Gran Canaria mantiene su apuesta por incrementar las quemas prescritas para luchar contra los incendios
El Cabildo de Gran Canaria ha afirmado en una nota de prensa que “refuerza su apuesta” por incrementar las quemas prescritas en los montes de la isla, “tras volver a comprobar su eficacia en el incendio forestal que se produjo en Tejeda, en el que las zonas tratadas con este procedimiento apenas se vieron afectadas por el fuego”. Así lo manifestó el jefe de Emergencias de la Corporación insular, Federico Grillo, quien subrayó que ese siniestro tuvo una repercusión media o baja en el 74% de las 431 hectáreas dañadas, debido a que ya se habían realizado en ellas estos trabajos preventivos.
“Tenemos más de 1.000 hectáreas en la isla tratadas con quemas preventivas, que podríamos plantear como un cierto sacrificio necesario para detener los incendios, porque, en muchos sitios, se hacen cortafuegos, en los que limpiamos totalmente el monte y dejamos una zona descampada. Aquí hemos apostado por un modelo de cortafuego que se ha convertido en un monte mucho más resistente y más sano que la parte que no hemos tocado, en la que se han tenido mayores daños”, manifestó. “Y la idea es apostar todavía más por este tipo de actuaciones en invierno, en zonas con una longitud muy pequeña y una humedad muy alta, donde podemos ser realmente muy quirúrgicos en la acción”.
En este sentido, el jefe de Emergencias del Cabildo incidió en la importancia de no medir las repercusiones de un incendio forestal por la superficie quemada, porque, como indicó, hay lugares a los que el fuego no hace nada. En este caso, concretó que un 26% de la superficie, 131 hectáreas de las 431 afectadas, sí presenta un grado de afección importante, mientras que un 36% tiene daños de baja intensidad.
Grillo, que acompañó este viernes al consejero de Obras Públicas, Infraestructuras, Arquitectura y Vivienda, y presidente insular accidental, Augusto Hidalgo, a visitar la zona que sufrió el último incendio forestal que se ha producido en Gran Canaria, explicó que el Cabildo cuenta con una serie de infraestructuras distribuidas por todo el territorio, especialmente en aquellos lugares donde saben que peor se van a comportar las llamas y que, incluso, pueden lanzar cenizas y pavesas a grandes distancias, que las propagarían las llamas.
“Durante 20 años, hemos trabajado en todas estas zonas y tenemos una gran área cortafuegos, un cinturón que va por las crestas y por las divisorias de agua, que separa norte y sur de la Isla. Empieza en la zona de Los Marteles, va por el centro, por Cruz de Tejeda, llega a Artenara y sigue hasta Tamadaba, que ya en el incendio de 2019 que resultó un freno en Artenara y Valleseco, para que no saltara a la cuenca sur, y funcionó también muy bien en 2017”, recordó. “En este caso, el fuego entró por Los Llanos de la Pez y la cabeza del incendio vino hasta el Pico de Las Nieves”.
En este sentido, hizo hincapié en que todo el lugar ya estaba tratado y, por ello, el fuego que llegaba de copa, con longitudes de llama que superaban los 20 y 30 metros imposibles de detener, al llegar a la zona trabajada, bajó a nivel de superficie y se quedó con una llama de apenas 10 o 20 centímetros, lo que permitió que la propia carretera lo detuviera. Asimismo, llegó mansamente a la carretera a la zona de las instalaciones militares y se produjo un salto por pavesas a corta distancia, que los propios militares pudieron apagar con mangueras. Y, finalmente, en su recorrido en dirección al Pico de Las Nieves, la propia carretera fue deteniendo el incendio.
En vista de este comportamiento del fuego, Grillo aseguró que, el tratamiento que el Cabildo está realizando en los montes, por una parte, sirvió para detener la base el incendio; además, evitó el salto a gran distancia a la cuenca de Tirajana, con un potencial de cerca de 10.000 hectáreas y un volumen de población importante en Tunte, Santa Lucía, toda la parte de Taidía y Risco Blanco, y, por otro lado, defendió las infraestructuras y a las personas que se encontraban en esa zona.
Junto a de todo ello, remarcó que también produjo una serie de efectos beneficiosos para el propio monte, ya que el pinar resultó muy poco afectado, hasta el punto de que, aprovechando el incendio, se autolimpió y, en unos meses, la cicatriz que generaron las llamas estará camuflada y el manto de pinocha que ha quedado en el suelo mitigará la erosión. “En definitiva, el tratamiento le ha venido bien al pinar, para que sea más resistente ante futuros incendios”, aseveró. “Sin embargo, en las zonas que no se han tratado, que son el interior de las masas de pinar, se produjeron fuegos de copa, con una alta afección al suelo, donde ha desaparecido toda la parte aérea y debe iniciar un ciclo de rebrotar y la puesta en luz provocará la entrada de matorral y fomentará futuros fuegos de copa nuevamente en la zona. Por eso, la apuesta la tenemos clara y debe ser continuar con estos tratamientos”, concluyó.
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