Fuerteventura busca la fórmula para limitar la “afluencia descontrolada” al Parque Natural de la Isla de Lobos

Isla de Lobos. (CARLOS DE SAA)

Saúl García

Puerto del Rosario —

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Lobos para todos. El pasado 21 de enero la plataforma Todos con Lobos reunió bajo ese lema a unas 1.500 personas para pedir que se frene la limitación de las visitas al islote ubicado al noroeste de Fuerteventura, se negocie una solución consensuada y “se debatan y aprueben medidas que permitan compaginar la protección medio ambiental del islote con el uso racional y controlado de este paraje natural único”.

El Cabildo está en proceso de aprobar una Modificación del Plan Rector de Uso y Gestión de Lobos para establecer tanto la capacidad de acogida de visitantes como las leyes por las que debe regirse. Esta modificación no afecta a la zonificación ni a la ordenación pero si afectará “positivamente”, según dice el propio documento, “a la gestión y seguimiento ambiental del uso público del Parque Natural y al mayor control y vigilancia del espacio”. Para ello se ha elaborado un estudio de evaluación ambiental.

Desde el 15 de enero se está aplicando la capacidad de carga que establece el PRUG: 200 personas de forma simultánea en el islote en dos turnos diarios, es decir, 400 personas por día. El estudio señala que hay días en que llega a haber hasta 1.400 personas, así que no se estaba cumpliendo la normativa existente. Propone tres alternativas aunque descarta la primera, la alternativa cero, que en líneas generales supone dejar las cosas como están. La alternativa 1, por la que a priori se inclina el Cabildo, establece una capacidad de acogida para uso público de 704 personas al día mientras que la 2 pone un límite más amplio porque expande el uso público al faro de Lobos, Las Salinas y la superficie comprendida entre el Puertito y las Casas del Puertito. “Esta alternativa se ajusta más a la realidad jurídica del PRUG y la evolución actual en las demandas de los visitantes” y “garantizaría la afluencia de visitantes en los lugares preparados para ser transitados y sin comprometer los valores naturales cercanos”. La capacidad es de 1.309 personas.

El problema, en todo caso, no está tanto en el número de visitantes sino en la vigilancia y seguimiento. No se trata solo de aplicar nuevas normas sino, sobre todo, de hacerlas cumplir. Por eso el estudio valora otras capacidades, como la capacidad ecológica, la social, la de mercado, la socioeconómica, paisajística (o psicológica), la gobernanza del Parque Natural y la afección a los recursos naturales y pretende establecer un índice que se llama el Límite de Cambio Aceptable.

El objetivo principal del trabajo es “obtener los resultados de la capacidad de visitantes que puede absorber el Parque Natural, de un modo y a un ritmo que no ocasione molestias, o la reducción de los hábitats ni de las especies, y que permita la conservación favorable de la biodiversidad de dicho espacio y la satisfacción del usuario que visite el Islote de Lobos”.

Se señala que la tendencia ambiental en el islote es positiva en los últimos años, que hay una “evolución favorable de la biodiversidad” y una “mejora de los hábitats y el ecosistema”, pero también hay excepciones por zonas de mayor sensibilidad ecológica o de mayor desgaste. Han empeorado la zona del muelle, el Puertito, Las Lagunitas y la Caldera, a pesar de que las dos últimas son de acceso restringido. “Las amenazas ambientales que se establecen en estas zonas no derivan tanto del número de visitantes, como del uso público que se hace en estos suelos, con un escaso equipamiento y suelos destinados al uso público o espacios libres”, dice el estudio.

Es vital, para este documento, modificar las estrategias territoriales o ambientales de uso público, así como mejorar los senderos y los equipamientos. Uno de los mayores es la población local que pasa temporadas en el islote. Se trata, dice el documento, de un problema “decreciente pero alarmante” y fija entre 40 y 50 personas la población flotante. Se dice que no hay un censo adecuado del número de barcos privados que van a Lobos y que no están registrados en el Puerto de Corralejo y que, de hecho, la “descontrolada afluencia” es el principal problema para la conservación de los valores del islote ya que no hay control de entrada y salida para esas personas que pernoctan cuando en el islote no queda vigilancia. Esto genera “problemas diversos”, como la “alteración de las condiciones naturales que para determinadas especies supone una ruptura del aislamiento y la tranquilidad, que precisan para llevar a cabo fases esenciales de su biología”.

No se ahorran críticas en el estudio para la administración: “El acceso al islote no está controlado por ninguna administración pública competente y cuenta con unas mínimas infraestructuras y equipamientos necesarios para el control y la adecuada gestión del uso público. Este es el principal factor de amenaza ambiental para algunas zonas, las más vulnerables, del Parque Natural. Y añade que hay ”falta de regulación y coordinación de las administraciones públicas, en las diferentes competencias y labores de vigilancia ambiental“.

La tasa de ocupación del islote es de solo el 3%, pero se concentra en el litoral, lo cual supone “serias amenazas al medio marino”. Los mayores impactos ambientales o amenazas que se han producido provienen de la edificación incontrolada, vertidos en el litoral, acumulación de basuras en lugares de alta calidad ambiental, escombros de obras, eliminación de la cubierta vegetal, molestias a la fauna avícola por el acceso a zonas restringidas, marisqueo furtivo, caza y pesca ilegal, introducción de especies vegetales y faunísticas invasoras, pérdida y destrucción de los valores culturales, acceso de visitantes a zonas de baño prohibido o fondeos de embarcaciones en zonas no autorizadas ni reguladas.

Muchos de estos impactos se han corregido y otros continúan, como los vertidos al mar y al litoral, el acceso de visitantes a zonas restringidas o prohibidas o el excesivo pisoteo de visitantes en hábitats naturales. Así, las mayores presiones se concentran sobre la biodiversidad del litoral y las charcas, que son las áreas prioritarias de reproducción, alimentación, de dispersión y de concentración de las especies de la avifauna amenazada, como el cuervo, la lechuza, el alcaraván, el corredor sahariano, la curruca tomillera, el alcaudón real, la abubilla, el camachuelo, el bisbita caminero o la perdiz. También se producen impactos en la zona de La Caldera y en los acantilados, durante la época de cría, por el acceso sin autorización. Son las zonas de nidificación preferidas por las aves marinas y las rapaces, como la pardela cenicienta, el guirre, el petrel de Bulwer, el paíño común, el paíño de Madeira o la gaviota patiamarilla.

En cuanto a la vegetación, en esas zonas hay especies de interés especial para la conservación, vulnerables o en peligro de extinción, como la cuernúa, el tomillo marino florido), siemprevivas, taboire amarillo o cerraja moruna, entre otras. Igualmente, se ven afectados los sebadales por los fondeos no controlados o la contaminación de hidrocarburos por efectos del tráfico marítimo y puede haber molestias a las especies marinas “por ruido, heridas por aspas de motores de barcas, posibilidad de choques de cetáceos”, que están causando “varios puntos de presión muy importantes”. “Una zona de alta presión de impactos, con un alto grado de afección marina, está en los sebadales del Puertito, y en la zona del Marrajo por el exceso de tráfico marítimo, sobre todo durante todo el verano”. La falta de vigilancia también afecta a la Zona Especial de Conservación Marina de Corralejo que llega hasta el Islote de Lobos.

“La vigilancia de estos espacios marinos protegidos es del Gobierno de Canarias, por tanto, es vital la coordinación con el Cabildo, puesto que el acceso y las presiones ambientales a las que se ve sometido el Islote de Lobos comienzan desde el medio marino que baña el propio Parque Natural, hasta el puerto del islote de Lobos”. La importancia de los sebadales reside en que proporcionan área de refugio, cría y alimentación a muchos invertebrados y peces y, por tanto, hábitat de alimentación y desarrollo para especies mayores como la tortuga boba, la tortuga verde o el delfín mular.

Cronograma

Ahora el órgano ambiental del Cabildo debe decidir si se puede eximir a esta modificación de la evaluación ambiental y si vale con la evaluación simplificada, a la que ya se ha sometido. Después se deberá elaborar el informe ambiental estratégico del PRUG, y su desarrollo será por fases. Las prioridades básicas, para el primer año, son la vigilancia, la señalización, el programa de investigación y seguimiento y un programa de concienciación ambiental.

Las claves del conflicto de Lobos

Acceso. Desde el 15 de enero se aplica un sistema de acceso al islote que obliga a cada visitante a obtener, a través de internet, una autorización del Cabildo. En los primeros días hubo bloqueos, pero con posterioridad no se están cubriendo los dos turnos de 200 visitantes. En la mañana del 1 de febrero, para el primer turno (de 10.00 a 14.00 horas) se había cubierto poco más de la mitad del aforo, mientras que para el de la tarde (de 14.00 a 18.00 horas) apenas una cuarta parte. Desde el Cabildo se indica que el sistema todavía está en pruebas pero que está funcionando correctamente y que con la modificación del Plan Rector de Uso y Gestión se quiere aumentar el límite de visitantes diarios a Lobos “haciéndolo compatible con la conservación” del espacio natural protegido.

Protesta. Las empresas náuticas que se dedican al transporte de turistas a Lobos, con el respaldo de la patronal turística Asofuer, los responsables del restaurante de Lobos, las familias con construcciones en el islote y los vecinos que han visitado de forma regular el islote, han constituido una plataforma, ‘Todos con Lobos’. Su carta de presentación fue una manifestación en Corralejo, el 20 de enero, con la que reclamaron que se suspendiera la “limitación radical de las visitas al islote” para buscar una “solución consensuada”. Alertan del impacto económico y de la limitación a “las tradiciones de miles de majoreros” que visitan el islote. Sobre la aplicación del control del acceso, que ha coincidido con una temporada turística baja, critican que desincentiva las visitas de forma notable.

Futuro. El cambio en el número máximo de visitantes, establecido en el Plan Rector de Uso y Gestión, es competencia del Cabildo y se espera dejar resuelto en los próximos meses, probablemente antes de las elecciones de mayo. Otra cuestión es el futuro de la actividad del restaurante y de las edificaciones construidas en el islote, que enteramente está considerado dominio público marítimo terrestre, bajo la competencia del Ministerio de Medio Ambiente. Una limitación clave es la de pernoctación, que en todo caso tendría que autorizar Costas. Hay una iniciativa para incluir las edificaciones en una figura de protección, como la de Bien de Interés Cultural, pero la clave para su futuro está en manos del Gobierno central.

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