De la lucha contra la tuberculosis a otras enfermedades contagiosas: la República incrementó camas hospitalarias en plena guerra
La lucha contra la tuberculosis, fiebres palúdicas y otras enfermedades contagiosas eran algunas de las preocupaciones centrales del gobierno de la Segunda República, también durante la Guerra Civil. Así se evidencia en los archivos del último presidente del Gobierno y médico grancanario Juan Negrín, unos documentos que custodia la fundación que lleva su nombre en Las Palmas de Gran Canaria. Entre 1936 y 1938 en los hospitales de aislamiento por enfermedades infecciosas se cuadruplicaron las camas sanitarias para hacer frente a los contagios durante el período de guerra, al pasar de 280 a 1.130 en la zona “la España leal”, como aparece en los textos, o republicana. Sin embargo, no solo se reforzaron esos espacios, sino otros hospitales de asistencia general tratando así la Sanidad como una de las prioridades de Estado.
La mortalidad infantil era uno de los temas más preocupantes, y para ello se dispusieron en dos años de hasta 45 dispensarios con 2.000 camas para asistencia especial y 650 para asistencia general. En los textos de Negrín se recoge que los servicios de Higiene Infantil atendieron, incluso con ayuda dietética, a más de 50.000 niños de forma diaria y a más de 10.000 madres lactantes.
Desde la Subsecretaría de Sanidad, se habían definido de forma precisa hasta siete luchas, además de la mortalidad de niños y niñas, otras como la antituberculosa, antipalúdica, antivenérea, contra las enfermedades mentales, contra las enfermedades infecciosas y la antitracomatosa, esta última “existente por primera vez en España”, y para la que se estableció “un volumen de 88 dispensarios”. En los apuntes se resalta sobre todo el incremento en recursos para la lucha contra la tuberculosis, que pasan de 2.571 a 3.727 camas y se insiste en que se cubren todas las necesidades del país en este sentido, “hasta el extremo de que no hay peticiones de ingreso en sanatorio, que hayan de esperar más de 15 días”. También se multiplican las plazas en asistencia general que alcanzan las 3.100 en el año 1938 y hay ligeros incrementos en los apartados de lucha contra las enfermedades infecciosas donde se pasa de no disponer de ningún equipo de vacunación a contar con 15 en abril de 1938 y con 200 en proyecto.
La Sanidad, en el centro de las prioridades
“La preocupación por la Sanidad era tal en la República que el 16 de abril de 1931, al segundo día de proclamarse se designó como director general de salud a Marcelino Pascua, médico canario que había concurrido como diputado a Las Cortes por Las Palmas”, explica el presidente de la Fundación Juan Negrín, José Medina. A él recuerda que se le deben las mejoras sanitarias en barrios como La Isleta, del que gracias a los documentos de Negrín también se ha evidenciado que era un lugar insalubre donde en los años 20 existían casos de peste, como evidencia una fotografía de su archivo que documenta “el caso de peste número 32 en una choza” de ese barrio. Es por ello que la agrupación socialista de Las Palmas decidió que “este problema debía solucionarlo el médico”. Pascua empezó así una carrera que terminaría como director general de epidemiología de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Se trata de datos que, a su juicio, ponen de manifiesto que la transformación de la sanidad en España vino de la mano de la República y que cobran tanta vigencia en los tiempos que estamos viviendo con la crisis del coronavirus. Por ello, la Fundación ha querido dar a conocer algunos de los documentos que ponen de manifiesto el impulso que en esos años se dio a la sanidad. “Es importante para recuperar la memoria colectiva”, insiste en el presidente de la Fundación, donde se albergan más de 160.000 documentos de este período de la historia y que aún no se han podido descatalogar al completo.
En los documentos se refleja la significación social de la Inspección General de Asistencia Médica que realiza por primera vez en España un censo de todos los sanitarios existentes en la zona leal, agrupados por especialidades, edades, etc, y que organizó “la asistencia a las zonas rurales, siempre abandonadas desde el punto de vista médico”, destacan los textos del médico canario.
También se refleja en esos textos el volumen de los servicios de la Inspección General de Hospitales, “que aún contando ya con más de 8.000 hospitalizaciones diarias, no cesa de montar nuevos servicios, especializados o no, y de prestar ayuda a los establecimientos no estatales que la precisan” y resalta que “la unificación y practicismo que se ha sabido dar a la ayuda y solidaridad internacional, centralizando las relaciones de suerte que los envíos necesarios no cesan y se intensifican mensualmente”.
Entre los archivos que salen a la luz este martes destaca además un esquema sobre la estructuración de la Subsecretaría de Sanidad. En él se aprecia el enorme despliegue de áreas que elevaban la sanidad a un problema de Estado, que debía hacer frente a las enfermedades contagiosas y a la higiene. En uno de los documentos se aprecia “la importancia técnica de los servicios agrupados tanto en la Dirección General de Luchas Sanitarias como en la Inspección General de Industrias Químico-Farmacéuticas”. Y es que, “la primera reúne los servicios especializados en la lucha contra las enfermedades que constituyen plaga social, habiéndose extendido sus beneficios tanto a la población civil como a la militar”. Y la segunda, en su Sección de Producción, “ha acometido todos los problemas de aprovisionamiento de material sanitario (apósitos, vendajes, etc) aparte de los netamente medicamentosos”.
En condiciones de garantizar la sanidad a “toda la España leal”
Por otro lado, destaca con mayúsculas que “todos los departamentos” se hallan en condiciones de absorber y garantizar la asistencia sanitaria total en la España leal, tanto en el aspecto civil como en el militar, “ya que la organización central y periférica ha tendido siempre a prever semejante posibilidad, abarca cuantas facetas comprende el problema y cuenta con medios técnicos y materiales para ello”. José Medina recuerda que Negrín fue el fisiólogo más importante y que sus avances en ciencias han sido reconocidos incluso recientemente en la Universidad Complutense de Madrid, donde se ha establecido un pequeño museo con su legado científico.
El último presidente de La República falleció en 1956 en su exilio en París. La Fundación Juan Negrín sigue trabajando por la recuperación de su memoria y todo el legado que dejó en los miles de documentos que fueron traídos de vuelta a España por su nieta Carmen, presidenta honorífica de este espacio. José Medina explica que debido a la crisis sanitaria derivada del coronavirus, las personas que trabajan en la fundación lo siguen haciendo pero telemáticamente y explica que seguirán en la labor de difundir la existencia de estos documentos, que son parte de la historia y que además pueden interesar tanto a la ciudadanía como a los investigadores.
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