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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Tormenta Delta
Se cumplen 17 años del Delta, el ciclón tropical que sumió a Canarias en el caos en 2005

Delta arrancó parte del Dedo de Dios, en Agaete. En la imagen, el antes y el después de la tormenta tropical

Canarias Ahora

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Se cumplen 17 años del paso de la tormenta tropical Delta por Canarias, un fenómeno que llegó hasta las Islas en la noche del 28 al 29 de noviembre de 2005 y que dejó en Izaña la racha de viento más potente jamás registrada en España hasta la actualidad: 248 kilómetros por hora.

Aunque Delta llegó a las Islas después de perder intensidad y pasar de huracán a tormenta tropical, dejó tras de sí un daño con escasos precedentes documentados. Por las Islas solo pasó la denominada cola de la tormenta, pero aún así provocó daños materiales multimillonarios y dejó sin luz a unos 350.000 ciudadanos durante días, algunos, durante más de una semana. También provocó inundaciones, desprendimientos, caída de ramas y otros daños. Uno de los más significativos fue la pérdida para siempre del Dedo de Dios, la roca que se erigía en el mar en la costa de Agaete.

La tormenta también dejó víctimas mortales: un hombre que fue arrastrado por los fuertes vientos en Fuerteventura, y seis migrantes que fallecieron al naufragar la embarcación en la que viajaban hacia Canarias. También provocó heridos en diversos puntos del Archipiélago.

La isla que sufrió más daños fue Tenerife, pero ninguna se libró de los efectos de la tormenta. Según recoge el informe de la Comisión Delta publicado por el Boletín Oficial del Parlamento de Canarias el 20 de diciembre de 2006 (un año después de la catástrofe), “hasta ahora la Comunidad Autónoma no había sufrido un fenómeno de este tipo ni de esta magnitud. Solo basta recordar algunas de las incidencias producidas en algunos puntos de nuestra geografía, como fue el cierre de puertos y aeropuertos, el importante número de carreteras cortadas, los daños cuantiosos en infraestructuras y en el sector primario, los desperfectos en colegios y en otros centros públicos como hospitales, así como la grave incidencia en el suministro eléctrico y de comunicación que generó en mayor medida la incertidumbre y el desasosiego de la ciudadanía”.

A esto se sumó, indica el documento, “el que la propia trayectoria de la tormenta, calificada por los expertos de errática, hacía aún más complicado prever cuál sería el nivel de afección a nuestras islas en los días previos, al haber cambiado de dirección en varias ocasiones”.

Entre las conclusiones del informe se destaca la necesidad de instalar un radar meteorológico en la isla de Tenerife, así como la de reforzar el número de estaciones automáticas de vigilancia en todas las islas, de manera que “la Red de Observación en Canarias sea de la magnitud necesaria para garantizar en el futuro predicciones exactas en cuanto a la intensidad de los vientos y estado de las mareas”.

También se recogió que, aunque Canarias tiene competencias estatutarias para un servicio meteorológico propio, en ese momento aún no las ejercía, por lo que el informe recomendó “definir si hacerlo de forma independiente o consorciada al Instituto Nacional de Meteorología, siempre que el Estado mejore la dotación de medios personales y materiales del instituto”.

Años después del Delta, ese radar, que se instalaría en Alto de Cruz de Gala, en el municipio de Buenavista del Norte, se ha quedado en nada, tras anunciarse en 2019 que la Aemet procedía a la rescisión del contrato por el incumplimiento de la empresa adjudicataria.

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