Empecé a leer cómics a la misma vez que aprendí a leer y, desde entonces, no he parado de hacerlo. En todas estas décadas he leído cómics buenos, regulares y no tan buenos, pero siempre he creído que el lenguaje secuencial es la mejor -y más idónea- puerta de entrada para leer tanto letras como imágenes. Ahora leo más cómics digitales que físicos, pero el formato me sigue pareciendo igualmente válido y sigo considerando el cómic un arte.
FLASH GORDON. EL HERMANO MAYOR DE LUKE SKYWALKER. VERSION 2.0
Para aquéllos que no estén familiarizados con el nombre, les diré que él fue la persona que, en respuesta a la petición del entonces presidente de King Features Syndicate, Josepth V. Connolly -quien demandaba una tira de prensa de ciencia ficción para competir con Buck Rogers, y una tira de prensa que tuviera lugar en la jungla para competir con el Tarzán dibujado por Hal Foster- terminó por crear Flash Gordon y Jungle Jim.
Alex Raymond en 1949
En la génesis de ambas historias quedan claras las influencias de las tiras contra las que debía competir por el favor de los lectores, sobre todo el trabajo de Harold Foster en el personaje creado por Edgar Rice Burroughs. No obstante, las aventuras de Buck Rogers, obra de Phil Nowlan y Dick Calkins, también son notables, más que nada en los primeros años del resolutivo jugador de polo, Gordon.
Lo que vino después fue todo un derroche de creatividad -en algunos momentos, espectacular- merced a la cual surgió un universo y unos personajes que terminaron por marcar no solo a la generación que creció con ellos, sino al mismo concepto de aventura espacial.
No quiero dar a entender que Jungle Jim sea inferior en calidad al trabajo de Alex Raymond en Flash Gordon, porque esta afirmación faltaría a la verdad, pero sí que es cierto que es difícil imaginar la ciencia ficción contemporánea, cuando ésta viaja al espacio, sin pensar de manera inmediata en Flash Gordon, Dale Arden, el profesor Hans Zarkov, el malvado y singular emperador Ming the Merciless, su hija la princesa Aura y los príncipes Thun, Barin y Vultan, soberanos, éstos, de otros tanos reinos del planeta Mongo.
Página de Flash Gordon y Jungle Jim según los lápices de Alex Raymond.
© 2019 King Features Syndicate, Inc.
Toda esta imaginería, la forma en la que los personajes se relacionaban en entre ellos, sus disputas y sus enredos amorosos, el continuo enfrentamiento con un emperador que deja pequeños a cualquiera de los tiranos que han pululado por la historia de la civilización humana, y la forma en la que el dibujante los plasmó, domingo tras domingo -entre 1934–1943- terminaron por definir una manera de entender las aventuras lejos del planeta Tierra que, décadas después, desembocó en una saga cinematográfica que a punto está de terminar, tras cuatro décadas de existencia.
Ignoro si Alex Raymond fue consciente de la importancia de su aportación a la ciencia ficción y a la cultura popular contemporánea, aunque sí que es cierto que el dibujante fue partícipe del enorme éxito que cosechó la adaptación cinematográfica, en formato serial, producida por Universal Pictures entre 1936 y 1940, protagonizada por el nadador olímpico, luego transmutado en actor, Clarence Linden Crabbe II, conocido para el público como Buster Crabbe. Los tres seriales, especialmente el primero de todos -en su día, el más caro de cuantos se habían rodado, con un presupuesto de 350.000 dólares de la época- son todos de una imaginación desbordante, muy lejos de los estereotipos que por aquel entonces arrastraban aquellas aventuras semanales que los espectadores acudían a ver como complemento a los largometrajes que se proyectaban en los cines.
El actor Larry “Buster” Crabbe, posando como Flash Gordon, en foto de estudio tomada para promocionar el primero de los seriales cine cinematográficos producidos por Universal Pictures Corporation en el año 1936.
© 2019 Universal Pictures Corporation. Photo: © 2019 Everett Collection/ Rex
Y ni siquiera el estar rodados en blanco y negro, con escenarios, materiales, trajes y demás utilería reciclada de otras tantas producciones desmerece el trabajo final del equipo técnico y artístico que llevó a los espectadores hasta un universo galáctico que luego otros copiaron, revisaron, adaptaron o, simplemente, homenajearon al no poder llevarlo a la gran pantalla como ellos hubieran querido.
Lo que es innegable, y el libro de Alberto Becattini y Antonio Vianovi lo deja bien claro, es la importancia dentro del mundo del noveno arte en particular -y en el mundo de la ciencia ficción, en general- del trabajo del dibujante norteamericano, quien supo ver las enormes posibilidades de un género y de un escenario como aquél y plasmarlo todo de una manera que, a día de hoy, nadie ha podido superar.
Puede que el único artista gráfico que logró desarrollar un estilo similar al de Alex Raymond -aunando la espectacularidad de sus páginas, el gusto del primero por los detalles y por plasmar a los personajes, especialmente los femeninos, como si éstas se trataran de ilustraciones individuales, tan comunes en aquellos momentos, no formando parte de un dominical de un periódico- fuera Alfonso Williamson, quien dibujara el personaje entre 1966 y 1967. El artista colombiano-norteamericano sí que supo entender las reglas por las que el dibujo de Alex Raymond se regía, una mezcla de clasicismo y toques contemporáneos que llevaron su trabajo al momento histórico en el que se desarrolló y plasmó al aventurero espacial y todos los elementos que le rodeaban de una forma que aún hoy perdura, de la misma forma que las planchas de Alex Raymond son merecedoras de estar colgadas en las paredes de cualquier museo de arte que se precie.
Flash Gordon y Dale Arden según Alfonso Williamson. © 2019 King Features Syndicate, Inc.
El jueves seis de septiembre del año 1956, Alexander Gillespie Raymond Jr. fallecía en un accidente de circulación, mientras probaba un nuevo modelo de Chevrolet Corvette Convertible junto a su colega, el también dibujante Stan Drake. Con su muerte, el noveno arte perdía a una de sus personalidades más importantes y a quien fue capaz de llevar al ser humano, como décadas antes lo había hecho Edgar Rice Burroughs de la mano de John Carter y Dejah Thoris, más allá del infinito conocido e invitarle a vivir en aquellos lejanos parajes.
Lo que hoy en día resulta chocante, por no decir, directamente insultante es que las nuevas generaciones, las que tienen acceso al trabajo del dibujante y a la posibilidad de ver los seriales cinematográficos con tan sólo pulsar una tecla del ordenador, sigan ignorando la impronta y el legado de Alex Raymond, Al Williamson y el mismo Buster Crabbe. O que piensen estos jóvenes, y afirmen, que el universo de George Lucas fuera solamente producto de la imaginación del director californiano, cosa que es absolutamente falsa. Bien les vendría ponerse a hacer los deberes de fan, que los hay, y darse cuenta de todos aquellos elementos de la saga galáctica que poseen una influencia clara, directa y exportada, del trabajo del dibujante norteamericano, de la misma forma que los seriales de Flash Gordon y Green Hornet influyeron en buena parte de la imaginería de Star Wars.
Portada del primer álbum de la colección dedicada a recopilar las páginas dominicales dibujadas por Alex Raymond entre 1934 y 1944, publicado por Dolmen Editorial.
Por lo pronto, y gracias al esfuerzo de una pequeña editorial española, Dolmen Editorial -pequeña, en comparación a los grandes nombres del Parquet español que publica cómic- ya es posible leer las planchas originales dibujadas por Alex Raymond, que reúnen las aventuras de Flash Gordon y Jungle Jim, algo de lo que no se había podido disfrutar hasta el momento, a pesar de la sucesión de ediciones que habían llegado hasta el mercado nacional.
En el caso de los seriales de la Universal, ésta sí que mantiene el copyright de cada uno de ellos, algo que no es habitual, tras haber superado la barrera de los setenta años que dicta la ley para, luego, ser de dominio público. No obstante, se pueden conseguir a un precio más que aceptable y, además, merecen mucho más la pena que buena parte de las mamarrachadas que, día tras día, llegan al mercado con la etiqueta de una saga que, al final, es solamente una película que se disfruta en la soledad de una sala de cine y no llenando una casa de aquéllo que, al revés de lo que ocurre con el trabajo de Alex Raymond o Buster Crabbe, SÍ que pierde valor y sentido.
Y si no me creen, inviertan un rato en conocer todo lo anteriormente dicho. Puede que, incluso, lleguen a entender mucho mejor la razón por la que George Lucas creó su epopeya galáctica, en un universo lejano, muy lejano.
© Eduardo Serradilla Sanchis, Helsinki, 2019
© 2019 King Features Syndicate, Inc.
© 2019 Universal Pictures Corporation.
© Dolmen Editorial, 2019
Para más información sobre los álbumes con las tiras de prensa de Flash Gordon y Jungle Jim, por favor consulte el siguiente enlace: www.leprechaun.es/ o en los siguientes números de teléfono: +34928279471 y +34828918162
Para más información relativa el serial cinematográfico sobre el personaje de Flash Gordon, por favor consulte el siguiente enlace: http://www.serialsquadron.com/index.html
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Empecé a leer cómics a la misma vez que aprendí a leer y, desde entonces, no he parado de hacerlo. En todas estas décadas he leído cómics buenos, regulares y no tan buenos, pero siempre he creído que el lenguaje secuencial es la mejor -y más idónea- puerta de entrada para leer tanto letras como imágenes. Ahora leo más cómics digitales que físicos, pero el formato me sigue pareciendo igualmente válido y sigo considerando el cómic un arte.
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