Un discapacitado tiene que subir “a rastras” hasta un cuarto piso
JEREZ DE LA FRONTERA (CÁDIZ), 20 (EUROPA PRESS)
Francisco Aguilera, un gaditano residente en la pedanía jerezana de La Barca de la Florida, criticó hoy que tiene que subir “a rastras cuatro pisos” para llegar a su casa después de que en 2003 sufriera un infarto cerebral que lo dejó postrado en una silla de ruedas, con un 87 por ciento de minusvalía.
Así lo dio a conocer el propio afectado, de 46 años de edad, a Europa Press Televisión, quien explicó que lleva “una vida arrastrada” desde que hace seis años sufriera un infarto cerebral, ya que dijo, vive en un edificio que no tiene ascensor y, por tanto, tiene que subir “a rastras” los “216 escalones” que distan del portal a su casa.
Francisco, o Paco como prefieren que lo llamen, tiene que aparcar la silla de ruedas en el rellano de la escalera para posteriormente tirarse al suelo y sentado, de espaldas, subir poco a poco todos los escalones hasta llegar a su vivienda. La bajada, aseveró, se hace más llevadera aunque en su descenso sigue recibiendo los golpes de cada escalón.
Este es su quehacer diario y como mínimo, indicó, baja “dos veces al día” para pasear, aunque temió que en muy poco tiempo el grado de minusvalía y el esfuerzo que tiene que realizar le impidan llevar a cabo su odisea diaria para salir a la calle.
“Por el momento intento bajar dos veces al día, pero ya mismo no podré bajar porque se me están acabando las fuerzas y me asfixio cada vez más”, lamentó este jerezano con dificultad debido al grado de minusvalía que padece que le ha provocado además una parálisis facial.
HEMATOMAS POR TODO EL CUERPO
Además, aseguró que de arrastrarse por las escaleras de su edifico para poder subir y bajar tiene hematomas por todo el cuerpo. De hecho, mostró “la faja y las rodilleras” que cubren su cuerpo para evitar hacerse más daño a la hora de querer darse un paseo.
Por ello pidió que se agilicen los trámites para su ingreso en un centro o residencia porque, manifestó, así no puede seguir viviendo, ya que la arquitectura de su edificio impide la instalación de un ascensor. “No pido dinero ni una casa, sólo mi ingreso en un centro o una residencia”, reiteró.