Carmen Murias, nueva Reina del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria
Carmen Murias es la Reina de los piratas del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria. La representante del centro comercial Alcampo Telde se hizo este viernes con el cetro regio en una gala que estuvo a la altura de las circunstancias carnavaleras y coyunturales. Nadie en un primer momento discutió su triunfo, amparado por tres grupos de jurados y por la propia opinión pública disfrazada de telespectadores.
A su lado, cerca del trono, se sitúan Elisenda Monzón, representando al centro comercial Las Arenas, como primera dama de Honor, y Noemí Santana, en representación de Redetel Telefonía. Un poco más atrás, según marca el protocolo, Cristina Pérez, defendiendo el estandarte del centro comercial y de ocio Siete Palmas y,como cuarta Dama de Honor, Yasmina Valido, representando a Seuguridad Integral Canaria SA.
Murias se convierte así en la primera Reina elegida también por el público televisivo a través de mensajes de móviles con la fantasía I love you baby, un diseño del eterno Fernando Méndez.
El pueblo, salomónico
Un sistema de votación novelero. Pura ingeniería electoral. Mezcla de tecnología punta y de evitemos pucherazos, encerró a tres grupos de cinco jurados sabios, que luego votaron.
Los telespectadores fueron el cuarto poder de la teledemocracia carnavalera. Eligieron a Carmen Murias, claro, en una gala que ofreció sopresas, novedades y más de lo mismo y que rayó en ocasiones a gran altura. Una gala que nos da una Reina y nos quita varios pesos de encima. Musa para días de crisis en tiempos de piratas, bucaneros y tabernarios.
La aventura
Una novedad, una historia pirata en vez de una obertura, una historia nuestra; casi real. Sí, de aquellos tiempos pero con sabor a musical de Broadway o a banda sonora de las películas de Disney (más o menos) y aderezada con interrupciones para la presentación de rigor de los jurados o para las actuaciones, siempre medidas y siempre de agradecer, de los grupos del Carnaval pero también para los inevitables cortes publicitarios que, a día de hoy,son parte del negocio carnavalero.
El caso es que la historia no estuvo mal, ni de letras ni de coreografía ni de colorido en el escenario. Breves capítulos, amenos fogonazos que complementan, entretienen y no molestan. Cuatro coreografías ideadas por Marietta Calderón y Montse Colomé y en las que intervinieron medio centenar de actores y unos 150 figurantes. Nada mal tampoco las letras de Mingo Ruano (guiños a nuestro folclore) ni las adaptaciones musicales de Germán Arias.
La bahía de las Isletas,La taberna del puerto, El tesoro de la isla y El asalto y la fiesta del triunfo. Casi todos los capítulos antes de las candidatas; el desenlace, más tarde. Justo antes de la votación. Conforme al plan. Un plan a plazos concebido por Israel Reyes, al que pusieron sus voces Ramón del Castillo (muy apropiado dada las características del plan), Sonia del Rosario, el propio Mingo Ruano, Nacho Rivas y los nobles y líricos Isabel Álvarez y José Antonio Betancort. No fue en absoluto un mal plan, con barriles de pólvora (voladores, vaya) en vez de láser.
Los cantantes
Saray (muy apropiada dadas las características del plan) cantó en directo con un coro gospel en la línea de ese programa que tanto busca sonidos souleros y que tantas voces entrega a las versiones en castellano de las nuevas películas infantiles. Pero la música sigue enlatada; una histórica asignatura pendiente de este tipo de galas que sólo superan con nota las murgas...
La mísma historia con Vocal 7. Sonidos muy de ese programa y de sus derivados y poco directo excepto, claro está, sus voces...
Y Pitingo vino y actuó en directo. Él y su banda ofrecen cante y alma y en vivo. Se acabó la calma chicha del play back. ¡Avante toda! La audiencia lo agradeció a babor y a estribor del escenario del parque de Santa Catalina.
Las leyes del plan, dirán. Pero noy hay mejor plan que el plan directo, al menos en este sentido.
Los presentadores
Bien por sencillos y directos la veterana Isabel Prinz y el incombustible Carlos Castilla. El plan les daba el protagonismo justo y lo asumieron bien y con buena puntuación. Lo breve... ya se sabe. Un pero, sí. Demasiados tópicos piratas, pero las tarjetas no las escriben ellos.
Roberto Herrera también aportó la última hora desde el back stage, otra palabrita que empieza a ser parte del negocio carnavalero. Ni que el back stage fuera una palabra mágica. No lo es. Bambalinas es más bonita y detrás del escenario, más nuestra pero menos fashion.
El mapa
Pues lleno, pero no hasta la bandera en el Carnaval pirata del parque de Santa Catalina. Una noche fresquita y pocas sillas vacías. Muchas de ellas, de las desocupadas, para la prensa, que en esta ocasión se vio abocada a una lucha sin tregua entre las cumbres de Fataga (qué lejos se ven desde allí los barcos piratas y tal) y la zona de desembarco de candidatas y espectáculo en general.
En cualquier caso, algunos tuvimos la suerte pirata (los tópicos son de todos), negra o blanca, según se mire, porque estábamos ubicados detrás de un chiringuito pero con espacio, eso sí, para buscarnos la vida. Por lo demás, bien.
El escenario, sobrado y muy de la historia; muy... en la ciudad. Y muy orientado al auténtico tesoro del espectáculo: Las diez candidatas.
¿Y las autoridades? Allí, en primera fila. El alcalde Momo Saavedra, pirata él, disfrutando. Y, pardiez, el virrey Rivero sonriendo y relajado. Y así, hasta el último electo.
Y visto así, la gala, en general, buena, amena y hasta excelente a trazos, que no es poco. Perfecta para los tiempos de crisis faltos de botín.
El caso es que ya hay Reina, que el carnaval amenaza a los anodinos y que el abordaje se ha efectuado con éxito, conforme al plan. La próxima plaza en el mapa, la gala Drag. Será sin piedad, seguro.