Un grupo de orcas avistadas en Lanzarote abren el debate científico

Un grupo de 14 orcas, uno de los mayores predadores del planeta, ha sido avistado en aguas canarias, donde esta especie es infrecuente y donde los biólogos fotografiaron sus aletas dorsales -de casi dos metros de altura- para compararlas con la población del Atlántico Norte y del estrecho de Gibraltar, donde casi están al borde de la extinción.

El avistamiento se produjo la pasada semana frente a las costas de Lanzarote en el transcurso de un censo de cetáceos desarrollado por la Sociedad para el Estudio de los Cetáceos en el Archipiélago Canario (SECAC), que financian el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino y el Gobierno de Canarias.

Según dijo el presidente de la SECAC, Vidal Martín, los machos adultos de esta especie, la Orcinus orca, alcanzan los 10 metros de longitud y 10.000 kilogramos de peso y son “uno de los mamíferos más complejos culturalmente”.

Las orcas, que pueden llegar a los 90 años, viven en manadas estables, con animales relacionados genéticamente y una estructura materno filial.

Existen poblaciones de orcas especializadas en comer salmones, atunes, arenques o mamíferos marinos.

Precisamente la presencia de esas orcas en el área está estrechamente ligada a la de atunes rojos, o patudos como son conocidos en Canarias, su principal presa.

Un reciente artículo científico ha puesto de manifiesto que las orcas del estrecho de Gibraltar persiguen a los atunes rojos hasta que éstos se cansan, lo que facilita su captura pero lleva a las orcas al límite de sus posibilidades energéticas.

Las orcas observadas frente a Lanzarote exhibieron un comportamiento similar, lo que “asombró a todo el equipo de investigadores”.

También se tomaron diminutas biopsias de piel y grasa a nueve ejemplares de esta especie, que no es peligrosa para los cetáceos y que contribuirá a conocer los lazos sociales dentro del grupo y la relación genética con otras manadas de orcas del Atlántico, información muy importante para la conservación de la especie.

Además, gracias el estudio de isótopos estables en estas muestras se podrá conocer de qué se alimentan y sus niveles de contaminación.

Este avistamiento contribuirá además a conocer algo más sobre las orcas de esta parte del Atlántico y hace hincapié en la diversidad de cetáceos en las aguas de Lanzarote y Fuerteventura, lo que muestra la necesidad de realizar este tipo de estudios sobre estos mamíferos marinos amenazados.

Detalla Vidal Martín que en la costa noroeste del Pacífico hay manadas residentes que poseen dialectos en sus vocalizaciones y que comparten su hábitat con grupos de orcas transeúntes que comen mamíferos marinos, principalmente focas y marsopas, y pasan la mayor parte del tiempo en silencio para pasar inadvertidas a sus presas.

“A pesar de ser una especie intensamente estudiada en algunos puntos de su ámbito de distribución, existe un vacío de información en esta parte del Atlántico, especialmente al sur del estrecho de Gibraltar”, explica.

Actualmente se trabaja para conocer la estructura de las poblaciones en el área, dado que esta información es vital para conservar a esta especie en la región, pero la información es limitada.

Las orcas oceánicas “no deben de llevar precisamente una vida idílica en el vasto océano”, pues, por un lado se enfrentan “a la dramática reducción” de las poblaciones de sus principales presas por la sobrepesca, los grandes atunes, y por otro a la degradación de su hábitat.

Recientemente se han encontrado niveles de contaminantes en sus tejidos inusualmente altos, añade Vidal Martín, quien señala que los principales expertos en esta especie coinciden al opinar que las poblaciones de orcas son más reducidas de lo que se creía y algunas, como la del estrecho de Gibraltar, con apenas unas pocas decenas de individuos, están al borde de la extinción.

Precisa también que no es la primera vez que se ven orcas en Canarias, donde parece que la especie es infrecuente, pero lo singular de este encuentro es que los 16 miembros, entre los que habían cuatro grandes machos maduros, reconocibles por sus grandes aletas dorsales de hasta 1,8 metros de altura, fueron identificados fotográficamente y su comportamiento fue estudiado durante casi 8 horas.

Las fotografías de las aletas dorsales de los animales de Lanzarote serán comparadas con un catálogo de aletas del Atlántico Norte y del estrecho de Gibraltar.

En esta última localización se conoce la existencia de dos manadas que llevan siendo estudiadas desde hace años por el grupo de investigación Circe.

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