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Aprobado el acuerdo sobre el clima, sin consenso

La Cumbre del Clima de Copenhague adoptó este sábado el acuerdo climático suscrito por una veintena de jefes de Estado y de Gobierno tras un inesperado golpe de timón de la presidencia de la conferencia para desbloquear la oposición que, durante siete horas, mantuvieron los países bolivarianos y Sudán. Una argucia legal permitió incorporar el acuerdo, suscrito por 25 países, sin necesidad de consenso y al que se podrán adherir voluntariamente los países que lo deseen.

Así, la Convención de la ONU sobre Cambio Climático “tomó nota” del acuerdo pactado este viernes, que entrará en vigor en 2010, según señaló Ban Ki-Moon, y que pone encima de la mesa la financiación a corto (30.000 millones de euros ) y largo plazo (100.000 millones anuales a partir de 2020). Mientras, retrasa hasta enero de 2010 el establecimiento de las cifras de compromisos de reducción de emisiones de CO2 de los países ricos y las acciones voluntarias de mitigación de los países en desarrollo.

El texto también hace referencia a las sugerencias científicas que recomiendan acciones para evitar un aumento de la temperatura media del planeta no superior a 2 grados centígrados, aunque no menciona que la referencia temporal es la época preindustrial.

En todo caso, las expectativas de esta cita, que en principio debía alumbrar un tratado internacional, el acuerdo mundial de reducción de emisiones de CO2 que sustituyera al Protocolo de Kioto a partir de 2013, no se han cumplido. La próxima cita, la COP16, tendrá lugar dentro de aproximadamente un año en México.

Ban Ki-Moon: ''Hay que hacer más''

El secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, que estuvo presente en las deliberaciones durante toda la noche, manifestó su satisfacción por la resolución de la Cumbre aunque señaló que hay que hacer más para enfrentar el cambio climático. También aseguró que intentarán tener pronto un texto vinculante y subrayó que éste es una de los procesos negociadores más difíciles.

El plenario de la conferencia se reunió poco después de las tres de la madrugada y los representantes de Venezuela, Bolivia, Cuba, y Nicaragua y Sudán criticaron duramente durante horas el procedimiento por el que se pactó un documento, bloqueando su aprobación. En el marco de la Convención, todas las decisiones se adoptan por unanimidad y basta con una sola objeción basta para tumbarlas. Entre las anécdotas de la sesión, destaca que la representante de Venezuela insistió tanto en pedir la palabra que lo hizo con la mano ensangrentada.

Algunos participantes consideran que la oposición de estos países obedecía a su deseo de boicotear un acuerdo capitaneado por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y también apuntaban que China, a pesar de estar entre el grupo de países que pactaron el texto, podría estar instrumentalizando a los bolivarianos para evitar un acuerdo que, en realidad, no quería (recoge algún tipo de sistema de transparencia internacional aunque no muy exigente). De hecho, aseguraban que los chinos aplaudieron durante un tiempo las intervenciones de estos países.

Entre tanto, países como Maldivas, Papúa Nueva Guinea, Granada o Bahamas, pedían encarecidamente la adopción de un documento que les permitirá acceder, a partir del próximo año, a los fondos económicos necesarios para luchar contra el cambio climático.

Elena Espinosa se defiende de Sudán

Reino Unido, Japón, Papúa Nueva Guinea, Suecia, Estados Unidos, Canadá, Francia, Australia o Francia, se unieron a la petición de que se adoptara el acuerdo. La ministra de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, Elena Espinosa, tomó la palabra ante el plenario para defender el trabajo de los jefes de Estado y de Gobierno que habían elaborado el documento y la solidaridad con los más vulnerables, además de criticar las palabras del delegado de Sudán, que acusó a estos países de actuar en base a una ideología como la nazi.

Uno de los aspectos más comentados de esta Cumbre fue la dirección del presidente, el primer ministro danés, Lokke Rasmussen, al que algunos no consideran a la altura para conducir la diplomacia climática. De hecho, Rasmussen estuvo a punto de tirar la toalla hasta que el negociador inglés, el ministro de Medio Ambiente Ed Miliband, muy activo durante toda la noche, lo impidió in extremis y forzó un nuevo receso para que los servicios jurídicos estudiaran la fórmula que evitara el fracaso de la Cumbre. De hecho, Rasmussen ni siquiera actuó como presidente cuando se tomo nota del documento y se resolvió todo el embrollo.

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