Guía de Nápoles: El Centro histórico y el Corso Amadeo de Savoia

Escaleras en el entorno de la Calle Spaccanapoli.

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La vieja Nápoles se extiende junto a su puerto. Una de las características esenciales de la ciudad es que cuenta con dos centros bien diferenciados: el centro político militar, formado por San Ferdinando, el Barrio Español y el Monte Santo (con el Castillo de San Elmo y la Cartuja de San Martino) y otro centro más amplio que coincide con los límites de la ciudad romana y medieval previa a la llegada de los aragoneses. El elemento fundamental de esta parte de la ciudad es la Catedral de Santa María Assunta (Duomo, 147), un magno templo del siglo XII que es aún más lindo por dentro que por fuera. La Asunción (Assunta en el original italiano) es importante por varias razones. Es esta una ciudad de grandes devociones religiosas y profanas.

Si empezaste tu visita por el Barrio Español pudiste ver el enorme mural dedicado a Diego Armando Maradona, uno de los ídolos cuasi religiosos del devocionario napolitano. En Santa María Assunta puedes encontrar otro. El interior de la catedral es una mezcla de estilos que va desde el gótico al neoclásico pasando por el renacentista y el barroco. Y precisamente barroca es la Capilla del Tesoro, que es uno de los conjuntos arquitectónicos más vistosos del templo. Pes aquí se guarda la cabeza y la famosa sangre milagrosa de San Genaro, el patrón napolitano por antonomasia (aquí se custodia una buena parte de las más de 21.000 joyas que han sido ofrendadas al santo). Pero la catedral es sólo uno de los muchos lugares que ver en los barrios que conforman el centro de Nápoles, un lugar dónde se apelotonan los palacios, los conventos, las iglesias y donde aún hoy pueden verse las huellas más antiguas de la ciudad.

Nápoles debajo de Nápoles; la ciudad romana.- Como suele suceder en las viejas poblaciones de Europa, la Nápoles que podemos ver hoy es el resultado de la superposición de varias ‘Nápoles’ que se fueron construyendo a lo largo de los siglos. Lo que sucede aquí, al contrario que Roma, es que esos viejos edificios, templos y mercados quedaron bajo los suelos de la urbe de nuestros días: para ver la Neapolis de los griegos y romanos. Cuando visites la Iglesia de Santa Clara (Via Santa Chiara) vas a flipar con su arquitectura gótica, los monumentos funerarios de la Familia Anjou y sus magníficos claustros, pero es que bajo las baldosas puedes ver los restos de una de las mayores termas romanas que se han descubierto fuera de la propia Roma. Y eso se repite en varios lugares: en la Vico Cinquesanti, medio enterrado por una manzana de casas, se encuentra el Teatro Romano; bajo la Basílica de San Lorenzo (Piazza San Gaetano, 316) puedes pasear por un viejo mercado del siglo I y por toda la zona hay accesos a los viejos túneles que traían el agua desde más allá de los muros. Es inabarcable. Si te interesa el tema puedes ampliar visitando el Museo Arqueológico (Piazza Museo, 19) dónde hay una buena colección de piezas de lugares como Pompeya, Herculano y la propia ciudad y para mitómanos con tiempo también queda el Parco Vergiliano a Piedigrotta (Salita della Grotta, 20 –Acceso Metro parada Mergellina; línea 2 (azul)-), un complejo de tumbas excavadas en una colina que, según la tradición, acoge el mausoleo del poeta Virgilio.

Palacios, iglesias, casonas, museos, capillas.- Nápoles es inabarcable en menos de cinco o seis días. Hay muchísimo que ver. Por eso hay que ser selectivos. Un paseo por calles como Duomo o Tribunalli te van a dejar flipando y, a la vez, cabreado. Si esta ciudad estuviera medianamente cuidada sería la más bonita de Italia con diferencia. Hay tesoros escondidos como el que guarda la Capilla de San Severo (Via Francesco de Sanctis, 19): aquí puedes ver el famoso Cristo Velado de Giuseppe Sanmartino, una de las obras cumbre de la escultura europea de todos los tiempos que convive con otras esculturas de grandísima calidad en un espacio único que, según dicen, tiene que ver con los inicios de la Masonería. Otro lugar precioso es la Calle Spaccanapoli, una vía estrecha llena de tiendas dónde puedes ver los famosos belenes napolitanos (sobre todo en la Vía San Gregorio Armeno). Pero hay tanto dónde mirar: Santa María delle Anime del Purgatorio (Tribunalli, 39); Santo Domingo el Mayor (Piazza Domenico Maggiore, 8); el entorno de Porta Capuana (Piazza Santa Anna a Capuana) o el fantástico Palazzo dello Spagnolo (Via Vergini, 19), una de las obras cumbre del renacimiento en la ciudad.

El Corso de Amadeo de Savoia.- La antigua calzada romana dejaba Nápoles por la calle que sube desde la impresionante Piazza de Dante Alighieri (rodeada por edificios notables e iglesias) y pasa junto al Museo Arqueológico Nacional. Aquí nace el Corso Amadeo de Savoia que comunicaba la ciudad con el impresionante Capodimonte (Via Miano, 2), una antigua quinta de retiro de los reyes napolitanos. El antiguo palacio se ha convertido hoy en un museo que atesora una gran cantidad de obras de arte, perola mayor parte de los que se llegan hasta acá arriba es para dar un paseo por el Real Bosco, un gigantesco jardín arbolado de más de 130 hectáreas. El otro atractivo de la zona es visitar alguna de las dos catacumbas de los primeros años del Cristianismo que pueden visitarse: la de San Gaudioso (Piazza Sanità, 14 –más cercana al centro-) y la de San Genaro (Via Capodimonte, 13). Son más espectaculares que las de Roma. Tras los pasos de un genio.- Muy cerca de las catacumbas se encuentra la casa natal de Antonio Vincenzo Stefano Clemente (Via Santa Maria Antesaecula, 110). Quizás ese nombre no te diga gran cosa, pero si te decimos Totó y eres un amante del cine italiano pues la cosa cambia. Este genio de la comedia es otro de los mitos napolitanos y aquí, como no podía ser de otra manera, se lo venera (tiene un mural muy famoso en el Barrio Español en el que hace pareja con otro actor imprescindible: Peppino de Filippo -Via Portacarrese-). La casa, por desgracia, está hecha un asco, por no decir otra cosa.

Fotos bajo Licencia CC: A S; Eric Parker

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