Lo que mal empieza mal acaba. Mira que nos habían advertido los trabajadores de Antena 3 de que los que desembarcaban en la cadena televisiva parecían marcianos. Del Planeta Agostini, nos dijeron que eran. Y no será porque no nos hayamos gozado toda la negociación de los despidos. Bueno, eso en la medida en que hemos podido, nosotros y el resto de los que han querido informar en torno al asunto. Y aquí viene el segundo refrán: en casa del herrero, cuchara de palo. Vaya oscurantismo empresarial, oiga. Menos mal que es una televisión y, aunque ahora decidan que no mucho, entre otras cosas se dedica a informar. Pero a lo que íbamos. Creyéndonos en la capacidad de no ser sorprendidos, nos hemos vuelto a equivocar. Tras la aprobación del Expediente de Regulación de Empleo por parte de Zaplana y sus chicos -¿para qué servían los informes contrarios de varias comunidades autónomas, incluida Canarias?-, llegó la hora de poner la guillotina en la plaza pública y mandar al paro a parte de los que hicieron de esa televisión, una de las más rentables del país. Atentos que la cosa es fea, fea.