José Miguel Bravo de Laguna ya tiene un proyecto con el que pasar a la posteridad que no sea el pabellón multiusos para el Mundobasket 2014, que compartirá amorosamente con su hijo Lucas. Se trata del viejo Estadio Insular de la calle Pío XII, convertido ahora en abandonado edificio y en estratégico solar que ya ha empezado a poner los colmillos largos a los más avispados promotores del lugar. Ya saben que el debate urbanístico sigue abierto, si bien lo último que se supo es que habría un gran aparcamiento subterráneo, un uso deportivo-vecinal y unos comerciales que permitan la inversión, pero eso fue antes de que llegara el PP a las dos instituciones con competencias. Los primeros que se han acercado al despacho del presidente del Cabildo a darse por interesados han sido los que tienen más acceso a él, especialmente los que visitaban con asiduidad su bufete de abogado en la cercana calle de Buenos Aires en los duros años en que nadie pensó que Soria lo fuera a perdonar reintegrándolo en una lista electoral sin pedirle disculpas públicas. No dudamos en el buen hacer de José Miguel Bravo de Laguna, conocedor como ninguno de los procesos contencioso-administrativos y de la lista de favoritos que para según qué cosas atesora en la libreta azul su excelencia.