Mayoritariamente las crónicas refieren que tras el cerco del Bentayga se produce, poco tiempo después de recibir refuerzos, el temerario asalto a la fortaleza de Ajodar y el consiguiente desastre, con la derrota de las tropas castellanas, que se tradujo en centenares de bajas entre muertos y heridos, y la precipitada huída de Pedro de Vera hacia Agaete y Gáldar, para curar los heridos y recomponer el ejército.
Uno de los manuscritos más fidedignos como lo es la crónica atribuida al alférez de la conquista, Alonso Jaime de Sotomayor (en sus tres versiones, Lacunense, Matritense y Ovetense) señala que el ejército de Vera, después de rehacerse tras el fallido cerco del Bentayga, va en busca de los canarios que se habían recogido en la Fortaleza de Ajodar, donde los castellanos reciben un fortísimo revés, que las crónicas recuerdan como “el descalabro de Ajodar”.
“Al fin visto por los nuestros que no les podían entrar ni allí se ganaba cosa alguna, (se refiere al Bentayga) acordaron retirarse para rehacerse de más gente, porque en aquel cerco (Fortaleza del Bentayga) les habían muerto ocho hombres y herido quince, con pocos daños suyos de los canarios; reforzados pues los nuestros y con más coraje del paso, vuelven sobre ellos, y hallándolos retirados en una fuerza que decían de Jodar” (Arjoda en Lac.). (Crónica Ovetense. Cap. XXI ).
En parecidos términos resulta el relato del cronista capellán Gomez Escudero: “Acordóse de rehacerse de más gente para darles asalto a la fortaleza enriscada (Bentayga) que nos habían allí muerto ya ocho hombres y heridos a muchos sin ningún fruto. Habiendo vuelto a escuadronar más gente, fuimos a los canarios con más furia que la pasada y los hallamos mejorados en el fuerte llamado Jodar (al margen se ha escrito Arjoda). (Gómez Escudero, P. Cap.XV).
Pero otros autores señalan que unas vez reforzado el ejército con nuevos contingentes, y provistos de más avituallamiento, vuelven sobre la fortaleza del Bentayga con la intención de tomarla, pero los canarios, tal vez ante el temor de que no pudieran resistir otro asalto por el refuerzo del ejército, deciden abandonar la posición de noche hacia otra fortaleza más inexpugnable, llamada Ajodar: “Envióse a buscar más gente y hecho el escuadrón fuimos a acometerles con más furia que la pasada, y nos hallamos engañados porque la noche antes se habían huido todos llevando consigo a su señora, en lo alto de aquel risco empinado a modo de torre, hay una grande llanura, con una fuente a modo de charco, dejaron aquella noche una gran hoguera, ardiendo con que juzgamos no haber fraude alguno” (Marín y Cubas, T. Cap.X)
Tampoco se ponen de acuerdo los cronistas en la sucesión de los hechos bélicos, porque unos dicen que las tropas castellanas que vienen por mar desembarcan en algún lugar de las costas de lo que hoy es la Aldea, para entrar por el Barranco Grande, hacia el interior de la Caldera de Tejeda, empezando los hechos de armas con el “Cerco del Bentayga” y posteriormente el asalto fallido a la fortaleza de Ajodar. Otros, sin embargo, señalan que primero asaltaron la fuerza de Ajodar y luego el Bentayga, pero también están los que confunden Ajodar con el Bentayga y viceversa.
No obstante, son mayoría las crónicas que refieren que primero se produjo el cerco del Bentayga y luego el de Ajodar, y nosotros consideramos que pudo suceder así realmente, porque ciertamente la Fortaleza del Bentayga o Bentagaire, con los roques del Bentayga y Cuevas del Rey, donde coexisten los graneros colectivos fortificados y las cuevas viviendas en gran número, parece constituir un escenario perfecto para intentar resistir un asedio y tener a salvo a la población civil que no podía luchar ni defenderse. De todas formas, algo es seguro y es que el ejército castellano, en su desplazamiento hacia el Bentayga, tomando la única vía de acceso viniendo por mar, como lo es el barranco Grande, tuvo que pasar por la base de la fortaleza de Ajodar, que no osa atacar no sabemos si por temor, o porque tenía órdenes de ir directamente a establecer el cerco del Bentayga, donde creía se encontraba la fuerza principal de los canarios.
La Fortaleza de Ajodar en las fuentes etnohistóricas
Son ciertamente escasas y confusas las noticias que se dan en las antiguas crónicas sobre dónde estaba ubicada esta gran fortaleza, la más inexpugnable de todas las que tenían los canarios. Los cronistas aportan datos que se prestan a la confusión., tal vez por un desconocimiento geográfico de quienes relatan aquellos hechos de armas sobre un territorio del que nada sabían, situado en la otra parte de la isla, en la “Trasierra”, como ellos mismos dicen, al referirse a la parte de la isla que está detrás de la “Cumbre”, la cadena de montañas que separan Gran Canaria en dos vertientes, en dos territorios muy distintos entre sí.
Los conquistadores ocultaron la existencia de aquel nefasto lugar, donde fueron severamente derrotados, en lo que sería el peor descalabro sufrido por los ejércitos castellanos durante los cinco largos años que duraba ya la conquista de la isla. Nada que conmemorar, tuvieron que pensar, y así en poco tiempo se olvidaría lo que allí sucedió. Sin embargo, todavía muchos años después, el descalabro de Ajodar era recordado por los viejos conquistadores que estuvieron en la batalla al ser preguntados en la Información Pública promovida por Margarita de Guanarteme, hija de Fernando Guanarteme (Thenesor Semidán), el último guanarteme regente de Gáldar, cuando reclamaba para sí, el Redondo de Guayedra, las tierras que otorgaron los Reyes Católicos a Fernando Guanarteme por jurar fidelidad a la Corona de Castilla y comprometerse en la conquista de la Gran Canaria.
Los diferentes relatos de los cronista refieren que Ajodar estaba situada a dos leguas del puerto de Tazartico: “El gobernador determinó, con acuerdo de don Fernando y de todo su campo, que se acometiese a aquella fuerza de Axodar por la otra banda de la sierra que cae hacia el mar. Y así se hizo, que pasando la gente a un puerto que está a dos leguas de la fuerza de Ajodar por un camino áspero, llegaron al pié de la fuerza” ( Abreu Galindo, J. Cap. XXIV).
La legua geográfica castellana del siglo XV equivalía a 6.361 metros. La legua común (5.572 metros) era la utilizada en la medida medida de distancias en cartografía, siendo ésta muy similar a la conocida “legua de hora de camino”, estimada como la distancia que una persona a pie, o a caballo al paso, recorría en una hora, pero en terreno llano. En el caso que nos ocupa , el cálculo debería ser distinto, porque el territorio que tuvo que recorrer la soldadesca castellana era muy escabroso, con fuertes pendientes, numerosos obstáculos, bosques, etcétera, que harían mucho más lenta la marcha de las tropas, pertrechadas con equipamiento de guerra. Quien conozca bien estos barrancos sabe de lo que estamos hablando. En cualquier caso la distancia entre el punto de desembarco, Tazartico o el puerto actual de La Aldea, hasta la fortaleza de Ajodar, lo sitúan los cronistas en dos leguas castellanas, lo que equivaldría a unos 12 o más kilómetros de distancia.
También sabemos por las antiguas crónicas que el ejército de Pedro de Vera es trasladado desde Agaete por mar, y desembarca en la desembocadura de algún barranco situado entre Tazarte y La Aldea. Igualmente sabemos que las tropas tienen que dirigirse inexorablemente al Barranco Grande porque es la única vía de acceso hacia el interior de la Caldera de Tejeda, donde se encuentran fortificados los canarios .
Otro dato de gran importancia es, sin duda, la distancia a la que se encontraba la Fortaleza de Ajodar con respecto al sitio de desembarco de las tropas, unas dos leguas castellanas, según refieren los cronistas, esto es, unos 12 Kilómetros, aunque pueden que más porque, como dijimos, esta medida se establece para caminos llanos, y se calculaba por el tiempo que se tardaba en recorrer esa distancia, esto es, una legua en una hora. Pero, teniendo en cuenta la orografía del lugar, lo agreste del territorio, con subidas empinadas, abundante vegetación, etcétera, es probable que el tiempo empleado en llegar al pie de la fortaleza fuera mucho más de dos horas. Pero, en cualquier caso, nos aleja de los alrededores de las desembocadura de los barrancos mencionados donde pudieron haber desembarcado las tropas, sea Tazartico o La Aldea.
En ninguno de los lugares próximos a Tazarte, Tazartico o La Aldea existen fortalezas naturales que fueran acondicionadas por los canarios, es decir, fortificaciones dotadas de graneros, sitios de habitación, lugares para guardar el ganado, fuentes de agua, etcétera, donde lo población canaria pudiera refugiarse, resistir un asedio y sobre todo defenderse. Por eso los canarios esperan a las tropas de asedio en el interior de la Caldera de Tejeda, al amparo de sus fortalezas interconectadas entre sí y equipadas con todo lo necesario: Bentayga, Ajodar, Acusa, Timagan. Taguy… entre otras
Pero, ¿cómo es vista la Fortaleza de Ajodar por los primeros cronistas? De sus relatos podemos extraer información que nos pueda servir para localizar este mítico bastión de los antiguos canarios. Con pequeñas variantes, todos los autores coinciden, casi de forma literal, en la misma descripción: “Esta Fortaleza es un cerro pendiente y cuanto un tiro de arcabuz cercado en redondo un risco tajado con solo una subida y arriba hay un llano y una fuente que da agua para beber cien personas.” (Cedeño, A. Cap.XI).
“Fuéronse a recoger a una fuerza que dicen Axodar, que es un alto cerro pendiente y cuanto un tiro de arcabuz lo cerca un risco tajado, con solo una subida, y hace un andén que se puede andar a la redonda; y luego otro risco redondo, con otra subida más áspera, y arriba un llano con una fuente” (Abreu Galindo, J. Cap. XXIV)
El descalabro de Ajodar
Tal vez por la gravedad de lo sucedido en Ajodar las crónicas de la conquista se extienden en los detalles, a fin de cuentas nunca antes, en los largos años de guerra, los castellanos habían sufrido un revés de tanta gravedad. Centenares de muertos y un número indeterminado de heridos, de los que seguro muchos morirían por la gravedad de las heridas sufridas. Sin embargo este luctuoso suceso para los castellanos, pronto sería olvidado, y no se dejó constancia de donde se había producido.
Aunque todavía años después, algunos testigos presenciales lo recordaban en la información pública promovida por Margarita Fernández Guanarteme sobre los méritos del Rey don Fernando Guanarteme, su padre. Veamos lo que refieren las crónicas de la conquista sobre esta legendaria batalla:
“Tardaron poco en volver sobre los canarios y halláronlos en la fuerza de Aiodar y dan en ellos el gobernador Pedro de Vera, por un cabo, y Miguel de Moxica por otro, y los canarios iban de huída la sierra arriba y los nuestros siguiéndolos por unos malos pasos, esforzándose los canarios a volver sobre los nuestros, echándoles encima muchos riscos y galgas en tanta manera, que los mataban y hacían pedazos sin poder ir a ellos de hacer más mal ni poder apartarse de ellos. Y allí el buen don Fernando, poniéndoseles delante, con altas voces, les rogaba que cesasen de hacer mas mal, pero como bían la suya, no querían, y rogábanle que se desviase, que aquel día los habían de matar a todos los que les tomaban sus tierras. Y el de don Fernando, muy constante, continuando sus ruegos, teníanle respeto muchos de los canarios. Dejaron de echarlas y ansí escaparan, de aquel peligro y allí murieron Miguel de Moxica y muchos vizcaínos y castellanos. Y luego el gobernador Pedro de Vera y Alonso Jaimes encargaron al buen don Fernando que hiciese enterrar a los muertos y fueron sepultados el Miguel de Moxica y los demás, y los maltratados de los riscos se retrugeron con mucho trabajo a el pueblo de Galdar a los curar, y alojáronlos en unas casas grandes que al canto del lugar estaban, a la parte donde el sol se pone, y en otra casa cerca decían misa y la intitularon de la advocación del señor Santiago, donde fueron enterrados y depositado copia de aquellos maltratados. mientras allí estuvieron los nuestros detenidos por causa de los maltratados hicieron allí junto una torresilla, arrimada a una casa grande de los antiguos. (Lacunense.”De la muerte de Miguel de Moxica y de otros muchos en Ajodar (Cap.XXI).
Una serie de datos de gran importancia se extraen de la crónica Lacunense, atribuida al alférez de la conquista Alonso Jaimes de Sotomayor. En primer lugar que la peor parte de la batalla la sufren las tropas al mando del Contino Miguel de Mujica, que sucumbe junto con mas de 200 ballesteros, al caer en la trampa que le tienden los canarios, haciéndoles creer que huían montaña arriba, hasta llevar a Muxica y sus hombres a un punto sin retorno, en el segundo andén, donde no podían ser socorridos, y son masacrados por los canarios. Muchos otros habían caído al ser alcanzados por los aludes de grandes piedras que los canarios provocan al soltar sus empalizadas, estratégicamente situadas en las vertientes de la fortaleza natural, para impedir que los enemigos pudieran controlar los pasos.
“…e que los canarios de guerra rebeldes salieron de la Fortaleza y dieron con ellos e mataron a el dicho Capitán Miguel de Mujica e a muchos de los cristianos e a otros hirieron e a otros se desriscaron y maltrataron en la juida e que los dichos cristianos que estaban con el dicho Pedro de Vera comenzaron a juir e que entonces el dicho gobernador e capitan general Pedro de Vera de miedo se abraso con el dicho guanarteme y le rogó que le favoreciese a el y a los cristianos…” (Gonzalo de Aguilar, conquistador de esta isla, testigo de los hechos de Ajodar, presentado por Margarita de Guanarteme en la Información Pública sobre los méritos y servicios del Rey Fernando Guanarteme, su padre).
Otro dato de gran interés que encontramos en la Crónica Lacunense es que Pedro de Vera huye con los restos de la tropa que le quedaba, transportando dificultosamente a los heridos, suponemos que barranco abajo hasta el Puerto de La Aldea donde embarca precipitadamente rumbo al fuerte de Agaete y de allí a Galdar, donde construye un torreón y se hace fuerte esperando recuperarse y dando tiempo a curar a los “maltratados de Ajodar”. Antes de retirarse encarga a Fernando Guanarteme que entierre a los muertos allí mismo: “Y luego el gobernador Pedro de Vera y Alonso Jaimes encargaron al buen don Fernando que hiciese enterrar a los muertos y fueron sepultados el Miguel de Moxica y los demás”.
Este es un dato fundamental porque, efectivamente, los muertos de Ajodar fueron enterrados por Fernando Guanarteme, al que los canarios alzados aún respetaban, en algún lugar de esa fortaleza, en cuevas o en túmulos, o puede que utilizando ambos contenedores. Este dato constituye una de las claves, encontrar el lugar de los enterramientos de más de 200 ballesteros que fueron depositados, precipitadamente, con sus vestimentas y arneses de guerra, en algún lugar de la Fortaleza de Ajodar.
Encontramos otro dato en la crónica Matritense, que hasta ahora había pasado desapercibido, pero que confirma la idea de que los muertos de Ajodar se enterraron en el lugar de los hechos, y que no fueron transportados a Galdar, lo cual es lógico, porque Pedro de Vera que salió a uña de caballo del lugar de la batalla, no tenía posibilidad alguna de transportar los despojos de más de 200 hombres a las embarcaciones para ser enterrados en Galdar, donde aún no si existía ni una iglesia. Por eso en Galdar utilizan casas de canarios para improvisar un hospital y otra de gran tamaño , para convertirla en iglesia que ponen bajo la adveración de Santiago, donde entierran unas réplicas de los muertos de Ajodar:
“.. y los maltratados de los riscos se retrugeron con mucho trabajo a el pueblo de Galdar a los curar, y alojáronlos en unas casas grandes que al canto del lugar estaban, a la parte donde el sol se pone , y en otra casa cerca decían misa y la intitularon de la advocación del señor Santiago, donde fueron enterrados y depositado copia de aquellos maltratados”.
Vertiente noroeste de la Mesa del Junquillo, vista desde el cauce del Barranco Grande.
Vertiente noroeste de la Mesa del Junquillo, vista desde el cauce del Barranco Grande.
Vertiente suroeste de la Mesa del Junquillo vista desde la Degollada del Agujero, en Pajonales.
Vertiente suroeste de la Mesa del Junquillo vista desde la Degollada del Agujero, en Pajonales.
Mesa de Junquillo desde Vigaroe.
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