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El fuego deja al descubierto las deficiencias en la gestión de residuos

Incendio en una nave industrial en Arinaga el 2 de febrero de 2019.

Natalia G. Vargas

Las Palmas de Gran Canaria —

8 de noviembre de 2018. Una nave de almacenamiento de chatarra del Polígono Industrial de Arinaga es consumida por el fuego. Tres meses después, el dos de febrero de 2019, las llamas volvieron a atacar la misma nave. “Es evidente que algo pasa en ese lugar”, apunta José María Monzón, presidente de la junta de personal y portavoz de bomberos de Gran Canaria. En los quince años que lleva en la profesión, él y los compañeros de su turno han tenido que actuar en la misma nave del parque industrial más importante del Archipiélago un total de cuatro veces. Los servicios de bomberos de la zona están divididos en cinco grupos. “Solo el mío ha asistido en cuatro ocasiones, así que en total estimo que el cuerpo ha tenido que actuar al menos media docena de veces”, puntualiza Monzón.

La Guardia Civil ha cesado la investigación de los dos últimos incidentes al no encontrar la Policía Judicial “indicios de criminalidad” que indicaran que los incendios hubieran sido intencionados. Sin embargo, una vez descartada la opción de que haya sido una persona la causante del fuego, las sospechas se ciernen sobre otro factor: la deficiente gestión de residuos industriales en la Isla.

En Canarias, las dificultades para deshacerse de los residuos industriales son mayores, ya que la chatarra en estas naves depende de empresas reutilizadoras ubicadas en la Península o, incluso, en el extranjero. Así, el peligro derivado del almacenamiento de metales nocivos en grandes cantidades y durante largos períodos de tiempo aumenta. Según la concejala del Área de Sostenibilidad del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Pilar Álvarez, la lejanía del resto del territorio continental hace que “se queden muchos recursos por el camino”, con los consecuentes efectos negativos medioambientales, sociales y de desconfianza sobre el actual modelo de gestión de residuos.

Según las estimaciones del Ayuntamiento de la capital grancanaria, exportar una tonelada de residuos derivados de Vehículos Fuera de Uso (VFU) a las empresas gestoras de la Península tiene un coste de 80 euros, incluido en esta cifra el gasto de transporte. Asimismo, el precio varía en función de si la empresa gestora solo recibe el material, o si, por el contrario, también los separa.

Imposible cerrar el círculo

Un estudio encargado al Instituto Tecnológico de Canarias (ITC) por el Gobierno autonómico menciona la autosuficiencia y la proximidad como principios básicos para la creación de una red integrada de instalaciones de valoración y eliminación de residuos que complete el ciclo del reciclaje. Pero en el ámbito de los residuos industriales en la comunidad autónoma, ambas máximas se rompen, en especial, en las islas no capitalinas.

El actual sistema de gestión, que externaliza en entidades peninsulares la fase de reutilización, hace imposible la construcción de una economía circular en la que los residuos industriales emitidos en las Islas susceptibles de ser reciclados se conviertan en materiales reutilizados en el mismo Archipiélago.

El documento del ITC evidencia la debilidad del sistema autonómico de reciclaje y enumera las barreras que existen para poder instaurar una infraestructura eficiente. Entre ellas están la falta de recursos y se suelo habilitado para construir plantas, las grandes inversiones económicas requeridas por la orografía del territorio, el desconocimiento y la falta de coordinación por parte de la administración respecto a la industria del reciclaje y la insuficiente sensibilización social.

Pilar Álvarez, por su parte, insiste en que el Gobierno regional debe tener un mayor control sobre las medidas fiscales que rigen estos ciclos y ser más transparente en cuanto al volumen de residuos que se genera y su coste económico. Todas estas propuestas las recoge el Plan Integral de Residuos de Canarias, donde se incide en la importancia de que el Ejecutivo controle las importaciones y exportaciones de vehículos usados y sus componentes para garantizar que la producción y gestión de los VFU sean realizadas por gestores autorizados de forma sostenible.

Mismos incendios, menos personal

Mismos incendios, menos personalLos incendios en el Polígono de Arinaga no son algo nuevo. Sin embargo, son más sonados porque son más aparatosos. Y, a su vez, son más aparatosos porque la eficiencia de los bomberos es menor como consecuencia de la reducción de personal. “En los últimos quince años ha habido varios incendios, pero la gente se enteraba menos porque se controlaban más rápido por la mayor eficacia del servicio de bomberos”, asevera José María Monzón.

“La respuesta es menos contundente porque en un primer momento, hasta que llegan los equipos de apoyo, solo somos cuatro o cinco personas para controlar el fuego, cuando realmente se requieren 20”, señala el portavoz del personal de bomberos. “Vamos con un vehículo de 3.000 litros de agua que se nos acaba de inmediato, porque se necesitan al menos 6.000 litros por minuto”, añade Monzón. Así, un incendio que puede extinguirse en horas se prolonga durante cuatro días. En el caso de la nave de Arinaga la tensión de los profesionales es mayor por el tipo de material que contiene y por la cercanía de una gasolinera.

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