A contrarreloj para proteger el arbolado urbano en Canarias

Árboles en Las Palmas de Gran Canaria.

Iván Alejandro Hernández

Las Palmas de Gran Canaria —

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Van por 7.000 y necesitan 15.000 firmas antes del 3 de marzo para proteger al arbolado urbano en Canarias. Una iniciativa legislativa popular, impulsada por el movimiento ‘Parents for Future’ y aceptada a trámite por el Parlamento regional, tiene poco más de tres semanas para conseguir la cifra necesaria para que la proposición de Ley de Protección del Arbolado Urbano se discuta en el Pleno de la Cámara.

La proposición de ley, que consta de 8 artículos, expone “la urgente necesidad” de poner en práctica medidas que aseguren el fomento y la mejora de los árboles en suelo urbano que cuenten con quince años de antigüedad, veinte centímetros de diámetro de tronco y de 1,40 metros de altura desde el nivel del suelo. Uno de los objetivos que se persigue es la prohibición de la tala de todos los árboles que se incluyan en la normativa así como la poda drástica e indiscriminada, que solo deberá realizarse como medida excepcional y a juicio de un técnico competente.

También aboga por el mantenimiento y conservación de los árboles urbanos por parte de sus propietarios, así como la realización de inventarios municipales de la cantidad de especies que existen en cada territorio. Y propone que se impongan una serie de sanciones para castigar aquellas actuaciones que conlleven a la tala, derribo, eliminación o poda inadecuada de ejemplares protegidos por la ley.

En resumen, se trata de una proposición que aún está en fase embrionaria, destaca el ingeniero agrónomo Domingo Afonso, uno de los promotores de Parents for future, quien destaca que aún “tiene mucho margen de mejora”. Explica que esta iniciativa nace “fruto de las preocupaciones por las continuas talas de árboles que se están realizando en ciudades de Canarias y, de manera específica, en Las Palmas de Gran Canaria”.

En concreto, el detonante que llevó a impulsar “con urgencia” la confección de la iniciativa legislativa popular fue “la tala de flamboyanos en el pueblo canario y de las palmeras en la Vega de San José o por el trazado de la Metroguagua”, pues las protestas, asegura, “fueron inútles”. En estos momentos, cuentan con el respaldo de la Federación Ecologista Ben Magec- Ecologistas en Acción, la Mesa del árbol de La Orotava, la Asociación Sociocultural Drago de Sataute y La Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria.

“Es importante que exista una ley de ámbito regional que regule todo lo referente a la plantación y conservación de los árboles en las ciudades, no se debe dejar exclusivamente en manos de una ordenanza municipal”, considera Javier Sopesen, experto agrónomo en arbolado urbano.

Uno de los principales problemas que ha podido observar Sopesen en el Archipiélago es que las talas “no se realizan con los conocimientos necesarios”, que en algunos casos se llevan a cabo porque “molestan”, cuando solo deberían realizarse “en casos muy extremos”. Por ello, incide en la importancia de la planificación, porque “es peor, a veces, plantar árboles en unas aceras de un metro, que no plantarlos” porque cuando crezca se va a tener que podar al afectar a edificios o a la accesibilidad, es decir, se hacen para corregir porque molestan, no por mantenimiento y conservación.

También pone como ejemplo al respecto las anillas que se ponen en algunos ejemplares para impedir que suban las ratas pero que, en la práctica, no son tan efectivas y provocan que el tronco se caliente en horas de excesivo calor, perjudicando al árbol.

Ruth Jaén, bióloga del Jardín Canario, considera que “los árboles aportan muchos beneficios a las ciudades porque limpian el aire al ser capaces de filtrar muchas partículas contaminantes; también  son aliados en el escenario de cambio climático, porque refrescan el calor generado por el asfalto o los vehículos. Eso se acumula durante las horas del día y no se consigue compensar con la bajada de temperaturas que hay por la noche. Y eso solo se logra con arbolado, que ayuda a enfriar el aire entre 2 y 8 grados”.

Jaén destaca los beneficios que tienen los árboles también para la salud física y mental, pues “ayudan a rebajar los niveles de estrés y a regular el flujo sanguíneo”, además de hacer más atractivas las ciudades, sobre todo “si se usaran especies autoctonas, que aportarían también valor para el turismo”.

En cambio, critica que esto no se tenga en cuenta y “se eliminan en muchos casos sin una justificación clara” ante “cualquier molestia”, por ello, incide en la importancia de la Ley de Protección del Arbolado Urbano como un primer paso que ayude a las ciudades a ser más habitables y respirables, con un “plan de gestión y planificación a largo plazo” que elija bien las especies que se van a plantar, donde y como.

El siguiente paso, a juicio de Jaén, es que se haga una labor de educación ambiental, pues, a su juicio, hoy en día se tiene una opinión bastante negativa, “que son sucios, que molestan o que generan plagas”, pero eso es un problema “de la falta de mantenimiento y gestión por parte de las administraciones a las que acusa de no tener ”la sensibilidad necesaria“.

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