Aquella boda de El Escorial no se podía quedar sencillamente en lo que apareció y pareció por televisión: una pasarela de distinguidos y emperifollados invitados, un mecanismo montado desde el poder para mostrar el tamaño del poder, un despropósito, una desproporción, una horterada... Y no se ha quedado en eso, que no era poco, sino que ha servido para que conociéramos la elegancia de personajes como Francisco Correa, supuesto cerebro de la trama Gürtel, el porte de su señora esposa de él, y la cara dura que puso de manifiesto el Gobierno de Aznar y sus satélites, sus pelotas, sus correveidiles para ejercer de auténticos caciques de pueblo. El periódicoEl País publicaba este martes un elocuente reportaje en el que queda de manifiesto que la boda de Alejandro Agag y Ana Aznar fue montada desde el poder y con los instrumentos, mecanismos y recursos del poder. Para que nos cuenten otras milongas.