Thun, los lagos y las alturas del Jungfraujoch. Paisajes de cuento a los pies de Los Alpes

El Castillo de Oberhofen junto al lago. Gervasio Varela

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Un poco menos de 30 kilómetros median entre la ciudad de Berna y las primeras alturas serias de Los Alpes. Los caminos de este país montañoso y tan difícil como hermoso se tendieron aprovechando las arrugas de una orografía complicada que siempre mira hacia las nubes. Arrugas excavadas en la roca por la acción del hielo y el agua en un trabajo paciente y sin descanso de milenios que crearon esos valles suizos verdes flanqueados por las moles grises de la montaña y los hielos perpetuos de las cimas. Thun ejerce de frontera entre la suiza que asciende poco a poco desde los prados y bosques de la Alsacia francesa y la Selva Negra alemana y la suiza que sube a los cielos para buscar a Italia por encima de las nubes. Un país distinto que se hace vertical y brutalmente hermoso.

La ciudad de Thun se encuentra justo en el límite de esas dos suizas. En el extremo norte de uno de una de esas enormes cicatrices que los últimos hielos dejaron en la tierra al retirarse hace apenas 10.000 años (la popularmente conocida como Edad de Hielo). El Thunersee y el Brienzersee son los rastros hoy líquidos de aquella época de hielos que se extendió más de 100.000 años. Dos lagos que apenas unos miles de años eran uno solo. Lagos rodeados por montañas que, en su flanco sur, ya empiezan a ser importantes. Lagos que enmarcan algunos de los paisajes más impactantes del país. Lagos que concentran pequeños pueblos encantadores, castillos, miradores espectaculares y la propia Thun, ciudad patrimonial que no debe faltar en cualquier plan de viaje por Suiza.

UNA PEQUEÑA GUÍA DE THUN.- Thun es la capital del Oberland del cantón de Berna (la zona prealpina y alpina del territorio) y, también, uno de los centros patrimoniales e históricos más importantes del país. La ciudad fortificada guarda el extremo norte del Thunersee y el acceso al valle que desciende hacia la ciudad de Berna. Dunum, en lenguaje céltico, significa fortaleza. Una palabra que marcó la historia de la ciudad desde hace más de cuarenta siglos. La fisionomía actual se empezó a gestar a principios del siglo XI, cuando la ciudad fue uno de los epicentros de las luchas entre los nobles germánicos y se expandió y se reforzaron sus defensas. El Castillo de Thun (Schlossberg 1; Tel: (+41) 332 232 001; Ver Horarios) es el monumentos más importante de la ciudad. Sus partes más añejas se remontan al XII y las más modernas al XV. Es uno de los castillos medievales mejor conservados de Europa y uno de los pocos que aún conserva sus dependencias originales –como la espectacular sala de los caballeros o su capilla románica-. El edificio alberga un interesante museo histórico que está bueno, pero sólo por ver el edificio y las vistas desde sus torres merece la pena la visita.

Pese a que Thun es ya ciudad de importancia (viven aquí unas 50.000 personas), todo lo que hay que ver se encuentra en un radio de un par de centenares de metros alrededor del nacimiento del Río Aar. El Lago Thunersee desagua justo en la ciudad y la parte su bonito casco histórico en varias porciones. Murallas adentro, Thun muestra ese carácter de ciudad de cuento que ya vimos en lugares como la Alsacia Francesa o la magnífica Friburgo, en Alemania. Pero aquí todo es auténtico; no hubo guerras de importancia, ni saqueos, ni bombardeos. En la plácida Suiza las piedras no se movieron de su sitio desde que ahí las pusieron. La mejor manera de adentrarse en la ciudad es atravesar las antiguas murallas por la Stadmauer y callejear hasta la Plaza del Ayuntamiento y desde ahí ir y venir para descubrir los diferentes rincones de una ciudad simplemente preciosa. Indispensables la Iglesia Protestante (Schlossberg, 14; Tel: (+41) 332 221 581); bajar o subir por las Kirchtreppe (unas curiosas escaleras cubiertas que comunican la iglesia con la zona baja); las antiguas Esclusas Medievales y el Schadau Park (Seestrasse, 45; Tel: (+41) 332 261 212), un hotel con un impresionante jardín a orillas del lago. Y pasar una y otra vez por sus calles con casas hasta seis veces centenarias, soportales y pequeñas plazas.

Los edificios más añejos de la ciudad se encuentran en el tramo que va desde la Puerta de Stadmauer hasta la Plaza del Ayuntamiento. Los lienzos de la antigua muralla asoman en esta parte de la ciudad. La Torre Chutziturm se construyó en 1250 y antes de ser un restaurante fue prisión. Murallas adentro merece la pena pararse junto al viejo Granero Kornhaus, un precioso edificio del siglo XV con grandes vigas de madera. La plaza porticada del Ayuntamiento cobija antiguas sedes gremiales, el propio Rathaus –Ayuntamiento-, la Casa Barba (la más antigua de la ciudad) y varios edificios barrocos de entre los que destacan la Burgerhaus Thun y el Colegio Platzschulhaus, ambos del siglo XVIII. Para mitómanos queda el número 33 de la calle Obere Hauptgasse, una preciosa calle con entradas elevadas en la que vivió Napoleón III durante sus años de estudiante en la ciudad.

UNA VUELTA AL THUNERSEE.- Hay dos posibilidades. Si vas con coche de alquiler, dar toda la vuelta supone un camino de poco más de 60 kilómetros. Y si quieres darte un gusto puedes tomar alguna de las excursiones en barco que recorren todos los puntos del espejo de agua. El precio de los billetes ronda los 65 euros y permite bajar y subir de los barcos durante una jornada. La primera parada de la excursión suele ser Spiez, un pequeño pueblos situado en la rivera del lago y enmarcado entre viñedos. La Schlosskirche Schlosskirche (Schlossstrasse, 16; Tel: (+41) 336 541 506) es un impresionante conjunto medieval que aúna iglesia y castillo a orillas del lago. El edificio es imponente y las vistas de escándalo. Ya en la otra orilla, los imperdibles son las Cuevas de San Beato Cuevas de San Beato (Seestrasse, 974; Tel: (+41) 338 411 643), un lugar mágico que aúna cuevas plagadas de estalactitas y estalagmitas, cascadas y hasta un monasterio medieval. El camino de vuelta a Thun debe incluir el Castillo de Oberhofen Castillo de Oberhofen (Schloss 4, -Oberhofen-; Tel: (+41) 332 431 235) uno de los más espectaculares de Suiza.

DE INTERLAKEN A LA CIMA DEL JUNGRAUJOCH.- La localidad de Interlaken se encuentra situada en la franja de tierra que separa los lagos de Thunersee y Brienzersee. Es una buena opción para establecer la base de operaciones si piensas pasar unos días por esta parte del país. Hay numerosos hoteles y servicios, aunque la ciudad, en sí misma, no tiene mucho que decir. Pero desde aquí parten los trenes que ascienden a las cimas de Los Alpes Berneses. Una de las ascensiones típicas es la del Jungfraujoch. La mejor manera de llegar es tomar el tren desde Interlaken hasta la Estación Invernal de Grindelwald y de ahí el tren cremallera que llega hasta Jungfraujoch. El viaje no es barato, ni mucho menos. Subir hasta la cima desde cuesta 81 euros (los niños pagan como 20). Pero merece la pena: tanto por el trayecto como por el lugar de destino. Jungfraujoch es la estación ferroviaria más alta de Europa: Top of Europe, la llaman. Desde aquí, las vistas sobre el macizo de Los Alpes y sus glaciares es impresionante. Desde aquí se pueden visitar tres picos alpinos (Eiger, Mönch y Jungfrau), asomarse al abismo en el Mirador Sphinx y bajar hasta el Glaciar Aletsch para caminar por sus túneles de hielo.

Fotos bajo Licencia CC: Gervasio Varela; Olivier Bruchez; Vasile Cotovanu; Col Ford and Natasha de Vere; Murray Foubister; Cyril Doussin

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