Admite que agredió sexualmente a una niña en Gran Canaria y que lo intentó con otra
Un hombre admitió este martes haber agredido sexualmente en marzo de 2008 a una niña de 14 años de edad en Las Palmas de Gran Canaria y haberlo intentado con otra en el mes de mayo del pasado año porque perdió “el control” de sí mismo. El acusado se echó a llorar durante el juicio celebrado en la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Las Palmas y manifestó que su intención no era hacerles “daño”, sino que le apetecía decirles “cosas obscenas” a ambas.
La Fiscalía ha solicitado imponer un total seis años y seis meses de prisión para M.R.M., de 32 años, acusado de un presunto delito de agresión sexual y otro de supuesta agresión sexual en grado de tentativa. Sin embargo, el letrado de la defensa, Cristóbal Díaz, solicita seis meses de cárcel por cada uno de los supuestos delitos.
“Yo no pensaba en la edad de las chicas sino que era como si estuviera desequilibrado y me apetecía decirles cosas. En vista de lo que he hecho un problema tengo desde luego”, aseguró el procesado, que se confesó autor de los hechos. “Me recomendaron ayuda psicológica pero pensé que no me hacía falta”, añadió. Por su parte, los forenses negaron que sufriera trastorno mental alguno.
El acusado reconoció que sobre las 17.00 horas del 29 de marzo de 2008 se acercó hasta una niña -que entonces tenía 13 años de edad- que estaba en el parque Juan Pablo II, en el barrio de Siete Palmas, paseando a su perro. Se bajó de la bicicleta y después de aproximarse a ella, entabló una conversación con la menor, a quien le preguntó si “tenía novio”. Acto seguido “perdí el control de mí mismo y le metí la mano bajo la camisa y la toqué”, aseguró M.R.M..
Añadió que la menor quedó “paralizada”, pero que después ella reaccionó y profirió gritos de auxilio, por lo que el acusado emprendió la huida. Dijo que en un primer momento no la notó “con miedo” y afirmó que “no hubo tensión” ni pensó que ella se sintiera “forzada”.
Otro intento de agresión
El segundo caso ocurrió en un solar en el barrio de Siete Palmas el 6 de mayo de 2008, sobre la misma hora, cuando otra chica, de 16 años de edad, se encontraba paseando a su perro y el acusado se aproximó a ella. El procesado negó que hubiera colocado en el cuello de ésta “una navaja diciéndole que no gritara ni se moviera, que si no la mataba”, palabras que, sin embargo, la víctima ratificó en su declaración como testigo, si bien matizó que él no le llegó a poner el arma en dicha parte del cuerpo.
“Mi intención no era hacerle daño en ningún momento, no sé por qué saqué la navaja”, comentó el acusado, que reconoció que pidió a la chica que se dirigiera al otro lado del parque, junto al muro, para evitar la intervención de cualquier persona que pasara por el lugar. “No le llegué a hacer ningún tipo de tocamiento ni le dije nada obsceno porque no dio tiempo a nada”, añadió.
En un momento de descuido del acusado, la niña logró zafarse y emprendió la huida, por lo que el acusado salió huyendo hacia el lado contrario.
M.R.M. resaltó que su “carácter ha cambiado” tras enfermedades que ha sufrido su padre. A preguntas de la Sala, no supo decir con qué intención cogió la navaja. “No sé qué responder, quizás era para sentirme más seguro”, indicó.
Declaran las víctimas
Por su parte, la primera víctima declaró en calidad de testigo que al principio de los hechos y al ver a M.R.M. no sospechó “nada raro”. Luego él se acercó y le dijo que “era guapa” y la agredió pero, según ella, el procesado, le dijo que “era lo más normal del mundo”. Añadió que se quedó paralizada por el “miedo”, pero en cuanto vio que la agresión podía ir a más, gritó y se fue a su casa “llorando”, mientras que él salió huyendo en su bicicleta.
La segunda víctima relató que el acusado le amenazó “varias veces” con que no gritara porque de lo contrario la “apuñalaba” con la navaja que portaba, cuya hoja la chica aseguró haber visto. En todo caso, recalcó que no le llegó a poner la navaja en el cuello. “Eché a correr y no miré atrás. Yo no le he hecho nada para que me hiciera esto”, subrayó.
Además de dos policías que participaron en el registro del domicilio, también declaró el padre del acusado y dos peritos propuestos por la defensa.
Los forenses constataron que “la angustia y malestar” del acusado tras enfermedades de su padre le ocasionan “agresividad en situaciones a veces estresantes o por falta de control”. No obstante, dejaron claro que M.R.M. “no tiene ningún trastorno mental en sentido estricto”.
Por todo ello, la Fiscalía solicita una pena de dos años de prisión para el acusado por el primer presunto delito de agresión sexual, así como cuatro años y seis meses de prisión por el segundo supuesto delito de agresión sexual en grado de tentativa.
En cuanto a la responsabilidad civil, el Ministerio Público reclama que el procesado indemnice a la primera niña, en la persona de sus representantes legales, en la cantidad de 4.000 euros por los daños morales causados, y a la segunda con 3.000 euros. Por su parte, la defensa reclama seis meses de prisión por cada delito y una indemnización de 1.000 euros para cada víctima.