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El yacimiento romano del islote de Lobos, una joya de la historia de Canarias en estado de abandono

Playa de Las Conchas, en el sur del Islote de Lobos. En primer plano, parte del yacimiento que alberga un taller de púrpura de factura romana; al fondo, la isla de Fuerteventura

Natalia G. Vargas

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Lobos es un pequeño islote de poco más de 4 kilómetros cuadrados de superficie. A pesar de su reducido tamaño, este Parque Natural Protegido localizado junto a Fuerteventura atesora una de las joyas arqueológicas más importantes de la historia de Canarias. Su descubrimiento fue una auténtica revolución en 2012, ya que por primera vez se probó la presencia de cultura romana en las Islas. Sin embargo, en los últimos años este yacimiento ha quedado en un aparente estado de abandono.

El asentamiento está localizado en la playa de La Concha, uno de los enclaves turísticos del islote y por la que pasan miles de visitantes cada año. Esta cala de arena blanca está además a pocos minutos caminando del embarcadero. El yacimiento romano está bordeado por una valla de seguridad, que con el paso del tiempo se ha oxidado y ha sufrido roturas y caídas por el viento y el paso del tiempo.

Los restos arqueológicos están totalmente sepultados por la arena y, además, pasan desapercibidos para quienes caminan junto a ellos, ya que no está señalizado.  “Es sorprendente que un yacimiento tan importante esté tan mal cuidado”, valoraron varios turistas en un reportaje emitido en Televisión Canaria. 

“La protección de los yacimientos corresponde al propietario de los mismos. En este caso, sería propiedad de Costas, del Estado. Sin embargo, al ser una zona de paso y encontrarse la valla en mal estado, como medida urgente el Servicio de Patrimonio del Cabildo va a renovar el vallado en los próximos días”, aseguran fuentes de la corporación insular. El objetivo, según estas fuentes, es proteger no solo el yacimiento, sino también a las personas que pasan por allí.

“Se trata de una zona frecuentada por visitantes, especialmente en una época como el verano. Se va a colocar también un cartel informativo para que la gente conozca que el paso está prohibido”, añaden desde el Cabildo de Fuerteventura. Asimismo, señalan que el yacimiento no ha sufrido ninguna afectación más allá de la arena. “Es normal al estar en zona de jable. No ha habido afectación más allá de ahí, ya que el Cabildo puso en su momento, en 2016, una estructura que cubre el yacimiento”, subrayan. 

Las críticas a la conservación del asentamiento se remontan a 2016, cuando el viento levantó las lonas y las planchas metálicas que se colocaron para protegerlo. Entonces, desde el área de Cultura del Cabildo confirmaron que los vientos habían soterrado parte del yacimiento, pero aseguraron que este no había sufrido ningún daño. La corporación optó por contratar a una empresa privada para realizar los trabajos de acotamiento. 

Una factoría de púrpura 

En este yacimiento del siglo I a.C. se ha podido localizar cerámica procedente de Hispania y varias pruebas que muestran que fue uno de los talleres de púrpura en el Atlántico bajo dominio romano. La catedrática de Prehistoria de la Universidad de La Laguna Carmina del Arco Aguilar explicó a este periódico que hasta ahora se ha excavado una superficie de 600 metros cuadrados. Bajo la arena se han encontrado seis estructuras, dos de carácter fabril y tres habitacionales. La sexta aún no ha sido excavada. 

En otoño se iniciará una nueva campaña de excavación porque aún “hay mucho que explorar”, adelantó Arco en el tercer capítulo de la serie Amaziges de Canarias, Historia de una cultura. La experta describió el yacimiento como un “espacio de signo económico” que tiene todos los elementos propios de una explotación dedicada a la producción de púrpura. 

Los especialistas han confirmado que se trata del primer yacimiento que confirma la presencia de personas romanizadas en Canarias, ya que en las excavaciones no se ha localizado ningún registro aborigen. A los expertos les sorprende por qué eligieron Lobos.  “Está claro que no es un material aborigen porque está hecho a torno. La duda que yo planteo y me sorprende es por qué se asentaron en un sitio tan pequeño, donde no hay agua ni nada para comer, teniendo tan cerca Fuerteventura y Lanzarote”, planteó el catedrático Tejera Gaspar.

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