Un estudio realizado en barrios de Tenerife alerta del malestar generado por el alquiler vacacional

Vista parcial de Punta Brava, barrio de Puerto de la Cruz.

Tenerife Ahora

28 de noviembre de 2025 12:34 h

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El estudio de innovación social Infraestructuras Sociales: Palacios del Pueblo en Tenerife, ejecutado por la Asociación Rayuela en colaboración con la Universidad de La Laguna (ULL) y la Fundación General ULL (FGULL), y financiado por el Gobierno de Canarias, destaca el bienestar emocional de las personas que viven en barrios con fuerte arraigo cultural pero, al mismo tiempo, alerta del “malestar” que genera el alquiler vacacional.

Para elaborar dicho estudio se realizó una investigación destinada a identificar las necesidades emocionales, sociales y urbanas de la población, así como a evaluar el impacto de fenómenos contemporáneos como la gentrificación en los núcleos urbanos de Punta Brava y San Andrés, barrios de Puerto de la Cruz y Santa Cruz de Tenerife, respectivamente, que son zonas con un fuerte desarrollo comunitario histórico, pero con una elevada presencia de alquiler vacacional.

Los resultados de la investigación permiten identificar patrones significativos entre el sentimiento de arraigo y comunidad y el bienestar emocional de sus residentes, señala la asociación Rayuela.

El estudio señala también la gentrificación y el impacto del turismo como factores que contribuyen al malestar general de ambas comunidades.

Residentes tanto de San Andrés como de Punta Brava han declarado haber notado la presión urbanística de los últimos años, detectándose cierta preocupación por parte de la población.

Ambas comunidades (el 90% de las personas encuestadas) han percibido aumentos significativos en el precio de la vivienda y de los servicios, así como problemas recurrentes en sus desplazamientos o para encontrar aparcamiento.

En este contexto, la población expresó una sensación generalizada de abandono institucional y deterioro del espacio público.

Entre las demandas más presentes se encuentran la creación de más áreas verdes y de ocio -especialmente para jóvenes y familias-, mejoras en limpieza, transporte y mantenimiento urbano, así como la reapertura de espacios públicos de encuentro y la reducción de la masificación turística.

Estas solicitudes apuntan a la necesidad de fortalecer infraestructuras sociales que favorezcan la convivencia y la calidad de vida.

Colectivizar el malestar: del aislamiento a la acción comunitaria

Además de recoger datos y percepciones, Palacios del Pueblo ha impulsado un proceso participativo en el que la ciudadanía ha transformado sus preocupaciones individuales en una expresión colectiva.

Este proceso, conocido como colectivización del malestar, permite que el descontento relacionado con el territorio, desde el encarecimiento de la vivienda hasta la pérdida de espacios de convivencia, deje de vivirse como algo aislado y se convierta en una herramienta de organización social, empoderamiento vecinal e identidad compartida, resalta la asociación.

En este caso cristaliza con la colaboración de una serie de podcasts comunitarios que verán la luz a lo largo del mes de diciembre.

Este proceso ha puesto en valor el profundo arraigo de ambas comunidades, reflejado en testimonios como “es mi lugar seguro” o “este barrio es mi vida entera”.

La preservación de ese sentimiento de pertenencia se confirma como un factor clave, tanto para la salud emocional como para la protección de la identidad cultural y la vida comunitaria del territorio.

Actualmente, se elabora una Guía de Buenas Prácticas junto a la FGULL, con el fin de facilitar su implementación en municipios con características similares.

La iniciativa también ha sido presentada como ejemplo de buenas prácticas en el Informe Global elaborado a partir de la mesa de trabajo de la Segunda Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social (WSS2), convocada por la Asamblea General de Naciones Unidas en Doha el pasado mes de noviembre.

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