Canarias deja escapar a enfermeras especialistas en salud mental por falta de reconocimiento oficial

Protesta de enfermeras especialistas en salud mental ante la sede de Presidencia del Gobierno de Canarias.

Iván Suárez

Las Palmas de Gran Canaria —

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Nerea se examinó hace poco más de un mes para tratar de obtener una de las 25 plazas convocadas en una Oferta Pública de Empleo de Osakidetza (el Servicio Vasco de Salud) en la especialidad de enfermería en salud mental. Ve “bastante factible” lograrlo y atrapar “un buen contrato”. A esas oposiciones se han presentado alrededor de 115 aspirantes, aunque también compite con otras candidatas que conservan la nota de procesos pasados. Acumula una experiencia de cuatro años de trabajo en el centro de salud mental de Bermeo, en Bizkaia. 

En Canarias, la comunidad en la que se formó en la especialidad tras acabar el grado de Enfermería, no tiene esa posibilidad. De momento, y a pesar de las reivindicaciones del colectivo para el reconocimiento pleno y la convocatoria de plazas específicas de salud mental, solo puede optar a una plaza de enfermera generalista. Nerea aspiraba a hacer carrera profesional en el Archipiélago. Nació en Euskadi y se crió en Galicia, pero en 2018 ya estaba “hecha a Gran Canaria”, la isla en la que había aterrizado tras hacer el examen EIR (Enfermero Interno Residente). “Hasta me había comprado un coche, porque mi idea siempre fue quedarme, aprendí muchísimo y tenía muchas ganas de seguir trabajando allí”, cuenta.

Cuando acabó la especialidad, y después de rotar por multitud de dispositivos de salud mental en la zona sur de Gran Canaria, le ofrecieron un contrato de sustitución de una semana. Pese a que su intención era permanecer en la isla, Nerea mandó solicitudes a otras comunidades. “Nunca se sabe”, pensó. Y ahí le llegó la llamada de Osakidetza. “Me ofrecieron venirme con un contrato de tres años. Estaba muy a gusto allí y dudé, pero ¿quién rechaza un contrato de tres años?”. La balanza se inclinó hacia el País Vasco no solo por esa mayor estabilidad laboral, también por la falta de reconocimiento de la especialidad en Canarias. “Hay un agravio comparativo con respecto a las compañeras que se quedaron en las islas. Los años que he trabajado en Bermeo me contabilizan como especialista. Si me hubiera quedado allí, no solo no me podía presentar como especialista, sino que esos años no me estarían contando”, dice. 

El contrato que le ofrecieron en Gran Canaria tras acabar la especialidad era para sustituir durante sus vacaciones a Antía, otra de las enfermeras de salud mental formadas en Canarias que acabaron marchándose a otra comunidad por el mismo motivo. En su caso, a Galicia, donde ya tiene plaza fija. “Hay un efecto llamada. Si tú, como enfermera en Canarias, ves que en otros sitios está la posibilidad de sacarte una plaza de especialista y que, además, es más sencilla porque la ratio es menor (en sus oposiciones se presentaron unas 110 aspirantes y se ofertaban 30 plazas), pues evidentemente no te lo piensas mucho. No es lo mismo tener una plaza en propiedad que seguir todos los años sin esa posibilidad”, explica la profesional. 

Antía terminó la especialidad en 2011 y trabajó en el Archipiélago hasta 2020. Siempre en el mismo dispositivo, un equipo de tratamiento asertivo comunitario que atiende a personas que padecen alguna patología mental grave y viven solas o en la calle. En su contrato, sin embargo, siempre figuró como enfermera generalista. Un año antes de su marcha se había celebrado en Canarias un concurso de traslados que permitía a profesionales con plaza fija cambiar de destino antes de la celebración de la Oferta Pública de Empleo. “No me vi afectada por casualidad. Éramos cinco enfermeras con la especialidad y otras cinco no especialistas pidieron el traslado a nuestro equipo de trabajo. Yo al final me salvé, pero porque una de ellas acabó rechazando la movilidad. Si no, hubiera salido desplazada. Era la que tenía mayor antigüedad y por eso me quedé como la única especialista”. También quería seguir en Canarias, pero se le presentó la oportunidad de concurrir a las oposiciones en Galicia y logró la plaza.

Con la última OPE se había creado ya una plataforma de enfermeros especialistas en salud mental que reclamaba que Canarias siguiera la senda de otras comunidades y convocara plazas específicas. Ese colectivo se ha reactivado como consecuencia del próximo proceso de estabilización de plantilla previsto al amparo de la Ley 20/2021 de medidas urgentes para la reducción de la temporalidad en el empleo público. Teme que pase lo mismo que en aquel concurso de traslados, que profesionales formados en salud mental sean desplazados de dispositivos muy específicos y para los que se requiere atención especializada. 

Erika Vallejo, portavoz de esta plataforma, explica que la reivindicación va más allá del reconocimiento profesional, que está en discusión el modelo de atención en salud mental que se pretende ofrecer en Canarias. “Corremos el riesgo de perder a estas profesionales que se van a otras comunidades donde sí son reconocidas, vamos perdiendo ese talento y esa formación específica y, en última instancia, los perjudicados son los pacientes y la población susceptible de ser usuario de los servicios de salud mental”, destaca. 

Especialistas desde principios de siglo

El debate sobre la necesidad de la especialidad está superado desde hace décadas, incide. El enfermero Joaquín Jiménez, que lleva trabajando en salud mental desde 1995, recuerda que hace ya 22 años que salió la primera promoción de especialistas. Había cinco plazas para la provincia de Las Palmas y cinco para la de Santa Cruz de Tenerife. Desde entonces, esa cifra, a diferencia de otras comunidades que las han ido aumentando paulatinamente, no ha variado. 

En 2005, un decreto oficializó siete especialidades en enfermería en el Sistema Nacional de Salud. Entre ellas, la de salud mental. Y en 2010 se celebró un examen de convalidación para que aquellos que hubieran trabajado en dispositivos específicos de 1998 para atrás pudieran homologar el título. Ya en 2013 se había presentado en el Parlamento de Canarias una propuesta para el reconocimiento de la especialidad de enfermería en salud mental. En 2016 se crea la categoría en las Islas a través del decreto 73/2016. Desde ese momento existe, por tanto, la herramienta que permite convocar plazas de especialistas. Sin embargo, no se ha hecho y los y las profesionales siguen figurando como enfermeros generalistas en sus contratos.  

“Cuando uno termina la carrera está preparado para atender las necesidades psicosociales de las personas, pero cuando hablamos de una dificultad o un problema de salud mental o una enfermedad de salud mental, hablamos de situaciones mucho más complejas que necesitan una atención más específica. Y ahí radica el valor de la especialidad. En salud mental no tenemos una técnica específica, aparatos. La palabra y la comunicación son nuestras herramientas. Para eso nos hemos formado y seguimos desarrollando las habilidades”, señala Vallejo. 

Yasmina Marrero precisa que para conseguir la especialidad hay que hacer el grado de Enfermería, un examen nacional (el EIR) para optar a un número determinado de plazas y después, una formación específica de dos años en la que se va rotando por todos los dispositivos de salud mental. “Nos formamos en prevención, en atención temprana... La formación es muy rica y se realiza de forma conjunta con los psiquiatras y los psicólogos clínicos, de los cuales no se duda de su reconocimiento tras finalizar la especialidad”. 

Victoria Deudero sostiene que hay una “necesidad y una demanda” de estos cuidados especializados que, además, ha aumentado con la pandemia. “Se ha visto que es una cuestión prioritaria”, afirma la profesional, que recuerda que en salud mental ya ha tenido que afrontar “numerosos retos” contra los estigmas y contra las dificultades para la integración social de personas que padecen este tipo de problemas y que ahora han surgido otros como la atención al suicidio o la atención infanto-juvenil que requieren medios especializados. 

“Tenemos que ser polifacéticos. En otras especialidades siempre va a ser el paciente quien acepte los cuidados, quien los busque. En salud mental eso no va a pasar. Somos nosotros los que tenemos que estar ofreciendo, aceptando el rechazo y no abandonando, porque nos van a decir que no, que no quieren nada. A veces necesitan apoyo, acompañamiento, a veces no tienes ni siquiera que recordarle que está enfermo, sino estar presente. Vincularlo a los servicios, que mantenga un seguimiento, acompañar a las familias, son cuidados muy flexibles”, explica Vallejo, que ejerce en la unidad de internamiento breve del Hospital Doctor Negrín. 

Según Jiménez, hay partes del trabajo que las puede hacer un enfermero generalista, la parte “técnica”, como hacer análisis. Sin embargo, hay otra que requiere el cuidado especializado, “entablar la relación terapéutica, que confíe en ti, que tú también veas qué es lo que quiere el paciente, que lo veas entrar por la puerta y ya te anticipes, que sepas que ese día viene descompensado con solo verlo. Tienes que atender a personas que dicen que no tienen nada y tienes que intentar que esa persona te haga más caso a ti que a su cerebro”, relata.

“El tratamiento ayuda a bajar la angustia, a bajar las alucinaciones, por ejemplo, pero para recuperar a una persona y para que desarrolle todas sus potencialidades, no basta con los fármacos. Hay que acompañar, crear el vínculo para ajustar el tratamiento y evitar el ingreso hospitalario. Si lo ve una persona que no tiene esa experiencia, ese conocimiento, esas habilidades, que no está sensibilizada, parece que el paciente está estupendo. Viene, se pincha y hasta dentro de un mes. Y en un mes puede venir muy descompensado”, advierte Vallejo, que asegura que esa formación especializada permite “detectar cosas que a lo mejor para otro pasan desapercibidas” y sirve para tener “flexibilidad y creatividad” en las estrategias. 

Sin respuesta de la administración

La plataforma pidió hace meses una reunión con los responsables del Servicio Canario de Salud para exponerles sus reivindicaciones y tratar de llegar a un acuerdo. De momento no han recibido respuesta. Jiménez señala que el colectivo quiere ser “muy respetuoso” con todos los profesionales, que no pretende desplazar a nadie, sino ir dotando de forma paulatina unidades muy específicas de salud mental con plazas reservadas a especialistas y estudiar las necesidades de otras áreas, como las hospitalarias, para consensuar cuántas pueden ser ocupadas por enfermeros o enfermeras generalistas y cuántas por especialistas. 

Para Vallejo, se trata de determinar qué clase de atención en salud mental se quiere ofrecer. Si una centrada en la enfermedad y el tratamiento farmacológico exclusivamente o una altamente especializada y que trabaje en aspectos como la prevención. “Los tratamientos pueden aliviar, ayudar, pero no curan. Hay que buscar otras herramientas, otros apoyos a la persona. Si no, no se va a sostener la comunidad, se va a cronificar y vas a tener un triple problema, no solo para el paciente, sino también para la familia y la propia comunidad, que tiene que cargar con esas personas que no han sido tratadas, que no se han adherido a esos servicios”, sostiene. 

“El prisma ha cambiado. En el modelo antiguo, toda persona que entraba en el hospital con un problema de salud mental se quedaba dentro para siempre. Ahora se trata en casa. Se fueron creando centros porque nos dimos cuenta de que las personas no solo necesitaban un tratamiento farmacológico, sino una ocupación, una rehabilitación. Si hay un brote, el paciente va al hospital general, a la planta de Psiquiatría. Pero si hace falta rehabilitación, va a un centro especializado y si necesita un tratamiento más largo, a uno de media estancia”, afirma Jiménez.

Ante esta expansión de la red de salud mental y la creación de unidades cada vez más especializadas, el colectivo considera que es un momento decisivo para abordar el reconocimiento pleno para esta categoría profesional. De las siete especialidades de Enfermería, en Canarias solo se convocan plazas específicas de matrona. La plataforma no entendería que este paso solo se dé cuando el resto de especialidades (Pediatría, Geriatría, Enfermería del Trabajo, Familiar y Comunitaria y Médico-Quirúrgica) concluyan el proceso de homologación que Salud Mental finalizó hace años. Esta redacción ha preguntado a la Consejería de Sanidad por las reivindicaciones de estos profesionales y por los planes de futuro, pero tampoco ha obtenido, hasta la fecha, respuesta alguna por parte de la administración.  

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