La escritura como resistencia de Nivaria Tejera, autora de la primera novela sobre la Guerra Civil en Canarias
“Abuelo ha regresado. No quiso ponerse a llorar sin estar papá. Él trae la noticia. Papá no está en Faife. Esta mañana lo llevaron al campo de concentración a trabajar forzado y lo han incomunicado”. Así describe Nivaria Tejera, autora de la primera novela sobre la Guerra Civil ambientada en Canarias (1959), su experiencia a través de los ojos de una niña que sufrió el encarcelamiento de su padre tras el golpe de Estado franquista y las penurias del momento. Su escritura no podría entenderse sin sus intensas vivencias. Nació en Cienfuegos, Cuba, en 1929 y falleció en París en 2016, donde se encontraba exiliada. Vivió las consecuencias de la represión franquista, de la dictadura de Fulgencio Batista en su país natal y después participó en la Revolución Cubana, de la que quedó desencantada desde 1965. La investigadora canaria María Hernández Ojeda, profesora titular en el Hunter College (Universidad de Nueva York) ha ahondado sobre la vida de esta autora de la que destaca su importante legado y su estilo. “El legado más importante es su noción de escritura, para ella escribir fue la única forma de resistencia, de escapar de las imposiciones que tuvo que vivir toda su vida”.
El padre de Nivaria era un reconocido periodista e intelectual en el municipio de La Laguna (Tenerife). Hernández señala que era una figura reconocida en el mundo cultural, de ideas republicanas y totalmente lo opuesto al Régimen. Estuvo encarcelado hasta el año 1944 y, una vez pudo salir de la cárcel, toda la familia huyó hasta Cuba como polizones en un barco. “Ella era una niña y durante la Guerra el padre es arrestado y esa pérdida de la infancia y la cicatriz que se va a crear va a ser el trasfondo autobiográfico de la novela El Barranco”, detalla la profesora. Este va a ser el primer momento autobiográfico importante: la infancia en Canarias. En la novela queda reflejado lo que marcó a su familia la ausencia del padre, la tristeza porque estuviera realizando trabajos forzados en el campo de concentración o que no pudiera estar presente cuando perdieron a Chicho, el hermano pequeño. Las penurias que tuvieron que pasar en aquellos momentos, marcados por la escasez de alimentos y de bienes básicos o cómo funcionaba la cartilla de racionamiento fueron claves de la historia. “He tratado de explicarle, pero mamá no entiende que para mí es vergonzoso cargar con el paquete de víveres desde la tienda hasta casa. Allí hay que pedir una y otra vez las cosas y rogarles que echen un poco más de azúcar y preguntar por qué el precio del jabón ya no es el mismo siendo la cantidad la misma, para luego saber explicarle a ella, y esperar a que arranquen los cupones de la libreta de racionamiento y por último ponerme colorada y tartamudear y torcerme las uñas contra el mostrador antes de confesarles que esto lo pagaremos después, la otra semana, y que lo atrasado, la entrante, la que sigue, y ver que ellos ponen mala cara y me hacen esperar dejándome para la última”, se resume en otro fragmento de El Barranco.
Esta dura niñez va a ser la que inspire esa primera novela que publicará en Cuba en 1959, y un año antes en Francia. El Barranco es un texto canario que se palpa en el vocabulario, en el paisaje y en la historia. “Es verdad que Nivaria en algunas ediciones revisa y quita una cosas y pone otras, pero el texto El Barranco es un texto canario y ya la segunda novela, Sonámbulo del sol es un texto muy cubano que publicó en 1971. Esa novela ganó el premio Biblioteca Breve Seix Barral, un premio fundamental para los autores americanos y Nivaria fue la primera mujer en conseguirlo”, apunta Hernández, que añade que este es un texto mucho más experimental.
La Cuba de Batista y, después, la Revolución
A los cinco años de regresar a Cuba tras la dura experiencia de vivir las represiones y penurias de la Guerra Civil, la salud del padre de Nivaria Tejera se deterioró y falleció. Entonces, la familia vivió las consecuencias de la dictadura de Fulgencio Batista “experimentando de nuevo otra etapa de represión, otro régimen represivo y se escapa a París, donde va a ser un momento muy importante para ella porque va a conocer figuras del arte y la literatura del momento que le van a influenciar en su escritura”, resalta la profesora. Sin embargo, en 1959 coge uno de los primeros vuelos a La Habana para participar en la Revolución Cubana. Fue agregada cultural de la Revolución, pero en 1965 se exilió en París desencantada. De hecho, en una entrevista en el año 2011 con El País afirmó sentirse antipolítica después de haber vivido bajo la etapa de Franco, Batista y Castro.
Hernández explica que la escritora consideraba que haber dejado la Revolución en el año 1965 le afectó a su popularidad, aunque la profesora cree que esto ocurrió así en parte. Lo que sí tiene claro es que tiene una gran importancia desde el punto de vista geográfico y como experiencia vital su etapa en Canarias, una segunda parte durante la Cuba de Batista y, después, la época de Castro. “Ella pasa la vida huyendo de regímenes opresores y por eso se refugia en París y es donde se va a quedar el resto de su vida”, destaca.
Una narrativa experimental
La profesora subraya que la narrativa de Nivaria es muy experimental, que se aprecia desde un principio en El Barranco. “La prosa no son datos y hechos o una anécdota, son movimientos de conciencia, percepciones de la protagonista y lo que importa es el mundo de la protagonista y cómo esas emociones se reflejan”, afirma. En ese sentido ella estaba muy inspirada por la escritora francesa Nathalie Sarraute y de la corriente literaria Nouveau Roman o la nueva novela. “En su escritura lo que se busca es el mundo interior de la protagonista, son novelas muy subjetivas, muy poéticas más que una narrativa tradicional”, remarca. En los textos de Nivaria además se aprecia ese carácter isleño, marcado por Canarias y por Cuba.
Para recomponer su historia e investigar sobre sus textos y escribir libros como Canarias, Cuba y Francia: Los exilios literarios de Nivaria Tejera o Insularidad Narrativa En La Obra De Nivaria Tejera, para Hernández fue muy importante contar con el testimonio directo de la escritora, que le facilitó además documentos que no estaban digitalizados, como qué decía la prensa de ella en aquel momento. “Tenía una gran colección de periódicos de los años 60 y 70 que hablaban de ella y que yo no los hubiera podido encontrar”, señala. De hecho, algunos de esos textos eran críticos sobre la obra de Nivaria, que “no escribía para agradar a los demás, ella tenía su forma de escribir, una escritura muy híbrida, muy experimental y muy poética”, resume. Una de las características es que no iba acorde con los movimientos o el boom cultural del momento. En Francia tenía gran aceptación y los editores franceses la ayudaron mucho. Sus cinco novelas, primero las publicó en francés y después en español pese a que ella escribía en español.
Existen similitudes entre El Barranco, de Nivaria Tejera y Primera Memoria, de Ana María Matute. En ambos casos se trata de dos niñas que revelan su experiencia en una isla, una en Mallorca y la otra en Tenerife. Es la experiencia de vivir la Guerra Civil y ahí hay varios puntos en común como la relación con el abuelo, pero la gran diferencia entre ambas es el estilo. Además, la profesora señala que Primera memoria es un libro canónico, clásico y considera que Nivaria Tejera debería tener ese lugar en la lectura académica. Explica que su obra es más conocida en el mundo académico, pero que necesita ser más reconocida en el ámbito más popular.
De las cinco ediciones que hay de El Barranco, cuatro son canarias. La primera persona en traer a Canarias la obra de Nivaria Tejera fue el catedrático de Filología Antonio Álvarez de La Rosa en los años 80 y, a partir de ahí, ha habido críticos interesados y hoy día forma parte de la Biblioteca Básica Canaria. Hernández cree que poco a poco se va percibiendo mayor interés en esta obra y destaca que el tema de la Guerra Civil fue tabú durante muchos años y no se hablaba de lo que ocurrió en Canarias. En su caso, como profesora en Estados Unidos indica que ha aprendido mucho allí sobre la Guerra Civil porque hace años en España se podía aprender a nivel individual pero no en los colegios. En Nueva York pertenece a la organización no gubernamental Lincoln (que custodia la memoria de los combatientes antifascistas que viajaron a España en la Guerra Civil a ayudar a los republicanos). La profesora también considera que cada vez se trabaja y se dan a conocer más a los autores y autoras de Canarias en las escuelas. Ella suele impartir clases en Nueva York de literatura canaria y este semestre, por ejemplo, impartirá un curso de literatura cubano-canaria. En ese cruce, destaca la figura de Nivaria Tejera, escritora que para Hernández “es muy importante que forme parte de curriculum tanto en la universidad como en los institutos”.
Más sobre Tejera
Nivaria (nombre legendario que en latín se asigna a la isla de Tenerife) tiene una hija, Rauda Jamis, hija del poeta cubano Fayad Jamís. En París, la escritora vivió hasta sus últimos días en pareja con Antón González que era un pintor de Zaragoza y “ellos eran inseparables hasta el punto que él murió dos meses después que ella”, recuerda María Hernández, que remarca que es muy importante seguir reivindicando la figura de Nivaria y su legado, premio Biblioteca Breve Seix Barral, autora de la primera novela sobre la Guerra Civil ambientada en Canarias, finalista del Premio Plaza y Janés… Entre sus obras destacan cinco novelas, además de ocho obras de poesía.
Ejemplo de que su figura quiere rescatarse y no ser olvidada es que en las últimas semanas se ha presentado en Canarias un proyecto audiovisual integrado por cinco cortometrajes que tienen El Barranco como inspiración. Se trata de una iniciativa de la Asociación Siendo, que ha contado con el apoyo del programa de Igualdad, Diversidad y Cultura que desarrolla el Instituto Canario de Desarrollo Cultural (ICDC). Los cortometrajes han sido realizados por las artistas y cineastas canarias Silvia Navarro, Daniasa Curbelo, Macu Machín, Estrella Monterrey Viña y Violeta Gil Quintana, que utilizan variedad de estilos para aproximarse a la novela y extraen lecturas desde el videoarte, la performance, el documental o el ensayo. Las obras son Estoy de regreso de un sitio remoto, Allí se metían para que no los cogieran, Aquí estuvimos, Tanqueabajo y El barranco y la finalidad ha sido la de contribuir a divulgar la gran obra de la artista desde una mirada centrada en las Islas y la perspectiva de género.
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