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Los recuerdos, las secuelas y la falta de respuestas afligen a las víctimas

Un año después del accidente aéreo de Spanair en Barajas, los recuerdos y las secuelas físicas y psicológicas aún no se han borrado, la investigación no ha concluido y no hay respuestas, y las inspecciones de seguridad siguen siendo deficientes, denuncian las víctimas.

“Aunque hayan pasado doce meses es como si hubiera sucedido ayer”, asegura Loreto González que, como la mayoría de las víctimas, sigue recibiendo atención psicológica para afrontar el recuerdo del accidente al que sobrevivió pero en el que perdió a su hija.

En declaraciones a Efe, González admite que es muy difícil enfrentarse al primer aniversario del accidente del vuelo JK5022 de Spanair con destino a Gran Canaria en el que murieron 154 personas, cuando, a las dos y media de la tarde, el avión impactó contra el suelo y se incendió.

Según aseguró ella misma ante el juez encargado de la investigación, Loreto González está viva porque es médico y pudo indicar a los equipos de emergencia que le pincharan en la pleura.

Esos conocimientos médicos son los que ahora le hacen ser consciente de que tiene lesiones “que no van a mejorar”, aunque le practiquen las cirugías que le quedan pendientes para recuperarse de los traumatismos craneoencefálico y torácico graves por lo que estuvo seis semanas en la UVI y dos meses ingresada en el hospital.

Como la mayoría de las víctimas, asistirá a los actos organizados por la Asociación de Afectados del Vuelo JK5022 el próximo día 20 que incluyen una misa en la T-2 de Barajas y una visita al lugar del accidente, “porque es la única oportunidad de estar en ese sitio, aunque va a ser muy duro”, señala.

González deberá tomar un avión para desplazarse a Madrid desde Gran Canaria, pero asegura que es capaz de hacerlo porque es “indispensable en la vida moderna y más viviendo en una isla”.

Miedo al avión

Quien aún no es capaz de subir a un avión es José Pablo Flores, que volaba aquel fatídico día con su novia, Ligia Palomino, y su hermana Ana Gemma, que murió en el accidente.

“Me gustaba mucho volar, pero ya no puedo; me da pánico”, ha explicado a Efe junto al Parque Juan Carlos I de Madrid, donde se levantará un monumento en recuerdo de las víctimas.

Y es que, si superar las lesiones físicas ha sido duro, lo peor son las lesiones psíquicas que te llevan a “dar muchas vueltas a las cosas, a pensar que ojalá hubieran cambiado el avión, que ojalá ese mecánico lo hubiera arreglado bien; y la medicación no ayuda”, ha dicho.

Flores trabaja con la Asociación de Afectados, y su mayor preocupación es “saber qué ocurrió y que no se vuelva a repetir” para lo que exige que se refuerce tanto la calidad como la cantidad de las inspecciones de los aviones.

La falta de inspectores es también la principal acusación que hace Luis Rey, quien perdió a su hija, su yerno y dos nietos en aquel vuelo.

“Que el Ministerio de Fomento diga cuántos inspectores tiene, cuántas inspecciones hace y de qué calidad”, ha exigido Rey, quien advierte de que, “si no se toman medidas rápidas, se volverá a repetir el accidente, porque no hay seguridad en Barajas; han hecho un aeropuerto muy bonito, pero sin seguridad”.

Así, para Rey resulta incomprensible que el barranco en que cayó el avión de Spanair siga abierto y no se vaya a cubrir porque supuestamente cumple con las normativas.

Lentitud del procedimiento judicial

Otro aspecto que produce “desconsuelo” en las víctimas es la lentitud con la que se desarrolla el procedimiento judicial.

Zaida Rodríguez, una de las portavoces de la Asociación de Afectados, que perdió a sus padres en la tragedia, espera que el juicio se lleve a cabo antes de fin de año, aunque reconoce que el proceso es difícil.

“Vamos a ir a por todas”, asegura Zaida, quien cree que hubo “un cúmulo de responsabilidades por parte de muchas personas, que sabiendo que se hacían mal las cosas seguían adelante”.

“Pediremos las responsabilidades hasta el último extremo” que, a su juicio, alcanzan, “por supuesto”, a la compañía Spanair, pero también al Ministerio de Fomento.

También ella bajará al arroyo en el que se estrelló el avión porque es una manera de “cerrar una puerta”.

“Muchas de las víctimas estuvimos meses sin poder ver la televisión y no conocemos el lugar donde han muerto nuestros seres queridos”, asegura.

La jornada será dura porque la mayoría de las familias canarias estará en las islas por la tarde para participar en las ceremonias privadas en recuerdo de sus muertos.

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