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Espacio de opinión de Tenerife Ahora

El escenario ha cambiado

Nacho Martín, periodista.

Nacho Martín

Santa Cruz de Tenerife —

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Todo empieza con ese deje informal que tienen las declaraciones hechas como de pasada, como quien no quiere la cosa, pero que sí. Es la manera de abrir el melón, la señal de humo a propios y extraños, el pistoletazo de salida, o como quieras llamarlo. Todo se inicia de esa forma inocente, como si no tuviera importancia, dando un giro apenas inapreciable a la narrativa, a las palabras, que son las que mueven las conciencias y las voluntades, aunque no quieras verlo. Son los primeros síntomas de que el escenario ha cambiado, de que los hasta ahora socios son menos socios y de que el rival lo es más de lo que había venido siendo.

Cada uno toma posiciones porque hemos entrado en precampaña, porque tenemos tres elecciones seguidas a la vuelta de la esquina y es necesario ir estableciendo el nuevo registro, el statu quo que regirá en los próximos meses, con sus tiempos y sus expectativas.

El PSOE no quiere ser CC. Para que no haya confusiones ni fagocitaciones. Y, así, Gustavo Matos marcaba hace unos días distancias con sus socios a cuenta de los casinos. Y Lola Padrón dijo aquello de que hay diferencias notables en la gestión de las áreas que cada uno tiene en el Gobierno de Canarias. Y luego está José Miguel Pérez, que no dijo nada.

Paulino Rivero arma en su blog la estructura de su propia narrativa, aquella según la cual el suyo era un Gobierno necesario para salir de la crisis por otra puerta, más justa y más equitativa, para no acabar con el Estado del Bienestar, tratando de amarrar para sí mismo una recuperación económica que se nos viene encima dejando en la cuneta a unos cuantos, en los que la mayoría apenas reparará en un abrir y cerrar de ojos. Sin distanciarse, eso sí, de un PSOE que le es necesario para terminar la legislatura. Al menos por ahora.

Y después está el PP que no habla de su candidato a las europeas como si no le importaran, pero que no habla, precisamente, porque le importan. Porque mientras hablamos de si Cañete va o no va, nadie repara en Valenciano, sino en si en Cañete va o no va, que es una forma de sacar al adversario del escenario. Y que funciona, como a Esperanza Aguirre le funciona hablar de sus nietos mientras se da a la fuga por las calles de Madrid.

Así que todo empieza ahora, con ese deje informal que tienen las declaraciones hechas como de pasada, de una forma inocente, como si no ocurriera nada especialmente significativo mientras el escenario en el que todos bailábamos cambia de tal forma que será apenas reconocible dentro de un año. Aunque esa será otra historia.

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