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La política del miedo en La Laguna

Rubens Ascanio

Santa Cruz de Tenerife —

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Hace unos días el exalcalde lagunero y presidente de Canarias, Fernando Clavijo, manifestaba en una radio que la oposición local estaba dispuesta a “arrasar La Laguna o desprestigiar la ciudad” con tal de propiciar la caída de un alcalde imputado como José Alberto Díaz. No se salen de esa tónica crispada y alarmista las declaraciones de otros responsables políticos de quienes llevan en el poder en el municipio durante casi tres décadas seguidas, tristemente tan bien de algunas personas del PSOE que les acompañan, como fieles escuderos, en esa tarea de gobierno desde 2011.

El resultado de las elecciones municipales de 2015 fue claro, la hegemonía de Coalición Canaria se vio duramente cuestionada por un resultado electoral que les hizo pasar de trece ediles a solo siete, una mayoría de progreso se dibujaba en el horizonte. Los nervios ante las encuestas aparecidas en las últimas semanas antes de los comicios hicieron que las llamadas al miedo crecieran.

Personas de Coalición Canaria se encargaron de vender falsedades a muchos colectivos del municipio, que todavía hoy nos preguntan. Así se les dijo a las mujeres del proyecto mujeres a la playa que les íbamos a quitar un servicio de ocio saludable que no solo no hemos pedido que se quite, hemos pedido que se refuerce y se potencie. A los colectivos vinculados con las Hermandades y Cofradías se les advirtió que quitaríamos la Semana Santa, hasta con un cartelito digital, cuando lo que hemos trabajado para que se deje de mezclar política y religión, para que cada uno se desarrolle en su ámbito. A las personas que habían logrado algún puesto de trabajo en empresas que prestan servicio al Ayuntamiento se les dijo que les despediríamos y en todo momento hemos tratado de fomentar los derechos laborales y sociales en las empresas que prestan servicios para el municipio, así como por fomentar su estabilidad, para que no deban favores a nadie. A los colectivos que año tras año ponen en marcha las fiestas populares en nuestros pueblos y barrios se les alertó diciendo que acabaríamos con las celebraciones, cuando hemos pedido más participación ciudadana y menos uso político de las mismas.

La política del miedo tiene mucho de rancio, trata de infundir la preocupación en la ciudadanía ante un cambio que puede estar por venir, pero solo esconde el pánico de quienes llevan demasiado al frente de un Ayuntamiento y solo tratan de mantener privilegios, que no gestión.

El mejor abono para la política del miedo es no conocer tus derechos, no tener claro qué te corresponde como persona o como colectivo, depender de la voluntad de un responsable político, con cargo o no, para recibir más o menos según le adules.

No quiero un Ayuntamiento donde la crítica vecinal se castiga, donde, o entras por el aro o no tienes derechos, eso va a acabar, más pronto que tarde, tal vez en solo unos pocos días.

A los que reciben susurros en el oído avisándoles de lo malos que son los otros y los grandes favores que dan ellos les digo, no tengan miedo, el tiempo del favorcito acabará y empezará un tiempo nuevo, de derechos sociales y ciudadanos, donde no habrá que tocar la puerta de ningún concejal o alcalde para lograr que un proyecto se desarrolle, con una participación real, donde para entrar a trabajar en una empresa que presta servicios públicos no será necesario tener el carnet de un partido o ser familiar de algún poderoso.

Cuando se acaban los favores y empiezan los derechos avanzamos como sociedad, nos liberamos y toca liberar La Laguna.

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