Posiblemente se habrán olvidado ustedes de un personaje singular que un día trajimos hasta esta sección por haber sido condenado por el Juzgado de Instrucción 6 de Las Palmas de Gran Canaria por ejercer como detective privado sin tener la titulación ni las indulgencias plenarias para ejercer como tal. El hombre fue descubierto, entre otras andanzas, espiando a miembros de la entonces oposición política de Telde, Nueva Canarias, hoy en el machito, y la condena le supuso un severo correctivo que presagiábamos iba a apartarlo del mundo de la cachimba, la gabardina, la lupa y el sombrero con orejeras. Pero nos equivocamos. Nuestro particular Anacleto, agente no tan secreto, ha vuelto a ser visto husmeando entre asuntos del urbanismo teldense, actividad que no sabemos si ejerce para beneficiar a sus familiares políticos o para terminar de jeringarles todas las operaciones en curso.