No sabemos ustedes, pero nosotros debemos confesar que este domingo hemos respirado con mayor comodidad. Desde que tenemos memoria no conocíamos esta fecha sin uno de los últimos vestigios que alaban la oprobiosa hazaña de un militar de corta estatura e inexistentes miras. Les hablamos de la placa que durante tantos años ha estado presidiendo la entrada del Gobierno Militar en el capitalino parque de San Telmo. Con un par de huevos ?llenos de pintura- la lograron descolgar unos ciudadanos. Acabaron de esa manera con un emblema que atenta claramente contra la Constitución que nos hemos dado. Ya sólo falta, para que el aire esté limpio del todo, que la condena que les han impuesto ?por los huevazos- se convierta en la misma que cumplen los que se han empeñado en mantenerla durante tantos años constitucionales.