El interior de Gran Canaria, en alerta nueve meses después de los incendios
Casi nueve meses después de los incendios que arrasaron más de 10.000 hectáreas, desalojaron de sus casas a 11.000 personas y obligaron a confinar una noche a un centenar de vecinos de Artenara en un edificio seguro mientras el fuego rodeaba el pueblo, la cumbre de Gran Canaria vuelve a estar en alerta.
La Agencia Estatal de Meteorología espera que los termómetros suban este sábado hasta los 35 grados en las zonas altas de Gran Canaria, en una jornada que será especialmente sofocante en las medianías orientadas al sur, donde hay aviso amarillo por calor.
El Cabildo de Gran Canaria no solo ha activado la alerta por riesgo de incendio forestal, sino que además ha lanzado una advertencia muy clara: el cóctel que se espera este fin de semana de altas temperaturas, baja humedad y viento, sumado a la sequía, es propicio para sufrir de nuevo un “gran incendio forestal”, un “GIF”. Es decir, para que ardan, como poco, 500 hectáreas de terreno. “La falta de lluvia hace que la cuenca sur sea un polvorín”, asegura la corporación insular, en su cuenta de Twitter.
Esta situación llega en un momento en el que la huella de los dos grandes incendios de agosto, en especial del segundo, sigue muy presente en la cumbre de Gran Canaria, tanto en los montes, con terrenos y árboles aún carbonizados, aunque salpicados de brotes verdes, como en la memoria de los vecinos de Tejeda y Artenara.
En el primero de los municipios, cuyos 1.909 habitantes fueron evacuados de madrugada de sus casas en dos ocasiones en apenas tres semanas el verano pasado, el Ayuntamiento ha tomado sus precauciones. Su alcalde, Francisco Perera, explica a Efe que, desde hace semanas, “se ha comunicado a todos los vecinos y titulares de viviendas rurales la obligatoriedad de mantener limpio el perímetro de su casa, al menos en 15 metros alrededor de la propiedad”.
Fue una medida que se demostró particularmente efectiva en los últimos incendios de la cumbre: aquellas propiedades que tenían un perímetro limpio alrededor, apenas resultaron dañadas por la ola de fuego de la segunda quincena de agosto. Perera asegura que se ha trabajado en ello, pero remarca que se trata de una labor ardua y especialmente “complicada al tratarse de un municipio muy diseminado”.
En el ayuntamiento colindante de Artenara, donde parte de los vecinos estuvieron una noche refugiados en un edificio seguro mientras el fuego rodeaba el pueblo, su alcalde, Jesús Díaz, alerta de que estos meses de confinamiento por el coronavirus han generado que el campo esté “más descuidado” con “hierba y maleza”. Y no es por desinterés, precisa, ya que “la mayoría de los agricultores se han quedado en el municipio durante la cuarentena”, pero se trata principalmente “de gente mayor”.
Este Ayuntamiento insiste en pedir a sus 1.090 vecinos que procuren mantener “libres de maleza todas las orillas de estos terrenos”, para que “no vuelva a suceder lo que ocurrió el año pasado”. El alcalde de Artenara subraya que la campaña contra los incendios “debe empezar en invierno” con la limpieza de los terrenos, pero este año “ha sido un ir y venir de circunstancias, con el fuego, la calima y el coronavirus” y, por ello, “están el pinar y las carreteras llenas de pinocha”.
Díaz echa en falta “más colaboración por parte del Cabildo de Gran Canaria, para que actúe sobre sus terrenos, barrancos, márgenes de carretera, etcétera”, ya que “pide a los vecinos que lo hagan” cuando “se trata de personas mayores a las que les cuesta limpiar”, con una media de edad de 70 u 80 años.
El Cabildo de Gran Canaria ya ha puesto en marcha su campaña de lucha contra incendios, con la activación del primer helicóptero forestal la semana pasada con base, precisamente, en Artenara. Pero durante el invierno también ha trabajado en otras líneas, como la de las “quemas prescritas” que practican bajo control sus servicios forestales, para aligerar de combustible algunos terrenos de ubicación estratégica como futuros cortafuegos, y también con iniciativas originales, como el programa de “ovejas bomberas”.
Tras ese nombre hay un programa de un millón de euros de ayuda al pastoreo tradicional, desde el convencimiento de que esta actividad secular contribuye a mantener un equilibrio sano en la vegetación de los montes. Los rebaños de ovejas y cabras tienen este año el encargo de limpiar 115 hectáreas de terreno en la cumbre y sus aledaños, señaladas por los especialistas forestares del Cabildo.
Un barranco lleno de cañaveral y vegetación seca puede convertirse en un auténtico río de fuego, con llamas de hasta 20 metros de altura de muy rápida propagación, algo que queda fuera de toda capacidad de extinción, remarcan los especialistas. Limpiar un terreno así con cuadrillas de operarios es un trabajo extenuante, que cuesta hasta 1.000 euros por hectárea. Confiar la tarea a un buen rebaño y su pastor, resulta tanto o más efectivo, más ecológico y, sobre todo, un 80 % más barato, 180 euros por hectárea, explicaba esta misma semana el ingeniero técnico forestal de la Consejería de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria Didac Díaz.
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