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El bloqueo como táctica de la oposición

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En este año que se cumple de legislatura esta corporación ha dado respuesta a todas, absolutamente todas las peticiones de información realizadas por PP y CC. Y no han sido pocas, más de 1000, una cifra fuera de toda lógica política, y que ha llevado al límite a los trabajadores de los servicios administrativo de este Cabildo, que han dado cumplida cuenta de dichas peticiones, en una demostración de profesionalidad intachable.

El objeto de estas peticiones trasciende al espíritu funcional de la oposición, que olvida su rol para adoptar una actitud hostil hacia la Corporación, obviando que esto afecta a las soluciones que el Cabildo debe ofrecer a los ciudadanos de la isla. Alguien debería parar un segundo, solicitar un tiempo muerto y revisar sus estrategias. El bloqueo solo conduce a la frustración, y oculta entre bambalinas el poco interés de la búsqueda del bien común en aras de un falso relato que nos intentan vender como actividad de la oposición, una oposición que recuerda cada vez más al Dorian Gray de Oscar Wilde, embebidos de su hedonismo como único guión de sus conductas. Pero el retrato envejece, como lo hacen las tácticas de quienes solo buscan pervertir el sistema en su propio beneficio.

Dentro del funcionamiento del sistema político, de las buenas prácticas y de la salud del sistema democrático está incluida de forma clara y notoria la oposición. Es muy probable que en el subconsciente colectivo la propia etimología del término traslade una connotación negativa de su labor, y nada más lejos de la realidad. La oposición es parte fundamental de la vida política, es un elemento de control de la actividad de gobierno, y también, y esto es algo que muchas veces se pierde en el fragor de la batalla, un elemento de cooperación y de ayuda a la estabilidad por el bien de la sociedad a la que representamos. Walter Lippmann, figura clave del periodismo político norteamericano en el siglo XX pronunció en una ocasión una frase que engloba la esencia de la verdadera oposición “En una democracia, la oposición no debe ser solo tolerada como algo constitucional, sino que debe ser mantenida porque es indispensable”.

Estas palabras de Lippmann contienen los elementos claves de los que debe emanar la esencia de la oposición, no solo como un órgano de control al poder, sino también de mejora de las actividades del mismo; porque la imperfección es seña de identidad de los humanos, por eso somos mejores como colectivo que como individuo, por la capacidad de pulir los errores de unos con los aciertos de otros.

Sentadas por tanto las bases de lo que significa ser oposición cabe alertar también de la cada vez mayor tendencia a envilecer y encubrir el rol de la misma, poniendo a la propia oposición ante el espejo de sus contradicciones. Se puede querer controlar al gobierno, y eso no solo es sano, sino imprescindible parafraseando a Lippmann, pero lo que no se puede hacer es bloquear al gobierno mediante una exagerada querencia a la petición de informes a los servicios administrativos, y esto es lo que está sucediendo en el Cabildo de Tenerife.

Invito desde aquí a la oposición que deje su narcisismo aparcado, que ayuden realmente a navegar en las turbulentas aguas que atravesamos en estos tiempos, y que sumen por una vez, que entiendan como dijo Lippman que son imprescindibles, que se hagan dignos de los cargos que ocupan, y de los miles de personas a las que representan en Tenerife, la isla de todos.

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