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“Vidas restauradas”, el documental que expone encuentros entre víctimas de accidentes de tráfico y sus infractores

Helena Sala Gallardo

Barcelona —
4 de diciembre de 2025 22:20 h

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Hay dolores que nunca van a poder paliarse del todo. Enrique perdió a su hijo Iván en un accidente de tráfico provocado por el conductor de otro coche. A pesar de las condenas impuestas a los responsables, el hombre asegura que la justicia convencional “no está hecha para atender a las víctimas”. Este viernes se ha estrenado el documental Vidas restauradas en los cines Texas de Barcelona, un proyecto que aborda los encuentros entre víctimas de siniestros de tráfico y sus victimarios, lo que se conoce como justicia restaurativa.

El filme evidencia que cada duelo es distinto. Hay personas que sienten la necesidad de hablar con quien provocó el accidente que les arrebató a un ser querido, mientras que otras no se ven preparadas para hacerlo. Enrique, por ejemplo, afirma que, a día de hoy, podría tomar un café con la persona que mató a su hijo. 

En cambio, Alba –atropellada por un conductor que circulaba demasiado rápido y mirando el móvil– reconoce que aún no se siente capaz de reconciliarse con su agresor. Su accidente la dejó en coma, y aunque logró recuperarse, tuvo que reaprender tareas básicas como dibujar o escribir. Otras secuelas persistentes hacen que la chica crea que nunca lo podrá perdonar. De hecho, relata que la primera vez que volvió a cruzar el paso de cebra del accidente se puso a temblar.

El filme, producido por la Asociación de Prevención de Accidentes de Tráfico (P(A)T) junto con la Cátedra de Ética Aplicada de la Universidad Ramon Llull (URL) y enmarcado en las XXVIII Jornadas Mediterráneas de Seguridad Vial, invita a cuestionar cómo la sociedad, las instituciones y las personas entienden la justicia en el contexto de los siniestros de tráfico. Pone el foco en que el sistema penal tradicional no está preparado para reparar el sufrimiento, sino “enjuiciar hechos y culpas”.

A través de víctimas reales, personas causantes de accidentes y expertos del ámbito judicial, político y ético, el documental muestra cómo el hecho de “escuchar y ser escuchado” puede convertirse en un paso imprescindible para reparar el daño, explican desde P(A)T. Aunque reconocen que la justicia ordinaria es “necesaria”, opinan que es “insuficiente”, ya que no ayuda a restaurar “la confianza” ni a “darle sentido” a lo ocurrido. 

La justicia restaurativa propone un modelo donde, mediante encuentros acompañados por profesionales del ámbito judicial, tanto las víctimas como los responsables del delito “participan activamente en el proceso de reparación”. Para las víctimas, representa un “espacio de escucha y reconocimiento”; para los causantes, una “oportunidad” de “asumir la responsabilidad de sus actos”, ha explicado la magistrada y presidenta del Grupo Europeo de Magistrados por la Mediación de España (GEMME), Carme Guil, durante la presentación.

Socialmente se asume, sin embargo, que los conflictos derivados de accidentes deben abordarse únicamente desde la justicia penal convencional. Desde la Asociación recuerdan que, en general, ni las víctimas ni los causantes suelen ser informados de que la vía de la justicia restaurativa alternativa existe. De hecho, en muchas ocasiones, los propios infractores desean pedir disculpas, pero no se atreven a hacerlo –u otras personas les recomiendan no hacerlo– en el marco judicial tradicional.

Eduardo, causante de un siniestro que acabó con la vida de un hombre, relata que, tras el accidente, intentó ponerse en contacto con los familiares de la víctima, pero su abogada se mostró contraria por miedo a que ello pudiera perjudicar su situación judicial. “Nadie te enseña a vivir con el hecho de que has matado a alguien”, afirma. Reconoce que, en fechas especiales como la Navidad o un cumpleaños, donde son habituales las reuniones familiares, se siente peor de lo habitual al saber que la familia del hombre al que mató ya nunca podrá celebrar esos momentos del mismo modo.

La justicia restaurativa no va de pedir perdón, sino de fomentar la “escucha y la responsabilización”, remarcan desde esta asociación. Aseguran que un perdón demasiado rápido puede conducir a una “disociación del propio dolor” y que es esencial “respetar los tiempos” de cada persona. En este sentido, piensan que este modelo basado en el “entendimiento mutuo” puede llegar a “transformar vidas”. 

El nacimiento de este tipo de justicia se remonta a siglos atrás, mediante los círculos de diálogo y la mediación comunitaria de pueblos indígenas de América Latina, comunidades maoríes en Nueva Zelanda y sociedades africanas. Sin embargo, no se incorpora como modelo dentro del sistema penal moderno hasta 1974, cuando en Ontario (Canadá) se lleva a cabo uno de los primeros programas restaurativos. Desde entonces, su aplicación se ha extendido a diversos países, sobre todo en el ámbito de la justicia juvenil, aunque también en procesos comunitarios.

Otro de los ejes principales que aborda el documental es la falta de conciencia y la gravedad de infringir las normas de circulación, algo recurrente en varios conductores. De hecho, desde la Asociación han remarcado que muchas muertes por accidentes de tráfico derivan de comportamientos “imprudentes, irresponsables y temerarios” y que, gran parte de ellas, “podrían haberse evitado”. 

Según datos del Ministerio del Interior, solo en 2025 han muerto 1.031 personas en accidentes de tráfico. Francesc Torralba, director de la Cátedra de Ética Aplicada de la URL ha insistido en “no banalizar el tema” y en ser conscientes de que los accidentes de tráfico nos pueden “ocurrir a todos”, aunque a veces lo sigamos percibiendo como “algo ajeno”.