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Opinión - ¡Con los jueces hemos topado! Por Esther Palomera

Declarado culpable al acusado de matar a golpes a un indigente en Arrecife

El acusado de matar a golpes a un indigente que vivía con él en una casa ocupada de Arrecife, en Lanzarote, ha sido declarado este jueves culpable de un delito de asesinato, según el veredicto del jurado popular que deliberaba sobre el caso.

El jurado ha entendido que el acusado, Manuel Antonio I.L. es culpable del asesinato de Enrique Aguilar Hinojosa, al considerar el agravante de que golpeó intencionadamente a la víctima mientras dormía para evitar que se defendiese.

Ante el veredicto del jurado el Ministerio Fiscal ha solicitado la pena máxima posible, es decir, 17 años y seis meses para el acusado, mientras que el abogado defensor ha solicitado la pena mínima al existir la atenuante de embriaguez al cometer el crimen.

El jurado ha tomado la decisión por mayoría y ha incidido en las “constantes contradicciones” del acusado, en el hecho de que un testigo le involucra directamente al confesar que “se lo había cargado” y también considera probado que el acusado tras golpear a la víctima hasta la muerte se ausentó de la casa entre treinta y cinco y cuarenta minutos, tiempo que consideran suficiente para desprenderse del arma homicida.

Contradicciones

El pasado lunes comenzó el juicio con jurado popular en el que Manuel Antonio I.L. fue acusado de matar a golpes a un indigente con el compartía una casa ocupada de Arrecife, en Lanzarote, junto a otras tres personas más, que han declarado como testigos. El Ministerio Fiscal pide 18 años de prisión, aunque ahora debe ser el juez el que dictamine la pena que le corresponde.

En un primer momento, el acusado negó los hechos que se le imputan, manteniendo que la víctima, Enrique A.H., que falleció por una fractura craneal causada por un fuerte golpe, se cayó por las escaleras de la vivienda en la que convivían al encontrarse en estado ruinoso.

Manuel Antonio I.L. sostuvo que cuando él llegó a su casa después de haberse marchado “a recoger colillas por la calle”, se encontró a Enrique A.H. muerto en las escaleras en un charco de sangre. Además, aunque las otras tres personas que convivían en la casa, José Luis Quintana, El Guindilla; Juan Carlos Moreira; y Juan Indalecio Rivero, aseguraron que todos se llevaban bien y que no había discusiones, el imputado afirmó que se llevaban mal porque el fallecido era “un falso y un ruinas”.

Los tres testigos y ocupantes de la vivienda, en estado ruinoso, que convivían con la víctima y el acusado, manifestaron que en la parte de arriba de la casa, donde dormían Manuel Antonio I.L. y Enrique A.H. existía una maza de madera muy grande que después del siniestro desapareció y la Policía no ha conseguido encontrar.

Así pues, José Luis Quintana dijo en una declaración anterior ante la Policía que el acusado le pidió ayuda para bajar el cuerpo de la habitación en la que supuestamente lo había golpeado diciéndole: “Vamos, vamos, que me lo he cargado”. Los otros dos testigos también ayudaron al acusado a sacar de la vivienda el cadáver aunque no oyeron a Manuel Antonio I.L. decir que lo había matado sino que se había caído, por ello lo sacaron de la casa, presuntamente para que cuando viniera la ambulancia lo auxiliasen más rápido.

Antecedentes

El inspector de la Policía Judicial que instruyó el caso explicó en la segunda jornada del juicio que el acusado, Manuel Antonio I.L., tenía antecedentes penales, entre ellos por un hecho muy similar a este que tuvo lugar en La Rocar.

En concreto, el acusado tenía antecedentes por una agresión sexual en el momento en el que vivía en Galicia, un delito de robo con fuerza al haber pegado a una persona para sustraerle dinero en Puerto del Rosario y otro en Lanzarote de robo con violencia.

El hecho que más llama la atención es un delito en el que se vio envuelto el imputado cuando vivía en La Rocar (Lanzarote) pues una persona mayor que vivía junto a la chabola de Manuel Antonio I.L. fue asesinada al recibir un golpe y posteriormente fue rociada con gasolina.

En este caso, al igual que en el que se cierne en torno a la muerte de Enrique A.H., era una persona mayor, el acusado se encontraba cerca de él y fue el que llamó a la Policía y a los servicios sanitarios.

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