Un invierno dispar llena de agua las presas del norte y deja secas las del sur

Presa de Gambuesa (ALEJANDRO RAMOS)

Alicia Justo

Las Palmas de Gran Canaria —

El dicho “nunca llueve a gusto de todos” conjuga a la perfección el sentir de los agricultores isleños una vez finalizado el invierno. En el gremio se entremezclan sensaciones dispares, pues los del norte rebosan optimismo, mientras que a los del sur solo les queda resignarse. 

En líneas generales la temporada invernal ha sido seca, según los datos aportados por la AEMET y las pocas lluvias que han caído lo han hecho en la vertiente norte. En cualquier caso, las presas localizadas en esta parte de la isla están a rebosar y con unas previsiones optimistas, “hay agua para aproximadamente dos años”, reconoce el gerente del Consejo Insular de Aguas, Gerardo Henríquez.

En La Aldea la presa de Siberio está al 71% de su capacidad, la de Vaquero al 96% y la de Parralillo al 64%, según los últimos datos referentes al mes de marzo del Consejo Insular de Aguas. Fernando Ojeda, ingeniero industrial y miembro del Consejo, también apunta que los terrenos agrícolas que dependen de estas presas tienen garantizado el suministro de agua, como mínimo, hasta después del verano.

La otra cara de la moneda la viven los agricultores del sur y especialmente los del sureste. Las lluvias del invierno no han sido bondadosas con las presas de esta vertiente por lo que los agricultores comienzan a estar preocupados. Por ejemplo, la presa de Fataga está al 8% y la de Ayagaures al 17%. Eduardo Dios es agricultor y presidente de la comunidad de regantes de Mogán y sostiene que “de momento la presa surte a los agricultores aunque esto con el tiempo puede cambiar”. El embalse que suministra agua para uso agrícola, la del Mulato, está en un nivel aceptable, al 63%, pero le esperan meses venideros calurosos y con un alto porcentaje de consumo. En este sentido, Henríquez señala que de momento no se han puesto en marcha mecanismos de regulación, aunque después de junio el Consejo se reunirá con las comunidades de regantes de las cuencas de San Bartolomé y Mogán- las que dependen de agua de presa- para analizar la situación. Aunque la incertidumbre planea en la vertiente sur, “no hay que alarmarse”, asegura. 

“Para este verano, la agricultura no va a pasar sed pero también hay que actuar con cabeza”, remarca el gerente del Consejo. La isla siempre ha vivido al límite en lo que respecta al nivel de sus presas y muchos temen que puedan quedarse sin agua si el próximo invierno escasean las precipitaciones. Henríquez reconoce que “ si no llueve, el remedio hay que ponerlo desde ya”. 

Los agricultores del sureste ya se han habituado a sobrevivir sin agua de embalse. Domingo Alvarado, presidente de la Cooperativa de Sardina del Sur, confiesa que los agricultores están “buscándose la vida para subsistir”, acudiendo a agua desalada o de pozos, lo que encarece la producción. Fernando Ojeda señala al mismo tiempo que esta comarca no depende de las presas y que hacen un uso mayoritario de las desaladoras y depuradoras. “Tenemos el colchón del agua desalada, del Consejo y de la Mancomunidad del Sureste”, indica Ojeda.

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