los lados. Hay campanas que adoptan la solución helicoidal (en caracol) en escalera o en rampas, similares a las de algunas minas de agua del Levante hispano y a las de los puquios de Nazca (Perú).

Estas campanas con escaleras de caracol -cuyos peldaños tanto pueden ser de sillería como de hormigón armado y se incrustan en la pared del pozo circular- son obras diseñadas por los ingenieros canarios de finales del siglo XIX a principios del XX. Las faenas de limpieza periódica de las minas se hacían a través de estos registros de ventilación. Consistían en la extracción con pala, azada y perolas de los azolves que se filtraban con el agua del barranco.

Un par de operarios, por lo general gente joven y delgada, a la luz de lámparas, faroles y mechones, limpiaban el túnel en posición muy encogida. Otros, en la superficie con sogas, manualmente o con molinete, extraían el material. En cambio, en las campanas de escalera o de rampa helicoidal el material se subía a hombros.

El rendimiento de estas minas de agua, hasta mediados del siglo XX, no era uniforme a lo largo del año, pues los meses de lluvias llegaban a alcanzar un flujo de 2 a 5 azadas (20-50 litros por segundo), que disminuía en verano de 0,25 a 2 azadas. Pero en los ciclos de sequía, y sobre todo en los veranos, algunas llegaban a secarse.

A mediados del siglo XX, cuando la sobreexplotación de los recursos hídricos del subálveo a través de pozos cercanos a las minas fue acusada, algunas se secaron completamente, caso de las minas de El Doctoral (Santa Lucía de Tirajana) y de La Fuente de San Francisco (Telde). Y, de esta forma, la milenaria estrategia minera del agua a través de minas, que llega a Gran Canaria en el siglo XVI, dejó de emplearse y, en su lugar, sobresalió el sistema de captación a través de profundos pozos y algunas galerías.

Civilizaciones antiguas

Los pueblos protohistóricos del Oriente Medio ya excavaban galerías, zanjas y pozos en busca del agua subterránea. La referencia más remota está en las galerías tipo qanats construidas por las civilizaciones establecidas en la península de Omán, a partir del año 1350 a. C., en estrecha relación histórica con otras galerías similares de la cercana meseta de Irán. En el área de la Palestina bíblica consta la existencia, aparte de los pozos casi prehistóricos, de variados tipos de galerías subterráneas, unas de conducción de aguas y otras de captaciones.

Son espectaculares las galerías trazadas desde el interior de las ciudades amuralladas, hacia los siglos IX-VIII a. C., en Gibeón, Gezer, Azor, etcétera, en búsqueda de los acuíferos subterráneos extramuros. Más tarde, durante el dominio persa, entre 550 y 331 a. C., se extendió desde Egipto hasta el lejano Oriente, la tecnología específica del qanat. Los romanos desarrollaron al máximo y perfeccionaron las técnicas hidráulicas del Mundo Antiguo, y a ellos se les atribuye la difusión de la tecnología minera de pozos y minas por todos sus territorios conquistados.

Así, el más célebre de los arquitectos romanos Marco Vitrubio, del siglo I a. C., describe en su célebre obra de ingeniería y arquitectura, Los diez libros de arquitectura, unos pozos conectados entre sí por acueductos subterráneos que responden a la tipología de la mina de agua tipo qanat.

Los árabes, en la Edad Media, perfeccionaron los sistemas hidráulicos romanos y del Oriente Medio y formularon, a través de sus matemáticos, ingenieros y extraordinarios agrónomos (geóponos), tratados de construcción y conservación de artilugios y arquitecturas hidráulicas, entre los que se encontraba la tecnología minera de los qanats y las minas de agua.

En la Península Ibérica los musulmanes, tanto árabes como bereberes, pasan a la historia como verdaderos especialistas en la captación y regulación de los recursos hidráulicos subterráneos y superficiales. La tecnología hidráulica y agronómica islámica resultó extraordinaria para el desarrollo económico no solo de la época andalusí, sino de los momentos posteriores en aquellas regiones hispanas y en las tierras de Ultramar, desde Canarias al Nuevo Mundo.

La literatura científica denomina a estas obras hidráulicas como galerías filtrantes, galerías drenantes y qanats. “Aunque, de ahí la confusión, dependiendo de cada zona geográfica y de la naturaleza de las mismas, llevan diferentes nombres, incluso en una misma región”.

“El concepto que en Canarias tenemos de minas y galerías de agua es muy similar al empleado en otras partes, aunque en algunas zonas de la Península Ibérica o de América se designan, generalizándolo, galerías filtrantes. Las minas son exactamente iguales a las cimbras de origen árabe localizadas en el Sureste de la Península Ibérica, Mallorca y a otros tipos de galerías de captación de las aguas subálveas de las regiones del Norte de África, Oriente Próximo y América”, destaca el historiador.

Nomenclatura mundial de minas y galerías

Las galerías se corresponden con las galerías filtrantes excavadas en roca y con algunos tipos de túneles llamados también minas de agua en Portugal, Suroeste español y México. En las áreas geográficas de influencia islámica las minas de agua se denominan qanat (Irán), kariz-karez (Turquía, Armenia, Afganistán, Pakistán, Turquestán chino…), kahan (Baloch), falaj (Arabia), foggara, fegaguir, chegga… (Túnez, Libia, Argelia) y khattara (Marruecos).

Por el Oriente Kanrjing (China), man-nun-poo (Corea) y mam bo (Japón). En la Europa Mediterránea: galería, mina, alcavons (en varias zonas de España), zanja y cimbra (Andalucía Oriental), viaje de agua (Madrid, Toledo…), font d’agua, cave, mine (Levante y Cataluña), mina de água (Portugal), mine d’eau, source, cavernos (Centro y Sur de Francia), bottini (Siena, Italia), minere de’acqua, ingrutatti (Sicilia, Italia), etcétera.

Por América Latina galería filtrante, pocería, tajo, socavón, túnel de agua, fuque… (México); puquio y pica (Perú y Chile), etcétera. En el Área Anglosajona: draine gallery, infiltration gallery, chain well, etcétera. Y, en las Islas Atlánticas: mina de água (Madeira) y mina de agua, galería de agua y socavón (Canarias).

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