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Un periodista y tres profesionales de la salud, en directo desde Gaza: “Las fuerzas israelíes bombardean los hospitales para asesinar antes a la población”

Momin Abu Owda es un periodista y fotógrafo que publica contenido en sus redes sobre la masacre en el norte de Gaza. Durante el segundo día de la guerra tuvieron que ponerle doce puntos de sutura tras haber recibido un impacto en la cabeza. Confiesa que no ha abandonado la zona porque juró ser leal a su oficio: “Es mejor morir mostrando la realidad, que morir sin mostrar nada y tener miedo. Documentar es parte de mi deber periodístico”.

Durante la charla, organizada por la Acampada por Palestina UPV y Voces por Palestina en la Universitat Politècnica de València, se escuchó un bombardeo en la zona en la que se encontraba refugiado.

Según informa Efe, el 21 de mayo el Ejército Israelí atacó dos hospitales clave en el norte de Gaza: el de Kamal Adwan y el de Al Awda. El periodista explicó que se cumplen más de diez días desde que las fuerzas militares han reactivado el ataque terrestre en la zona norte.

“Esta nueva ofensiva es más complicada y potente que la anterior. En el hospital Kamal Adwan se ha podido evacuar a algunas personas. Las fuerzas sionistas entienden perfectamente que lo que tenga que ver con la salud es de vital importancia y por eso tienen interés en destruirlo todo. La demolición que llevaron a cabo en el hospital Al Shifa y el Indonesio la están intentado con estos dos”, manifiesta Owda.

Asimismo, relata una de las masacres que peor ha vivido: “El martes bombardearon un edificio de cuatro plantas que pertenecía a una sola familia. Fallecieron doce personas y hubo veinte heridos. No pude grabar. Había un hombre recogiendo partes de cuerpos destrozados para poder enterrarlas”.

Desde que empezó el asedio en Gaza, el periodista asegura haber presenciado más de 1.100 masacres en la parte norte. A ello, ha añadido que el número de desaparecidos alcanza casi la cifra de fallecidos: “Cerca de 20.000 personas están debajo de los escombros. Si los levantáramos ahora, nos encontraríamos con cadáveres o con sus cuerpos destrozados”.

Respecto al vídeo que se hizo viral, el ejército israelí les avisó de que iban a entrar en Jabalia y por eso grabaron entre risas. El periodista explica que les cayeron trozos de hierro destrozados tras el bombardeo de los tanques. El mensaje que querían transmitir era mostrar la realidad desde el interior de Gaza y demostrar que “no tienen miedo a aquellos que vienen a ocupar sus tierras y a matarlos”.

El pasado mes de marzo, el Gobierno español envió más de 26 toneladas de comida para la Franja de Gaza. Sin embargo, Odwan insiste en que no han sentido el apoyo humanitario por parte de España: “La hambruna sigue presente”. Admite que su fuente de resiliencia y motivación para seguir brindando cobertura de lo que sucede en Gaza y no abandonar la región es la imagen de los mártires que ve a diario.

Aumento de enfermedades y destrucción de medios sanitarios

Por las manos de Al-Hakim Muhammad Saeed, supervisor del departamento de enfermería en los hospitales de Al Shifa y Al-Mamadani, han pasado, en un solo día, treinta niños, de los cuales diez han fallecido, y los otros 20 han reusltado heridos. “Si alguno de los heridos sobrevive, su vida no será igual que antes de la guerra. Se convertirán en personas con movilidad reducida o presentarán deficiencias vitales”.

Saeed afirma que la mayoría de los pacientes suelen ser niños, y añade que se han intensificado los ataques tanto hacia este grupo poblacional como a mujeres y ancianos.

“Empecé como voluntario en Al Shifa y empecé a ver cómo las heridas de los pacientes eran cada vez más graves, muchas de ellas por quemaduras químicas producidas por el fósforo blanco y complicadas de limpiar por la escasez de materiales”, manifiesta.

Además, relata que el trato de las tropas israelíes fue denigrante cuando entraron en el complejo hospitalario. “Vi cómo pegaban al equipo médico e impedían asistir a los pacientes. También había arrestos, interrogatorios o ejecuciones de los profesionales sanitarios delante del resto de personas. Lo quemaron para no volver a usarlo”.

En esta misma línea, el enfermero tiene claro que atacan principalmente los servicios médicos para asesinar antes al resto de la ciudadanía. “En el norte ya no quedan médicos especializados en cada área de la salud porque tienen miedo de que los asesinen”.

En declaraciones del doctor Hussam Majdy Hammouda, residente de cirujía general en el Hospital Indonesio de Beit Lahiya, abundan las quemaduras de tercer y cuarto grado. Revela que es complicado tratarlas cuando una bomba afecta a una multitud de personas a la vez: “Nos llegan entre 50 y 100 pacientes en el mismo momento. Entre el 70% y 80% de ellos no sobreviven.

Saaed también hizo hincapié en que la mala alimentación, la carencia de agua potable y la falta de viviendas habitables propagan con más facilidad las enfermedades.

“La cantidad de deshechos y basura que se está amontonando permiten que haya más virus intratables. El efecto de las bombas condiciona la respiración. Hemos detectado que la hepatitis, que afecta directamente al hígado, es la más común”, destacó.

El cirujano explica que las amputaciones se realizan primero en aquellos casos “más urgentes y los que necesitan intervención rápida”: “Por desgracia damos prioridad a los que más esperanza tienen. Nos faltan instalaciones y anestesia”.

Intentan usar cualquier tipo de anestesia, ya sea local o general (cuando se dispone de ella). “Para nosotros es muy importante la misericordia de Dios. Es más grande que cualquier anestesia cuando vamos a operar”, confiesa.

Además, Hammouda admite que la tasa de natalidad se ha triplicado desde que empezó la guerra: “Los nacimientos se dividen entre partos naturales y cesáreas. Intentamos asistir cuanto podemos. Solamente hay un hospital para ello”.

El cirujano manifiesta que intentan socorrer al mayor número posible de ciudadanos en jornadas de 24 horas seguidas: “Descansamos 12 horas, e incluso, en ocasiones, estamos en pie durante 48 horas. Sentimos que nos falta mucha agua”.

“Mi mensaje es eliminar la palabra 'guerra' de los diccionarios. Afecta por igual a todas las religiones, países y personas. Quiero la paz en el mundo. España y Palestina van de la mano. Gracias por el apoyo”, manifestó durante la conferencia.

“El 93% de las personas en Gaza están desnutridas”

Lian Dahshan es nutricionista y profesora en la Universidad de Palestina. Antes de la guerra estaba cursando un máster y pudo formar su propia clínica, pero tras el asedio, su vida cambió por completo. Lo perdió todo y decidió colaborar con el servicio público.

El 98% de las personas que acuden a ella presentan síntomas de desnutrición, entre los cuales hay casos severos. “Es necesario tener comida de calidad, agua potable y aire limpio para tener una vida digna. Aquí no existe ninguna de las tres”, manifiesta.

Dahshan subraya que han “normalizado” que la gente muera por hambre porque es algo que observan a diario: “El 93% de las personas en Gaza están desnutridas”. De este porcentaje, 78.000 personas están en riesgo de fallecer.

Con ello, asegura que cada día les llegan cerca de 375.000 llamadas: “En el caso de los problemas cardiovasculares se han registrado 50.000 llamadas; de diabetes 71.000 y de cáncer 2.000”.

Insiste en que la inflación es un hecho patente, lo que ha generado que el 90% de la población recurra a comida enlatada: “La proteína ya no está presente en la mente de nadie. El precio es muy elevado y es muy escasa”. A ello, ha añadido que muchas de las personas fallecen por no adaptarse a este tipo de comida.

Preguntada por la situación de las mujeres en Gaza, la nutricionista aclara que las fuerzas de ocupación atentan contra “todo aquello que pueda comportar el desarrollo del país”: “Todo el mundo corre el peligro de ser atacado. El concepto del ser humano en Gaza no les gusta”.

No se imagina su vida huyendo de Gaza. Dice que si tuviera que abandonar su país, seguramente dejaría algo vital que la motivara a volver. Ninguno de los cuatro invitados pierde la esperanza de que la guerra vaya a cesar.