No nos podemos resistir a contarles lo que ya contó el Diario de Avisos acerca de lo que le sucedió hace unos días a la candidata del PP a la Alcaldía de Santa Cruz de Tenerife, Cristina Tavío, que se ha tomado muy en serio eso de ser como la caja de los turrones de La Moyera, esto es, estar en todas las fiestas, saraos, convenciones y acontecimientos que conlleven olor a humanidad y alguna que otra cámara de televisión, vídeo doméstico o tomavistas presto a captar su figura de algún modo. Con ese natural y legítimo interés se constituyó el otro día la señora Tavío en una reunión de la tinerfeña Peña Salamanca, y consiguió incluso aparentar que se lo estaba pasando pipa, de modo que el personal no fuera a sospechar que estaba allí por mero interés electoral. Lo malo fue que en un momento dado del acto, cuando se alcanzaba el clímax del mismo y comenzaba a calar en la niña Tavío ese regusto de falta de protagonismo, ese echar de menos que la nombraran, llegó la traca. El mantenedor llamó al estrado a ?la candidata?, con el natural deseo de rendirle los honores de ordenanza, y para el estrado va rauda y veloz, a la par que elegante, nuestra Cristina en la creencia de que la única candidata presente era ella y, de haber alguna otra, quedaría eclipsada por su rotundidad de formas y programa. Pues no, resultó que el mantenedor a la que había llamado era a la candidata a reina de las fiestas de la peña convocante. Entre el papelón en el desfile de la Candelaria y la Peña de Salamanca, ya está tardando la candidata Tavío en encontrar un buen asesor o asesora de protocolo y cosas del vivir.