Al otro lado de los muros de la prisión
Siempre se ha hablado de cómo es vivir en el interior de un centro penitenciario, pero ¿qué pasa con quienes conviven a diario con una imagen que no todo el mundo acepta, pero que con los años pasa a ser parte de la cotidianidad?
Los habitantes del Barrio del Salto del Negro llevan más de 20 años conviviendo con la cárcel. Se ha convertido en un elemento más del paisaje de esta zona y, para muchos vecinos del lugar, la prisión pasa completamente desapercibida.
El centro penitenciario, ubicado en la zona más alta del Salto del Negro, ha dado vida a esta zona de la ciudad. Carpinterías, talleres de chapa y pintura, fontaneros, peluquerías ha crecido en un barrio que aumentó con la llegada de funcionarios y sus familias, de los empleados fijos o temporales que trabajan en ella, incluso con la llegada de los familiares de los presos que acuden diariamente a visitarles.
Para el presidente de la asociación de vecinos de Camino de leñadores, José Casimiro, cree que desde que se creó el centro penitenciario existen más infraestructuras, las carreteras han mejorado bastante en los últimos años y el suelo se ha revalorizado. “La gente busca solares y el precio no está precisamente barato. Precisamente cerca de aquí se encuentra San Francisco de Paula, una zona en la que se está construyendo chalets adosados”.
De la misma opinión es Juan Ortega un contratista de obra que lleva 15 años viviendo, y muchos más trabajando en la zona y afirma que nunca le ha faltado el trabajo, es más cree que tener la cárcel cerca “es un negocio”. Confiesa que nunca le ha faltado el trabajo en la zona.
El precio de una vivienda media de unos 60 ó 70 metros cuadrados en el Salto del Negro puede rondar los 138.000 euros, mientras que hace 15 años su precio podría alcanzar los 90.000 euros. De igual manera un solar de 150 metros cuadrados puede costar actualmente entre 72.000 y 78.000 euros.
El presidente de la asociación de vecinos entiende la actitud que están tomando los vecinos del Castillo del Romeral en contra de la macrocárcel, “pero no la comparto porque yo sí que tengo experiencia de lo que significa tener una prisión en tu barrio”.
Jorge, es otro vecino del Salto del Negro. Lleva viviendo en el barrio cerca de siete años y expresa su opinión con una metáfora contundente. “Todo el mundo quiere tener móviles pero nadie quiere tener antenas en sus casas”. Para él es mucho peor vivir al lado de un centro comercial que cerca de una prisión.
Casimiro está seguro de que con el tiempo los vecinos del Castillo aceptarían la nueva situación porque verían los beneficios que conlleva la cárcel. Además, “hay que ser conscientes de que es por el bien de todos”, no pueden pensar que habrá delincuencia alrededor del centro, “los presos son personas que están cumpliendo condena y luego se marchan a sus casas”.