Espacio de opinión de Tenerife Ahora
Entornos productivos
Desde el entorno internacional se pregunta cuál es el coste de nuestra economía y si se puede soportar. Parte de la sociedad piensa que es elevado y, por lo tanto, lo reducen eliminando inversiones junto a la minimización en la provisión de determinados bienes y servicios.
Si analizamos las causas que provocan la variación de la tasa de paro, desde la óptica macroeconómica se apunta a la insuficiencia o no de la demanda, las distorsiones en el crecimiento de la capacidad productiva o los diversos factores institucionales como determinantes fundamentales. En cuanto a la vertiente microeconómica, el interés se ha centrado en el papel de los trabajadores en el proceso de negociación de los salarios o del incentivo o no a trabajar dependiendo de determinadas contraprestaciones.
Relacionar salarios y productividad se trata sin duda de incorporar al mercado el proceso de negociación de la distribución de los remanentes entre el capital y el trabajo. Pero tal hecho no debe eliminar el componente colectivo de la negociación con el fin de equilibrar la cantidad de formación e información que todas las partes detentan.
Porque la producción del tejido productivo no va a depender exclusivamente de factores físicos y tecnológicos, sino también del incentivo al factor trabajo, que está en función del salario que se percibe. En un plano teórico, con el fin de asegurar un nivel mínimo de productividad, la empresa fijará un salario que incentive a los trabajadores a desempeñar sus tareas con intensidad. Pero un aumento en la tasa de paro puede inducir a los trabajadores a pensar que tienen una mayor probabilidad de ser despedidos, lo que puede disminuir la intensidad de trabajo al ser difícil evitar el despido. Pero, por otra parte, una menor tasa de desempleo implica una mayor probabilidad de encontrar un puesto de trabajo en caso de despido, lo que conduce a un incentivo variable para trabajar bajo cualquier condición laboral.
La inflación, tomándola como factor rentabilizador de las inversiones, se configura como un regulador de la productividad. El argumento de que los aumentos de los salarios solo generan inflación solo resulta válido si la productividad fuera invariable. Y no es así. Así, la inflación no es producida por los aumentos del salario, sino por la resistencia a toda alza en el salario real de los trabajadores que pueda disminuir la tasa de ganancia del capital, algo que sí viabilizan los precios. Y más ahora mismo, cuando la inflación crece por los costes energéticos.
En una estructura económica con funciones de producción intensivas en el trabajo, donde la mayoría de los nuevos contratos celebrados y puestos de trabajo son de una mejorable cualificación y poco tienen que ver con la formación del trabajador que los desempeña, se deben indexar los salarios a la capacidad productiva, para generar inversiones en proyectos de alto valor añadido con puestos de trabajo de alta cualificación. De lo contrario nos empobreceremos competitivamente con todo los efectos degradantes que ello implica por muy barato que tengamos los costes salariales. Ello termina por afectar a todos los estamentos de la sociedad.
José Miguel González Hernández
Economista
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