Quizá seamos muy mal pensados y en realidad Soria suspendió su agenda oficial para cosas distintas al juicio. Quizás haya dedicado la jornada a leerse con calma Memorias de un desmemoriado, Crónica de Madrid, la obra de Benito Pérez Galdós que más pudiera acercarse a lo autobiográfico. Allí no consta, que sepamos, su deseo innegociable a que sus restos mortales abandonaran alguna vez la capital de España, como ha pretendido el presidente del Cabildo al enterarse de que expiraba el alquiler de su panteón, como publicó este martes La Provincia y el viernes ABC. Ruiz Gallardón le ha impedido traerse los restos del escritor a Gran Canaria justo unos días antes de que en el Club Siglo XXI Rajoy haya catapultado al alcalde de Madrid como ejemplo vivo de lo que es el nuevo PP, más centrado, más moderado, menos corrosivo. Y Soria, nos tememos, se vuelve a quedar out. Desmemoriado.