Hay que remontarse a la romería de Teror, de septiembre pasado, para comprender la mediocridad que ha dado lugar a la inaceptable situación que está atravesando José Vélez en la ciudad que le vio nacer. Alguien, con buen criterio, invitó al popular cantante a participar en el cortejo municipal que acompañaba la carreta de Telde. Si ya es conocido y querido José Vélez, imagínenselo en ese ambiente tan autóctono y étnico, vestido de típico, repartiendo sonrisas y besos a diestro y siniestro. Al mediocre de nuestro cuento, Salvador Santana, se le derretía aún más la sesera al pensar -miren por dónde- que el artista eclipsaba a su señora esposa, y dicen los testigos presenciales que se le subió hasta la bilirrubina. Luego vino lo del concurso de misses.