El hombre de 88 años acusado de matar a su mujer tenía el perfil del maltratador, según los médicos forenses
Varios forenses sostuvieron este viernes que el perfil del hombre de 88 años de edad acusado de asesinar a su mujer de 74 años el 10 de abril de 2006, tras asestarle una puñalada mortal en el corazón con un cuchillo de cocina durante una discusión en el domicilio de una de sus hijas en Santa Brígida (Gran Canaria), coincide “posiblemente” con el de “un maltratador”, dada su personalidad “dominante, machista y narcisista”.
Los forenses aportados por la acusación incidieron durante el juicio celebrado en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Las Palmas en la “personalidad con fuertes rasgos narcisistas” del octogenario F.C.A. --el preso de más edad de España en prisión preventiva--, para quien la Fiscalía solicita 23 años de cárcel por un presunto delito de asesinato y malos tratos habituales en el ámbito familiar.
El Ministerio Público acusa al procesado de someter a su fallecida esposa durante los 56 años que duró su matrimonio a un “trato degradante y vejatorio consistente en dirigirle incluso en presencia de sus cuatro hijas expresiones como ”tonta“, ”ignorante“ y ”vieja arrugada“ y ”propinarle puñetazos o agarrarle fuertemente por el cuello“.
Tras años de agresiones físicas y malos tratos psicológicos, la Fiscalía señala que sobre las nueve de la mañana del día 10 de abril de 2006, el hombre se encontraba junto a su mujer en la casa de una de sus hijas, quien salió para efectuar gestiones relacionadas con el fallecimiento de su esposo. En ese instante, F.C.A. inició una conversación en el jardín con su mujer, a resultas de lo cual lloriqueaba a su nieto ante las condiciones impuestas por su abuela para retomar la relación.
Un cuchillo de ocho centímetros
El nieto escuchó instantes después cómo al preguntarle el acusado a su abuela qué normas quería imponer, ella le contestó: “Tú tu vida y yo la mía”. Durante el transcurso de los aproximadamente 15 minutos que su nieto estuvo fuera de casa, el acusado aprovechó para hacerse con un cuchillo de cocina de ocho centímetros de afilada hoja, con el que, mientras conversaba con su esposa sentados en sendas sillas en el porche “de forma completamente súbita e inesperada para ésta y con ánimo de acabar con su vida”, le asestó en el tórax “una potente y certera puñalada que directamente atravesó su corazón”, según el Ministerio Público.
Al regresar su nieto y escuchar los gritos de su abuela diciendo “que me ha apuñalado, que me ha apuñalado”, observó cómo el acusado todavía portaba el cuchillo ensangrentado en su mano, arrebatándoselo sin que opusiera resistencia y mientras el chico intentaba auxiliar a su abuela agonizante.
Aunque la mujer fue intervenida quirúrgicamente en un centro hospitalario de la capital grancanaria falleció una hora después como consecuencia de las lesiones ocasionadas por el acusado.
“Sabía lo que hacía y tenía miedo al abandono”
Los médicos señalaron este viernes en sus declaraciones en el juicio que tras realizar varias entrevistas al procesado comprobaron que éste se encuentra “en fase predemencial”. No obstante, uno de los expertos señaló que “el psicótico sabe lo que hace, no se puede resistir a ese deseo delirante”.
En este sentido, dejaron claro que “no presenta ningún déficit en las funciones mentales superiores”. “Tiene plena capacidad para ejecutar actos voluntarios. Se acuerda de todo. Sentía temor a ser abandonado. No soportaba la probable pérdida de su esposa motivando posiblemente una reacción psíquica de agresividad”, añadieron, al tiempo que manifestaron que “tiene síntomas obsesivos”.
De este modo, insistieron en que “en el momento de los hechos no tenía trastornos cognitivos, funcionales, sino que era portador de una desestructura de su personalidad”.
Igualmente, ratificaron sus informes, en los que se precisa que “era un padre rígido con sus hijas”, con una “personalidad meticulosa, dominante, que mantiene relaciones fuertes y tiránicas con sus allegados”.
“Mientras la mujer acepta su posición no hay problemas, pero si se resiste e intenta expresarse se desencadena la violencia”, detalla el escrito, que agrega que “toda actitud” que el procesado “sienta como una ofensa puede desencadenar un rencor inflexible y destructor”. “Su ira y sus celos en este caso le han conducido al homicidio”, aseveran.
Los forenses agregaron que “la personalidad con fuertes rasgos narcisistas” de F.C.A. ha ido incrementándose en su senectud “ocasionando una conflictividad con sus hijas y una violencia familiar importantísima para la convivencia”.
Al principio reconoció los hechos
Además, la forense de guardia cuando ocurrió el suceso reveló este viernes que en su primera entrevista el hombre, que entonces tenía 86 años de edad, reconoció los hechos imputados siendo su discurso “coherente”. “No sé lo que ha pasado, le he clavado un cuchillo a mi esposa”, le confesó. Posteriormente, “han aparecido confabulaciones y la ideación delirante respecto al hecho imputado, culpando a su nieto”, señala el informe forense.
“Su capacidad de abstracción, juicio, orientación y memoria no se encuentran dañadas”, resalta el documento, que también comenta que el procesado octogenario “no presenta un deterioro físico que no sea debido al paso de los años y a su propia edad”.
Por su parte, el forense propuesto por la defensa manifestó que el acusado presenta un cuadro de demencia cortical en fase precoz que le ocasiona una desestructuración de la personalidad, lo que contrasta con la preservación de sus funciones motoras y cognitivas y es incapaz de realizar operaciones mentales complejas, volviéndose lábil e incontinente su afectividad.
El informe de la autopsia practicada a la víctima desveló que el trayecto de la herida fue único, de dirección arriba-abajo y de izquierda ha derecha. Además, apunta que la herida incisiva requirió “un golpe con suficiente intensidad”. El cuerpo de la mujer también presentaba “lesiones cutáneas en ambas muñecas que son compatibles con una sujeción de las mismas con fuerza”.
“La quería más que a nadie”
Sin embargo, en su declaración el pasado miércoles, el hombre negó este viernes los hechos y afirmó que su mujer era “una santa” y “la quería más que a nadie”. Sin embargo, sus cuatro hijas le describieron como una persona “celosa, dominante, agresiva y soberbia” a la que temían y que les sometía a “maltrato físico y psicológico” desde la infancia, además de amenazarles con “rajarlas”.
“No había matrimonio que se llevara mejor, éramos como dos muñecos juntos. Mi mujer es la mujer más santa, verdadera y milagrosa que hay en la tierra. Para mí mi mujer está después de Dios y he llegado a quererla como a mi madre”, aseguró el octogenario, de 1,47 metros de altura y con problemas de audición y vista, que entró hoy también en la Sala custodiado por la Policía Nacional, con la ayuda de dos muletas.
“Yo no he visto quién mató a mi mujer, pero otra cosa es que alguien se quiera defender para echar la culpa a otro”, manifestó el acusado, haciendo alusión, así, a su nieto, que estaba en la vivienda donde transcurrieron los hechos, pero, no obstante, explicó lo ocurrido y que intentó auxiliar a su abuela en cuanto ella le alertó: “me ha apuñalado”.
El procesado explicó que su matrimonio duró 56 años y vivieron en Madrid, Málaga y Gran Canaria, al tiempo que resaltó que ella era “más inteligente y guapa” que él. “Jamás en la vida la golpeé ni a ella ni a mis hijas, ni las insulté jamás. Mi mujer era la que mandaba en casa. No la eché nunca, me hubiera ido yo primero”, aseguró. Así pues, rechazó haber sometido a su esposa a un “trato degradante y vejatorio”.
El juicio continuará el próximo miércoles, a partir de las 10.30 horas, al suspenderse hoy por la indisposición de una de las magistradas de la Sala.