La parte menos gratificante de la jornada la protagonizaron precisamente algunos conspicuos seguidores de Suárez Gil, en concreto los famosos Juan Socorro, Nicolás Albarracín y Esteban Candelaria. Socorro, por cierto, aparece en público, lo que seguramente desconocerá la Tesorería de la Seguridad Social. En fin. A eso de las ocho menos cuarto de la noche, por la megafonía del pabellón donde se celebraban las votaciones se anunció que a las y cuarto se admitirían papeletas. Veinte minutos antes del fin del plazo, una representante de la Plataforma se dispuso a depositar en las urnas un ramillete de votos que tenía delegados. Fue en ese instante cuando el abogado Nicolás Albarracín montó en cólera, y a gritos y con aspaviendos impropios de un señor de su clase y categoría, trató de amedrentar a la votante y a los miembros de la mesa. Los que trataron de mediar para convencerle de que aún estaba abierto el plazo por poco se llevan una cachetada.