Benedict Cumberbatch ha acudido este año a Sitges con una doble misión. Por un lado, recoger el premio del Festival de Cine Fantástico llamado 'La Máquina del Tiempo', un reconocimiento a actores, directores, personalidades cinematográficas o instituciones con una carrera prolífica y que han tenido, además, una relación especial con el festival. Un premio que Sitges estrenó en 1992 con Sam Raimi, realizador que le dirigió en la cinta Doctor Strange: el universo de la locura. En este sentido, ha reivindicado en conversación con elDiario.es el papel del cine de terror y fantasía como un estilo cada vez más presente en la industria cinematográfica.
Para este intérprete, que ha dado vida tanto a científicos como Alan Turing o Stephen Hawking como a Sherlock Holmes, o superhéroes como el Doctor Strange, no hay una línea divisoria entre el cine fantástico y el resto. “Creo que nunca hay un momento en el que, quienes realmente canalizan lo que quieren hacer creativa y artísticamente, sientan que están haciendo algo que no es real y que pasa a lo metafórico y fantástico”, dice. “Simplemente se centran en su trabajo y luego el espíritu del proyecto les lleva a adoptar el género más adecuado para concretar la película, ya sea en el ámbito del terror, la comedia, la música o lo que sea”.
“A la gente le gusta la emoción, la aventura, el susto, los ganchos narrativos, lo inesperado”, prosigue y agrega: “Les hace sentir vivos, aunque a menudo se esté hablando de la muerte. Somos humanos frágiles, vulnerables y de corta duración”, añade para explicar que “queremos mirar al límite, al lado oscuro, y apreciarlo, y para eso el terror es un vehículo maravilloso, ya que juega con esos miedos y esas realidades que todos tenemos”.
Pero Cumberbatch, que recientemente se ha distinguido por su compromiso político al colaborar con el concierto multitudinario Together for Palestine contra el genocidio en Palestina, a pesar de que no ha querido efectuar declaraciones al respecto, sí ha dicho que en su opinión, “el terror es una buena manera de hacer cine político, porque habla del miedo al diferente”. “Cuando tú miras a Frankenstein o cualquier otro monstruo, te aterras porque ves a alguien diferente, a quien temes de un modo irracional, y es algo que nos puede llevar a reflexionar sobre las razones y las sinrazones que nos llevan al rechazo del otro sin aproximarnos a su realidad”, ha apostillado en referencia al creciente rechazo a la diversidad que emerge hoy en día en la sociedad occidental.
En defensa de 'Esa cosa con alas'
El segundo objetivo de la visita de Benedict Cumberbatch a Sitges era presentar y defender la película Esa cosa con alas, una alegoría sobre el dolor y el duelo por la muerte de la persona amada que llega a las salas el 31 de octubre y en la que terror y poesía se entremezclan en la figura de un enorme cuervo que acosa a un joven padre viudo que debe encargarse del cuidado de su dos hijos menores.
Cumberbatch, que ha apadrinado el proyecto, ha insistido en numerosas ocasiones durante la conversación en el reto que ha supuesto la adaptación de la historia desde su formato original, un libro entre poético y juvenil –El duelo es esa cosa con alas (Random House, 2023), escrito por Max Porter y que tuvo un gran éxito de crítica y público–, para poder llevarlo a la gran pantalla, no sin antes pasar por la radical adaptación que el dramaturgo irlandés Enda Walsh realizó, para lucimiento teatral de Cillian Murphy en el doble papel de viudo y cuervo a la vez.
“Leí el libro poco después de su publicación y me impresionó mucho”, explica Cumberbatch. “Recuerdo que se lo envié a todos mis conocidos que estuvieran pasando por esa etapa de la vida, de duelo o no, en la que has perdido a un ser querido”, insiste. Asegura que lo que le impresionó del texto de Porter “es el modo de adentrarse en una versión del duelo masculino que en nuestra cultura no tiene un gran registro ni aceptación entre los rituales para los hombres: me refiero a la liberación de esos sentimientos de vulnerabilidad y caos que en teoría no debemos mostrar”.
“Luego vi la extraordinaria actuación de Cillian y fue maravillosa, pero era muy diferente del libro, y los chicos [los dos niños son fundamentales en la cinta como termómetro del proceso de recuperación del padre] no estaban tan presentes”, añade para justificar que cuando recibió la propuesta de Southern de interpretar al padre, le pareció a priori una adaptación demasiado compleja: “La cuestión es que, cuando recibí el guion, pensé: 'No sé si debería hacer esto, y no sé si hay otra forma de hacerlo'”.
El duelo masculino no tiene una gran aceptación entre los rituales para los hombres: la liberación de esos sentimientos de vulnerabilidad y caos que en teoría no debemos mostrar
Pero tras leer la propuesta del director y comprobar que esta regresaba al formato original y no a la adaptación teatral de Walsh, decidió aceptar. Aquello fue el principio de una amistad, cuenta, que le llevó a implicarse en el proyecto más allá de sus labores actorales: “Desde el primer encuentro tuvimos conversaciones fantásticas sobre todo menos sobre el guion: sobre la vida, la cultura, la historia o el trabajo, conversaciones que alimentaron nuestra comprensión mutua, nuestra confianza y una amistad que se convirtió en algo muy creativo y colaborativo”. Destaca de Southern su habilidad para tejer el entramado dramático de la cinta “aunque nunca antes había dirigido actores en una narrativa de ficción de larga duración”.
El reto de interpretar el dolor
“He interpretado a muchas personas normales a lo largo de mi carrera”, protesta cuando se le argumenta que en Esa cosa con alas por primera vez recrea a una persona normal, anónima que no es ni un superhéroe ni un científico ni un detective de leyenda, todos ellos personajes tan brillantes como complejos y atormentados. Asegura que el asumir el papel del joven dibujante de cómic que enviuda joven “fue un placer”. “Me gusta que mi trabajo sea variado”, comenta. “Si miras el catálogo anterior de mis papeles, verás que hay tanto gente normal como personajes extremos o fantásticos en lugares como los que se celebran en este festival”, insiste y finalmente se reivindica como “un hombre de mediana edad con hijos que sabe lo que es vivir en un piso en Londres”, en referencia al protagonista de la película.
Aun así, reconoce el reto que es “crear una comprensión lo suficientemente sólida de la historia y el personaje”, ya que interpreta “a un hombre en una situación muy extrema, y la metáfora misma del cuervo enorme y violento habla de lo extremo que es su dolor”. “Así que sí: fue un desafío, pero también una alegría para mí”, remacha. Seguidamente, apunta que “el duelo es un estado que es difícil de actuar”, porque implica una tensión física peculiar cuando se construye de forma ficticia si se quiere tener credibilidad. “De lo contrario, no es auténtico para el personaje ni para la historia”, concluye.
Y para cerrar la entrevista describe el proceso de creación del personaje que realizó: “No podía pensar en mi esposa para desarrollar la idea del duelo porque yo no la he perdido, así que tuve que construirme una idea ficticia sobre una persona amada a la que doté de vida en común, anécdotas, recuerdos, sensaciones cuando fuimos padres... y luego borrar a esa persona y en base a todo ello, sentir esa pérdida”. Y explica que logró de este modo elaborar un duelo ficticio que le ayudó a desarrollar la desesperación y el llanto que despliega magistralmente en las escenas más conmovedoras de Esa cosa con alas.