Los perros con un dueño obeso tienen cinco veces más posibilidades de sufrir sobrepeso
Los perros con un dueño obeso tienen cinco veces más posibilidades de sufrir sobrepeso, lo que genera en estos animales, al igual que en los humanos, problemas por el exceso de grasa, como aumento del colesterol y los triglicéridos, aunque no el riesgo de infarto.
Así se constata en un estudio elaborado por un grupo de investigación de Medicina Veterinaria de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, dirigido por el catedrático José Alberto Montoya, quien, en una entrevista, alertó de que “una galleta en un perro es como una hamburguesa para un humano”.
Montoya, que para este estudio ha utilizado 127 perros caseros, señaló que las consecuencias del exceso de grasa son numerosas, aunque a diferencia de los humanos no entraña el riesgo de infarto de corazón, que es poco común en los canes, ni arteriosclerosis.
De las múltiples complicaciones que pueden presentarse por el exceso de grasa, destacó problemas cardiacos, insuficiencia cardiaca o respiratoria, dolores articulares, cojeras, problemas hepáticos y problemas en la piel, como alopecias y seborreas.
Así mismo, los perros obesos también pueden presentar hipertensión, hipoglucemias, resistencia a la insulina, tumores de mama en las hembras, riesgos en las intervenciones quirúrgicas, problemas de esterilidad y complicaciones en los partos.
Destacó que el hecho de vivir en Canarias es un hándicap más para estos animales de compañía, ya que el archipiélago está considerado como una zona de riesgo obesogénico para las personas por la mala alimentación y la falta de ejercicio, entre otros factores.
Numerosos estudios han constatado que las pautas inadecuadas para una vida sana se repiten en los perros, pues si el dueño no camina tampoco lo hace su can y si se alimenta mal también alimenta mal a su perro.
El sobrepeso en los perros se produce porque comen más de la cuenta, se toman las sobras de casa y además constantemente son premiados con dulces, golosinas, cortezas de jamón y grasas en general que en nada les beneficia.
El catedrático aconsejó suprimir los premios relacionados con la comida y los aperitivos continuos, y favorecer el ejercicio físico, así como consultar al veterinario sobre la alimentación que se debe dar a cada perro, pues es distinta en función de la raza, del tamaño de animal, y de sus necesidades orgánicas (gestación, lactación, crecimiento, vejez...).
Montoya subrayó el hecho de que sólo el 30% de los propietarios reconoce la obesidad en su mascota, pues socialmente se admite y se prefiere un perro gordo, como sucede con los bebés, y que ya se suministran fármacos para adelgazar, en concreto, en España se comercializan dos.
Señaló que la práctica de buenas conductas puede servir de aliciente para los dueños que tienen problemas de obesidad y es un campo que se estudia y en el que su equipo, que colabora desde hace tres años con el Instituto Canario de Medicina y Nutrición, también profundizará.
Consideró que es necesario concienciar a los ciudadanos sobre las terribles consecuencias de la obesidad en la salud, pues los múltiples avances logrados en la medicina para incrementar la esperanza de vida se pierden ahora por la mala alimentación.
El grupo de investigación ha publicado estudios sobre la relación entre la obesidad y la hipertensión en los perros en la prestigiosa revista “Journal of Nutrition”.
Recientemente, ha conseguido publicar su estudio sobre el nivel del colesterol en los perros obesos en la revista internacional Journal of Animal Physiology and Animal Nitrition, que les ha permitido obtener nuevas líneas de financiación y continuar con su investigación.
El síndrome metabólico en los perros, las características de los dueños, sus condiciones sociales y económicas, el perfil psicológico son algunos campos sobre los también investigarán.