Que ver en Pico: el pulso de la tierra joven en el Archipiélago de Las Azores

Pastos en las alturas de Pico. En esta isla de las Azores se encuentra la máxima altura de Portugal.

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Pico es una verdadera joya en todos los sentidos. Es la segunda de las islas azores por extensión, pero ocupa el cuarto lugar por población (no llega a los 16.000 habitantes). Como pasa en todas las integrantes de este archipiélago, el color que domina en Pico es el verde. Pero aquí hay que añadir el negro como el segundo de los tonos que conforman la paleta de colores principales de la isla. Porque Pico es un trozo de tierra muy joven: apenas 300.000 años, que en términos geológicos es como dijéramos antes de ayer. Las cenizas volcánicas han creado un paisaje salvaje y sumamente fértil. Quizás la máxima expresión de esto que decimos son sus famosos viñedos, que conforman una de las denominaciones de origen más singulares del mundo. Los picarotos (como se conoce a los habitantes del lugar) son los protagonistas de uno de los mejores ejemplos de lo que los antropólogos llaman ‘viticultura heroica’, esto es, el cultivo de la viña en parajes agrestes y escarpados que demandan una gran cantidad de trabajo, planificación e ingenio. Y aquí tenemos la primera de las razones para viajar hasta aquí: disfrutar del riquísimo vino de Pico y de un paisaje agrícola que ha sido declarado como Patrimonio Mundial por parte de la Unesco.

De aquí sale el mejor Verdelho dos Açores, un vino blanco muy apreciado en Portugal e Inglaterra cuyos métodos de cultivo nos recuerdan a lo que se puede ver en los campos de cenizas volcánicas de Lanzarote. Los Currais nos recuerdan mucho a ‘los hoyos’ de La Geria. La técnica, al igual que sucede en Lanzarote, consiste en hacer un agujero en las cenizas y aprovechar las piedras del terreno para levantar paredes que protejan a las viñas del viento. El resultado estético es muy diferente: aquí en las Azores el paisaje se convierte en un auténtico puzle de piezas irregulares y abigarradas, pero el resultado práctico es el mismo. Los mejores paisajes de Currais se encuentran en las zonas de Criação Velha y Santa Luzia, pero son habituales en buena parte de las tierras bajas y costeras. Este paisaje cultural precioso (y fotogénico) es una de las consecuencias prácticas de los condicionantes ambientales de la isla. Y el Pico que le da nombre es sólo el más sobresaliente de los volcanes que coronan la parte alta de la isla de este a oeste.

Moverse por Pico.- La mejor opción es alquilar un coche. El transporte público de Pico se limita a la línea de costa, donde se encuentran en 100% de las poblaciones. Así que para visitar el interior (donde se concentran algunas de las visitas imprescindibles) hay que darle a la patilla (con desniveles brutales). La Empresa Cristiano Limitada es la encargada de unir los diferentes pueblos de la isla. Hay dos rutas (ver horarios). La Carreira do norte comunica Madalena con Piedade parando en todas las poblaciones del litoral norte. Y la Carreira do Sur hace lo propio cubriendo la ruta hasta Ribeirinha. Como te decíamos, la carretera transversal y la EN-3 (la que recorre el entorno del Volcán do Pico) quedan fuera de las rutas de transporte público. Nuestras experiencias en Azores con la empresa de alquiler de coches local Autoatlantis han sido siempre muy positivas.

Subir hasta el Pico de Pico.- Es un reclamo continuo. Este volcán perfecto se ve desde cualquiera de los rincones de la isla y siempre está invitándote al reto de pisar la cota más alta de Portugal (2.351 metros sobre el nivel del mar). Pero no es un sendero para todos los públicos. Aunque la distancia en kilómetros pueda parecer poca (apenas 4,2 desde el inicio de la caminata hasta la cima) los desniveles son brutales: más de 1.400 metros (subir al Teide, por ejemplo supone un desnivel de 1.344 metros pero en el doble de distancia). Hay tramos con rampas por encima del 60% y eso requiere de una gran forma física –sobre todo el tramo final desde el cráter hasta el Piquinho-. La caminata demora unas seis horas ida y vuelta para los senderistas con un nivel medio-alto y de unas ocho para los principiantes. ¿Se puede hacer? Sí. Pero es difícil; y peor que subir es bajar. Pero mucho más. Lo más recomendable, si tienes un nivel medio, es ir en una excursión guiada. U optar por hacer el primer tramo hasta la Fumarola de El Hornito (a un kilómetro de la salida). En todo caso deberás pagar una tasa e inscribirte en la Casa da Montanha (Caminho Florestal nº 9 –Candelária-) que sirve de control de acceso al volcán y, también, de centro de interpretación.

Aún sin tener que emprender la aventura de subir hasta el Pico, los alrededores de la montaña son un verdadero paraíso natural. No dejes pasar la oportunidad para visitar lugares como la Furna do Frei Matias (Acceso desde EN-3), un tubo volcánico alucinante que gracias a la enorme pluviosidad de la zona se ha convertido en algo así como un jardín subterráneo del todo surrealista. O subir hasta el Cabeço Gordo, un pequeño cono volcánico truncado en el que, al socaire de los vientos que azuzan estas alturas, ha crecido un diminuto bosque. A diferencia de las tierras bajas, dónde se alternan las manchas de bosque, los huertos y los viñedos, en esta zona que rodea al volcán lo que manda el es pasto duro. Las condiciones climáticas en esta parte de la isla son mucho más duras que en la costa y eso ha supuesto la creación de enormes parcelas de pastos en los que comen miles de ovejas.

La Gruta das Torres (Caminho da Gruta das Torres -Criação Velha-).- Pico es una isla de absolutos. Atesora la mayor altura de Portugal y, también, el complejo subterráneo más largo. La Gruta das Torres es un espectacular tubo volcánico de más de cinco kilómetros de longitud aunque a la visita sólo se han habilitado un poco menos de medio kilómetro. Pero aún así es uno de los imprescindibles de cualquier viaje a la isla. 450 metros bastan para ver y comprender este espacio que, según los geólogos, se formó hace unos 1.500 años debido a la erupción del cercano Cabeço Bravo. Aquí vas a poder ver como la lava caliente forma estos enormes tubos que al retirarse el magma quedan como verdaderas ‘arterias’ por las que fluye la sangre de los volcanes. Este lugar es mágico. Aquí se pueden ver todas las formaciones geológicas asociadas a este tipo de estructuras volcánicas: estalactitas y estalagmitas; bancos laterales; bolas de lava; paredes estriadas y lavas encordadas.

Visitar Madalena, la capital de la isla.- Madalena es la base de operaciones ideal para explorar la isla. Se encuentra a dos pasos del aeropuerto y alberga el puerto con el que se conectan Pico y Faial (operado por la empresa Atlántico Lines). También es un buen lugar para explorar los Currais de Santa Luzia (aprovecha para ver los Acantilados de Cachorro) y Criação Velha (aquí no dejes de ir a ver el Molino Do Frade, un viejo molino de viento anclado en un verdadero mar de viñas que ha sido restaurado y puede verse por dentro). Pero más allá de su situación dentro de la isla y su oferta de alojamientos (la más completa de todo Pico), también es un lugar dónde hay cosas que ver. El pueblo no tiene un casco en sí. Es más una serie de casas de estilo portugués que se arremolinan entorno a la Iglesia de Santa María de Madalena (un precioso edificio del siglo XVII). En madalena también puedes visitar el Museo del Vino (Rua do Carmo, sn) una vieja bodega del siglo XVIII que se ha reconvertido en sede de un curioso museo. En los alrededores de este centro también puedes visitar varias hectáreas de currais y aprovechar la ocasión para probar los famosos vinos locales.

Ir hasta Lajes do Pico en busca de las ballenas.- La caza de ballenas es otra de las actividades económicas históricas que definen a las Azores. Y ese legado aún puede rastrearse en Lajes do Pico, la segunda de las ‘ciudades’ de Pico. Lajes fue la primera capital de la isla tras su fundación en 1501 ya que fue, durante mucho tiempo, el único puerto practicable de la costa insular. Y de esos tiempos son la Torre de Santa Catarina, un castillete que se construyó a finales del XVII y que es la única fortaleza de la isla. A diferencia de Madalena, las cuatro calles de Laje si forman un pequeño casco urbano consolidado que se organiza en el eje que forman el puerto y la Iglesia de la Trinidad (Largo General Lacerda Machado), cuyas piedras más añejas se remontan a inicios del XVI. Y entre medias un centenar y pico de casas muy bonitas y una de las instituciones histórico culturales más importantes de la isla: el Museo de los Balleneros (Rua dos Baleeiros, 13). El centro está instalado en una vieja factoría ballenera y está muy bien hecho. Afortunadamente, ya no se pescan ballenas desde Laje. Pero sí se puede embarcar para ir a ver ballenas y delfines.

El Caminho das Lagoas.- Este sendero de 22 kilómetros es, sencillamente, espectacular.  La dorsal de la isla está cuajada de volcanes. El propio Pico no es más que el más grande y espectacular de casi un centenar de cráteres que puede verse por toda la isla aunque la concentración de Cabeços se incrementa en las alturas. Muy cerca del gran volcán (siguiendo la carretera EN-3) pueden verse algunas de estas lagoas tan abundantes en esta zona. Para llegar a las lagoas  do Capitão y da Barreira basta con dejar el coche a un lado de la ruta y caminar unos minutos (otra lagoa que se puede ver cerca de la carretera, esta vez la EN-3 es la Lagoa Corre Agua). Estas lagoas no son otra cosa que cráteres inundados. Pero el resultado es de una belleza que sobrecoge. El Camino das Lagoas parte desde la carretera transversal (EN-2) y recorre toda la dorsal de la isla hasta el pueblecito de Riberinha. Es un paseo fácil pero largo y que requiere de bastante planificación para cuadrar los horarios de autobuses públicos con la hora de llegada. Otra opción es adentrarse unos kilómetros en este paisaje alucinante y visitar alguna de las primeras lagoas del recorrido. Llegar hasta Lagoa do Caiado y Lagoa Seca supone un paseo de siete kilómetros (sólo ida) por un terreno fácil de caminar.

La costa de Pico.- Dar la vuelta a la isla por carretera supone recorrer un total de 111 kilómetros y te da acceso a buena parte de los atractivos naturales y culturales de la isla (de los que te hemos hablado ya en el post). La costa de Pico es espectacular. Olvídate de playas y ‘lugares amables’. Aquí manda el cantil y la única manera de acercarse al mar es a través de charcones de marea y piscinas más o menos naturales que se han habilitado aprovechando el terreno. También es una oportunidad para acercarse a las masas de bosque mejor conservadas y más extensas de toda Pico. El ejemplo paradigmático es el Parque Forestal de Sao Joao Pequenino (Acceso por ER-1) que te permite adentrarte en el bosque, visitar varios ‘Pozos de mar’ (pozos de aguas salobres) y las Piscinas naturales de Ponta do Admoiro (en una espectacular colada volcánica).

Más allá de Laje do Pico o darse una vuelta por las inmediaciones de San Roque (la tercera cabeza municipal del territorio insular) una ruta costera tiene que tener como objetivo llegar hasta la Ponta da Iha, dónde se encuentra el faro del mismo nombre. En la punta oriental de Pico es dónde mejor puede verse como era el litoral original antes de que se empezara a explotar agrícolamente. Aquí conviven enormes manchas de bosque con campos de lava simplemente maravillosos. Otros lugares de muchísimo interés son la costa de Punta Gorda (con unas piscinas naturales impresionantes), los acantilados de Tierra Alta y el entorno de Santo Amaro, donde puedes ver un bonito paisaje aterrazado y acercarte a la costa en varios puntos.

Fotos bajo Licencia CC: Navin Rajagopalan; Nera Stelliger; Guillaume Baviere; Henning Supertramp

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