El independentismo no renuncia a mantener el pulso en las calles, aunque su capacidad de movilización por la Diada es la más débil desde el arranque del procés. Este 11 de septiembre, condicionado inicialmente por la lluvia, la manifestación soberanista ha reunido a unas 40.000 personas. En Barcelona han sido 28.000, según la Guardia Urbana, mientras que en Girona han acudido 12.000 y poco más de un millar en Tortosa, en la provincia de Tarragona.
Lejos de las grandes cifras de los años dorados del procés, cuando se superaba el millón de manifestantes, pero también por debajo de la última Diada, con 75.000 asistentes, los organizadores de la manifestación han buscado mantener viva la reivindicación apelando a la defensa del catalán. Las referencias a la sentencia del miércoles que tumba un decreto sobre la escuela en catalán han sido constantes.
Al grito de “independencia”, la marcha ha arrancado a las 17:14 horas, como es habitual, y ha transcurrido entre Pla de Palau y lala Rambla, dejando un Passeig de Colom lleno de esteladas. Tras la pancarta con el lema 'Más razones que nunca', los organizadores, con la ANC y Òmnium Cultural, han encabezado una protesta en la que se han escuchado reivindicaciones de Carles Puigdemont y en las que abundaban pancartas en defensa del catalán o de la amnistía.
Llegada junto a su pareja y amigos desde Sabadell, Cristina comentaba: “Es verdad que no estamos en nuestro mejor momento, pero somos un pueblo que viene de muy lejos y no vamos a desfallecer”, señalaba, convencida de que ellos seguirán asistiendo a la convocatoria de ANC y Òmnium mientras sigan con fuerzas.
Guillem, de 26 años y de Barcelona, cargaba contra la clase política catalana, a la que acusa de haber “traicionado” el espíritu del referéndum de 2017. Estelada al cuello y enfundado en una camiseta del Barça, justificaba su presencia esta Diada: “El Estado no va a parar hasta destruir la nación catalana, lo hemos visto ahora con la lengua, así que nosotros no podemos parar de salir a la calle”, argumentaba.
Sin un horizonte claro en cuanto al proceso de independencia, y con un Govern en manos del PSC de Salvador Illa, esta vez las entidades han convocado una protesta centrada en denunciar el déficit fiscal, la “desnacionalización” que aseguran que sufre Catalunya y para garantizar el futuro del catalán. La defensa de la lengua ha marcado las últimas horas de la Diada.
Desobedecer las sentencias del catalán
La sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya ha condicionado tanto los actos institucionales de ofrenda floral a Rafael Casanova como los últimos llamamientos independentistas a acudir a la protesta. También el discurso del presidente de la ANC, Lluís Llach. “Si el Estado y sus tribunales quieren imponernos esta sentencia, desobedezcamos, en las aulas, en las calles y en las instituciones”, ha proclamado entre aplausos. “Ningún juez nos puede decir en qué lengua debemos hablar ni qué escuela debemos tener”, ha exclamado.
Al margen de las reclamaciones habituales, el manifiesto conjunto ha recogido un compendio de lo que consideran los principales agravios del Estado hacia Catalunya. Desde el mal estado el estado de Rodalies o la sentencia que obliga a trasladar las obras de Sijena del MNAC. También Llach se han mostrado contundente contra las instituciones catalanas. “Siempre obligadas a obedecer los intereses de Madrid antes que los de nuestro pueblo”, ha referido.
Pero si ha insistido en algo ha sido en su llamamiento a defender la lengua catalana. “Pongámonos de pie de una vez, pero ahora con el puño cerrado, porque el catalán es la lengua nacional de Catalunya, tan sencillo como esto”, ha expresado.
Además del revés a la inmersión, otra polémica que ha rodeado la convocatoria ha sido la participación de Aliança Catalana y de su líder, Sílvia Orriols, que desde que es alcaldesa de Ripoll nunca había participado en la movilización en la capital catalana. Esta vez aseguró que iba a acudir como respuesta a unas declaraciones de Llach, presidente de la ANC, que daba a entender que su partido no era bienvenido porque vulnera derechos humanos.
Los simpatizantes de Aliança Catalana se han concentrado finalmente junto con Orriols en el cruce entre Via Laietana y Passeig Colom. Han visto pasar la manifestación principal separados por una línea de Mossos d'Esquadra y sin incidentes destacables. Más adelante, el cordón policial se ha abierto y han podido avanzar entre gritos de otros manifestantes que les han tachado de “fascistas” y que gritaban “Catalunya antifascista” a su paso.
En cuanto a la manifestación de Girona, ha salido de la plaza Catalunya y ha discurrido hasta los jardines de la Devesa, donde estaba el escenario del acto final, situado en la zona de La Copa. Los manifestantes han llegado a través de un recorrido que les ha conducido por la plaza Hospital, Gran Via Jaume I y, finalmente, a La Copa. Según la Policía Municipal, 12.000 personas han participado en la movilización.
En el caso de Tortosa, los manifestantes, 1.700 según los Mossos d'Esquadra, han salido de la plaza de Gerard Vergés y desde allí se han dirigido a la confluencia entre la avenida de Catalunya y el paseo del Ebro, pasando por la calle Montcada, por la plaza Montserrat, por la calle Bonaire, la avenida Cristòfol Colom y por la calle Castelló.